Transcurridos ya dos años y medio desde el inicio de la recuperación, una serie de factores abre la oportunidad de inaugurar un período de crecimiento sostenido, tanto de la producción en general como de las Pyme en particular.
Contamos con un marco macroeconómico como pocas veces hemos tenido: economía abierta, estabilidad de precios, tasas de interés bajas y un tipo de cambio que permite rentabilidad en la producción.
Llama la atención la seguridad con la que muchos vaticinan el fin de este período de crecimiento debido a “cuellos de botella” originados por la supuesta “ausencia de reformas estructurales que impiden que haya inversión”. Es por eso que es conveniente analizar qué está ocurriendo con la inversión. Como los profetas del “rebote técnico” son los mismos que añoran la convertibilidad, resulta interesante comparar su evolución entre 1991 y el 2001 con el actual ciclo de expansión:
l La inversión ya es superior al promedio de la convertibilidad.
l La evolución de los 11 trimestres transcurridos desde el 2002 es idéntica a la ocurrida en los 11 trimestres que comenzaron en 1991, con niveles similares para 1993 y el 2004.
l La inversión actual está más atomizada en cuanto al número de empresas que la realizan y las zonas en donde tienen lugar. Que las privatizadas no anuncien grandes inversiones no significa que no haya inversión sino que ocurre en miles de Pyme.
Estamos parados en un lugar similar al de 1993. Hace diez años, el crecimiento continuó durante unos trimestres pero, a partir de fines de 1994, la economía fue afectada por diversos “golpes externos” que interrumpieron ciclos muy cortos de crecimiento para desembocar en el colapso de la convertibilidad. La ventaja con que contamos hoy es que se recuperaron los instrumentos de defensa contra estas crisis y su utilización permite una infraestructura macroeconómica a favor del crecimiento.
Enfrentamos grandes desafíos, entre ellos, cómo mejorar el Estado para que brinde educación, salud, jubilaciones, seguridad y justicia, que den igualdad de oportunidades a la sociedad. En el campo económico, las bases macro deben ser complementadas por políticas micro que permitan a las Pyme competir en la igualdad.
La falta de financiamiento descuella como una de las principales barreras que enfrentan las Pyme. Cuando escuchamos que “no hay demanda de crédito porque no hay confianza”, surge una pregunta: ¿cuántas Pyme españolas o italianas tomarían préstamos al 15% de interés con tasa variable y en libras esterlinas? Por más competitivas y confiadas que sean, no querrían endeudarse con condiciones que muy pocos podrían soportar.
Para esto, desde el Gobierno bonaerense se ha lanzado una línea de préstamos por $150 M para las Pyme, con tasas subsidiadas de manera que puedan acceder a fondos en condiciones similares a las que tiene una Pyme española o australiana: en su propia moneda, con tasa fija y menor a la rentabilidad empresaria y plazos de pago en años y no en meses. La respuesta que estamos obteniendo es abrumadora: con préstamos lógicos, las Pyme desempolvan sus proyectos de crecimiento. Esto es sólo un ladrillo más del intento de nivelar el terreno para que se continúen dinamizando las inversiones y para que esto se traduzca en nuevos empleos en blanco que permitan cerrar la herida social que padecemos.
Por Gustavo Lopetegui
Ministro de la Producción de Buenos Aires
Especial para Infocampo