En un pequeño taller de Seeber (Córdoba), los hermanos Daniele comenzaron a darle forma a un sueño que fue historia y provocó alegrías en miles de productores agropecuarios de la época.
La fabrica Daniele S.A.I.C.F ofreció al mercado cosechadoras de excelencia en más de 60 años de historia, y no sólo en la Argentina.
Quién no tuvo una Daniele cerca alguna vez. Pequeños productores y medianos, contratistas, trabajadores rurales y hasta vendedores de maquinaria agrícola conocen en detalle las bondades que estas cosechadoras le brindaron al campo argentino, desde la década del ’30 hasta el ’80 inclusive. Sobre todo por simpleza y rendimiento.
Hoy, luego de más de 60 años de trabajo, los edificios de la fábrica ubicados en avenida Simón Daniele, entre Rivadavia y Sáenz Peña, en la localidad cordobesa de Porteña, extrañan el sonido de las perfiladoras, el destello de las soldadoras y hasta las alarmas que daban fin a la jornada de trabajo.
Un gigantesco galpón se observa dormido, desolado y perplejo, esperando que algún día el final toque sus portones de hierro.
MAQUINARIA AGRÍCOLA CON HISTORIA
El 28 de febrero de 1964, hubo un hecho que marcó su impronta para siempre. Es que la fábrica, a través de su concesionario Davel de Pizzol, de la localidad bonaerense de Saladillo, vendió 12 cosechadoras Daniele D-105 a la firma Carlos Blaquier, propietario de la Estancia La Biznaga S.A, ubicada en el Partido de Roque Pérez, Buenos Aires.
“Se trató de una venta histórica para la fábrica, fueron 12 autocosechadoras del modelo D-105, equipadas con motor Diesel Concord 60, provista con recolector de cereales y girasolero, y 8 de ellas fueron con plataforma para maíz marca Mainero”, recuerda uno de los herederos de la vieja fábrica, Omar Daniele, nieto de Francisco Daniele, uno de los primeros titulares de la recordada empresa.
Según describió Omar, esta venta significó un salto económico sustancial para Daniele, no sólo por la venta en sí, sino también, debido a la connotación de publicidad que esta tuvo en el sector agropecuario.
“Fue una oportunidad para que muchas otras regiones comiencen a conocer las bondades, la simpleza y la eficiencia de las cosechadoras Daniele“, contó el entrevistado.
UNA PYME QUE NACIÓ TRABAJANDO
Si bien Daniele como empresa no nació en Porteña, ya que los inicios de la actividad fueron en Seeber, una localidad ubicada en el Departamento San Justo de la provincia de Córdoba en 1927, aquella es la ciudad donde la firma llevó adelante una gran función social.
Simón Daniele, uno de los cinco hermanos de la familia, fue quien impulsó su primer sistema de trilla, en esa oportunidad con la firma ByA Fiorito. Esa cosechadora, fabricada en Seeber, fue denominada cosechadora Fiorito sistema Daniele Nº 17. Con este modelo, nacía una historia que tendría años de éxito y logros.
A lo largo del tiempo, Simón, el “cerebro” de la tradicional marca de trilladoras, se esforzó junto a sus hermanos por dejar en alto en nombre de las cosechadoras en la industria nacional, desarrollando modelos que quedaron en la memoria de productores y contratistas de todo el país.
DANIELE Y SU FUNCIÓN SOCIAL
La inconfundible sirena marcó durante 60 años ininterrumpidos el ritmo de vida de las familias de Porteña. Anunciaba el fin del descanso, el comienzo de las mañanas y el transitar de cientos de bicicletas que se dirigían a los galpones; la hora del almuerzo, el fin de las siestas, y la vuelta a casa del trabajo.
En esta localidad de aproximadamente 5.500 habitantes, tres de los hermanos (Simón, Esteban y Francisco Daniele) hicieron historia y son recordados por su espíritu emprendedor. Su padre Juan Daniele, de origen piamontés, era un amante de las maquinarias agrícolas, pasión que les transmitió a sus hijos.
La fábrica Daniele, actualmente, se muestra silenciosa. Abatida por el paso de los años. Allí funcionaban las oficinas comerciales de la empresa. Hoy, en este lugar, se concentra el Archivo Histórico Municipal de Porteña.
Si bien marcó un hito en el crecimiento económico de la localidad cordobesa, fue motor de desarrollo en lo económico, social, cultural, educativo y demográfico. En estos cuatro últimos aspectos su rol fue decisivo.
En su época dorada, J. S. Daniele y Cía. contaba con al menos 100 empleados que significaba trabajo para 100 familias de Porteña. La fábrica significó un ambiente de inclusión social e interacción humana, sirviendo los sueldos a todas esas familias para edificar su propia o primera vivienda, satisfacer las necesidades básicas de todo el grupo familiar y sostener el estudio de sus hijos.
LA PRIMERA AUTOMOTRIZ CON DOS MOTORES
Ya ubicados en Porteña, los Daniele comenzaron a fabricar su primera cosechadora autopropulsada. La misma tenía idéntico sistema de trilla de las cosechadoras de arrastre que ellos fabricaban, pero con la adhesión de dos motores.
“Un motor era para el sistema de trilla y el restante para la transmisión”, dice José María Barrale, historiador de maquinarias agrícolas y autor del libro “Reinas mecánicas”. Barrale tuvo la oportunidad de entrevistar a los hermanos Daniele (ya fallecidos) y contó que fue una experiencia única.
Según el mismo historiador, el primer modelo automotriz de Daniele, denominado Daniele C, fabricado entre los años 1941 y 1942, contaba con diferenciales Fordson. Eran los mismos que adoptaban los reconocidos tractores que se fabricaban en Estados Unidos.
“Era un diferencial que contaba con tres marchas. Fue un accesorio que los Daniele colocaron en sus maquinas hasta el año 1955 y los conseguían en los desarmaderos”, contó Barrale a INFOCAMPO.
LA GRAN SATISFACCIÓN DE DANIELE
Durante la década del ’40, la firma de cosechadoras puso a disposición de los productores uno de los modelos más recordados de trilladoras automotrices: Daniele D 105. Se trataba de una cosechadora distinta, mucho más innovadora para la época que el modelo “C”.
No caben dudas que el modelo D 105 fue una máquina muy exitosa, tanto para la empresa, como para el sector de maquinarias agrícolas en el país. Contaba con plataforma frontal de 14 pies, con sinfin de acarreo de cereal al centro del embocador.
“En los primeros años de fabricación era complicado conseguir motores. La importación estaba cerrada y se colocaban los motores que se conseguían. Se llegó a poner hasta motores de autos nafteros”, cuenta Barrale en su libro.
Vale aclarar que entre 1957 y 1958, comenzaron a instalarse en las máquinas motores Perkins, la mayoría de los cuales eran de cuatro cilindros, y en 1964, comenzaron a fabricarse las cosechadoras con motores Bedford 300 Diesel.
SU RELACIÓN CON SENOR Y LA GUERRA
Las familias Senor y Daniele fueron gestando a lo largo del tiempo una relación que fue más allá de su trabajo como colegas. Ambas familias, pioneros en la fabricación de cosechadoras, atravesaron sus vidas con una amistad muy fuerte. Incluso, muchas cosechadoras Daniele utilizaban poleas marca Senor.
Pero su vínculo no terminó allí. Los hermanos Daniele eran representantes en Porteña de cosechadoras Senor. Es decir que no solo ofrecían las cosechadoras que fabricaban, sino también comercializaban las que construían sus amigos en la localidad de San Vicente, Santa Fe.
La historia de la primera cosechadora de Sudamérica, que se fabricó en Argentina
Por otra parte, la industria nacional sufrió serias dificultades entre los años 1939 y 1945, como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.
La imposibilidad de conseguir accesorios, materiales y autopartes importados, hizo que muchas fábricas tuvieran que reinventarse y algunas cerrar sus puertas.
Si bien Daniele resistió en este período, hubo una suspensión en la fabricación de cosechadoras, que luego se retomó al finalizar el conflicto bélico.
No obstante, en ese momento, la firma continuó fabricando otros implementos agrícolas como emparvadoras, moledoras de granos, tolvas, desmalezadoras, entre otros productos.
MODELOS QUE HICIERON HISTORIA
Si bien el modelo D 105 fue un hito de Daniele, la empresa fue superando barreras día a día y fabricó cosechadoras de excelencia hasta principios de la década de 1990. Vale aclarar que en el año 1972, fabricaron la cosechadora numero 2000 y lo festejaron con una gran fiesta.
En ese sentido, otro de los modelos recordado fue la Daniele D-66, equipo que aún muchos productores conservan con orgullo. La D-66, por ejemplo, fue una máquina que tenía de competencia en el mercado a excelentes innovaciones para la época. La Vassalli 316, la Senor B4, la Bernandin M19, entre otras, competían comercialmente con la D-66.
Sin embargo, unos años antes desde 1961 al 1964, Daniele fabricó el modelo Daniele JS61. Una máquina con 12 pies de corte, requerido y comercializado por Daniele mayoritariamente en Venezuela.
Ya en la década de 1980, Daniele comienza a fabricar un producto más tecnológico como la D 1050. Una cosechadora que se comercializó con éxito hasta 1990. Su competencia eran, entre otras, Arauz 510, Bernandín M20, Vassalli 910 y Senor B6.
El cierre de la empresa, a principios de los 90, se produce cuando Daniele, ya sin sus dueños originales, fabrica el modelo 1051, que pretendía ser innovador en todos los aspectos. Sin embargo, tuvo competencias mucho más superadoras. Entre ellas, la Vassalli 1200, la Araus 530 y la Bernandin M21, entre otras.
UNA VIDA JUNTO A DANIELE
Alberto Sachetto (46) es productor agropecuario de Freyre, provincia de Córdoba y conoce como nadie la historia de Daniele. Su abuelo, Francisco Sachetto, en 1952, adquirió una Daniele D-105 y desde ese momento nunca más se separó de la marca. Ese mismo años, vaya paradoja del destino, nació su padre: Miguel Ángel Sachetto.
“Tanto mi abuelo, como mi padre, sentían amor por esa cosechadora. Tal es así que cuando mi padre la vendió en 1988 nunca se lo perdonó”, contó Sachetto. Sin embargo, su hijo, tuvo la necesidad de devolverle la felicidad. Es así que en 2006, comenzó a reconstruir una Daniele D-105 a nueva y la felicidad volvió a la familia.
“Tuvimos nueve años para restaurarla. El tiempo siempre nos jugaba en contra pero lo logramos. Mi padre pudo verla funcionando en el año 2015, antes de fallecer, y eso me llena de orgullo”, cuenta emocionado Sachetto. Hoy, la joya de la familia descansa “entre algodones” en un galpón ubicado en su campo del noreste cordobés.
El entrevistado recuerda que los Sachetto fueron contratistas rurales durante 40 años, y de manera ininterrumpida, viajaban con las Daniele al sur de la provincia de Buenos Aires para cosechar trigo.
“El sacrificio que hicieron mi abuelo y mi padre hoy no se hace”, sostiene convencido. Cuenta que el viaje era eterno y el destino, Ayacucho, esperaba a la D-105 y a tres D-66 para comenzar a recolectar el trigo en pleno verano.