Con algunas observaciones y vetos en el articulado final, el Gobierno de Brasil sancionó la nueva Ley de Biocombustibles que ya rige en todo el país vecino.
La intención es ambiciosa pero verosímil para un país acostumbrado a volúmenes récord de producción de granos; en este caso, fundamentalmente de soja -para el biodiésel- y maíz y caña de azúcar -para el bioetanol-.
La nueva normativa establece que el etanol, utilizado para la mezcla en naftas y que hoy tiene un porcentaje máximo de utilización del 18%, puede elevar su corte hasta un rango entre 22% y 27%.
Incluso podría llegar hasta un 35%, según la norma que salió del Congreso y que pasó luego por la aprobación de la administración del Presidente Luiz Inacio Lula da Silva.
¿Qué pasa con el biodiésel? Hoy está en un 14% de máximo, pero se espera que para 2030 pueda llegar hasta un 20%. La metodología para su crecimiento será la de añadirle un punto porcentual por año, a partir de 2025.
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LA REVOLUCIÓN DE BRASIL EN BIOCOMBUSTIBLES
En tiempos en los que el Mercosur es observado de reojo por la Unión Europea en materia de producciones a campo y mediciones de huella de carbono, la estrategia de Lula fue la de salir a comunicar el nuevo instrumento legal con un tinte de épica.
Por eso en el Palacio del Planalto hablan de “revolución” y de “vanguardia”.
“Brasil es el país que hará la mayor revolución energética del planeta”, afirmó el líder del Partido de los Trabajadores.
Y luego, agregó: “Brasil está está avanzando en la transición energética. Hoy lanzamos Combustible del Futuro, un programa del gobierno federal que va a acelerar la descarbonización de los transportes”, sumó Lula.
El mandatario anunció además que se espera una inversión de 260 billones de reales. “Además del desarrollo sustentable, vamos a generar empleos y mayor calidad de vida”, indicó.
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Su ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, declaró en la misma sintonía y sostuvo que el país está “plantando una nueva semilla: la semilla del combustible del futuro”.
“Generará más de 260 billones de reales en inversiones en agro y en la cadena de biocombustibles. El combustible del futuro pone a Brasil a la vanguardia de la nueva economía, la economía verde”, aseguró.
ACOMPAÑAMIENTO DE LOS PRIVADOS
También en consonancia con la jugada desde la política, Brasil buscó que el sector privado participara de la comunicación.
Por eso, siete empresas pusieron la firma para ser parte de un “acta de compromiso” para acompañar con inversiones. El número inicial aún está lejos de los 260 billones de reales pensados por Lula: arrancarán con un compromiso de 20 billones.
El acto de presentación se realizó en la Base Aérea de Brasilia, la capital del país. El escenario elegido fue un símbolo de la orientación de la política, ya que el abastecimiento de la industria de la aviación será una de las patas fundamentales del plan de Combustibles del Futuro.
El Programa Nacional de Combustible Sostenible de Aviación (ProBioQAV), la industria del Hidrógeno Verde, el Programa Nacional de Diésel Verde (PNDV) y el Programa de Descarbonización del Productor e Importador de Gas Natural e Incentivo al Biometano son algunas de las aristas que abarca la iniciativa.
Fernanda Delgado, actual directora ejecutiva de la Asociación Brasileña de la Industria del Hidrógeno Verde, le puso palabras a la nueva Ley: “La matriz brasileña ya es renovable entre etanol y biodiésel, pero esta ley trae la expansión obligatoria de estos combustibles renovables a la aviación, a los combustibles marinos y aumenta el porcentaje de mezclas dentro de los combustibles fósiles”.