Esta provincia tiene la característica de estar surcada por miles de kilómetros de ríos, canales y acequias que distribuyen el agua entre la población urbana y la rural. Agua que no es producto de lluvias (apenas caen 200 mm anualmente) sino del deshielo y proviene de cordillera de los Andes por lo que dio lugar a un sistema de irrigación ideado ya por los indios antes de la colonización española y perfeccionado por un sistema de diques construidos para aprovechamiento energético y para racionalizar su uso. “El problema ha sido que durante los últimos 50 años, después de la construcción de los diques, aquellos cauces históricos de los ríos que se secaron fueron ocupados por la gente con casas, fincas y puestos ganaderos; y ahora, en años atípicos como este, cuando el agua vuelve a buscar sus cauces, corren peligro”, dijo Carlos Alberto Santilli, titular de la Subsecretaría de Infraestructura de la provincia, desde donde se incrementaron los recursos para licitar horas de máquina y provisión de toneladas de roca para hacer trabajos de defensa y de limpieza de desembanque de ríos. Para ello se han ocupado $1.600.000 y ahora se aumentó la partida en un millón y medio más debido a los problemas que se van descubriendo a medida que los ríos crecen. Otro problema surge porque algunos propietarios de tierras, han puesto alambrados perpendiculares al cauce y le han agregado bolsas, esperando llevar más agua para sus campos, pero lo único que logran es que al venir poco líquido y a escasa velocidad, se termine estancando. Por estas razones, los funcionarios no pueden ser optimistas sino realistas. Es así como Santilli admitió que “algunos puestos se van a inundar pero no tenemos forma de hacer nada para que no pase esto… estamos tratando de que se provoque la menor cantidad de daño posible”.
Cristian Pérez Barceló
Corresponsal de Infocampo en Mendoza