Desde hace varios meses es noticia el desabastecimiento de gasoil en la Argentina, las estaciones de servicio denuncian que no están recibiendo el combustible y los usuarios que están pagando sobreprecios. Jorge Lapeña explica las causantes de este fenómeno que complica al agro y al sector productivo en general.
-¿Cuál es su análisis en cuanto a la situación que se está viviendo en la Argentina respecto del gasoil y los combustibles fósiles?
-La situación es muy complicada porque las destilerías locales están produciendo al máximo de su capacidad instalada, alrededor de 12 millones de metros cúbicos por año, hay una deficiencia para hacer frente a la demanda que está creciendo alrededor del 10% anual.
-¿Cuál sería el factor limitante para el desabastecimiento, la falta de capacidad de refinación o la provisión de la materia prima?
-Sin lugar a dudas el cuello de botella es la capacidad de refinación, porque si bien la Argentina está en declinación productiva en materia petrolera todavía es exportadora de crudo, entonces materia prima hay. Tampoco hay que perder de vista a la importación que es una fuente complementaria muy importante, pero ahí se presenta el problema que hay entre el precio local y el internacional que es mucho más elevado.
-El Gobierno autorizó recientemente la importación de 600.000 metros cúbicos de gasoil con exenciones impositivas, ¿es lógica esta medida que busca subsanar la falta de este combustible?
-Sí, fue una medida lógica y evidentemente fue bueno importar gasoil libre de impuestos porque la demanda fue satisfecha. Ahí se presenta claramente que el precio que se está pagando por el combustible localmente es mucho más bajo que en el mercado internacional y por eso se tuvo que hacer esta exención de impuestos para equiparar los precios.
-Estudios realizados por su instituto explican que en comparación con otros países en la Argentina el gasoil a la salida de la refinería es mucho más barato que en el resto del mundo y se encarece en manos de los intermediarios, ¿por qué se dan estos factores?
-Si comparamos el precio del gasoil con impuestos o sin impuestos esto demuestra que en la Argentina este combustible es mucho más barato que en el resto del mundo, aquí se ejerce un mecanismo muy complejo como las retenciones a las exportaciones de crudo, el control que ejerce el Gobierno sobre los precios al público. Parece que las refinerías locales no se enteraron que el barril de crudo está u$s 70 o 60, como ahora, y trabajan con un crudo de u$s 35, esto hace que el gasoil fabricado con materias primas más baratas genere una diferencia de precios con el mercado internacional y por eso se deben realizar las exenciones impositivas cuando hay que importar.
-¿Cuánto se tendría que pagar por el gasoil fabricado con un barril de petróleo de u$s 70?
-El doble de lo que se está pagando, alrededor de $ 3.
-¿Este precio deprimido del gasoil en el mercado interno está vinculado al desabastecimiento?
-Sí, cuando los precios están bajos se compra más, es la ley de la oferta y la demanda, si hubiera precios más altos se vendería menos.
-¿Si se libera el precio se ajustaría la oferta?
-La Argentina tiene una crisis energética en todo su sector, que se traduce en una oferta deficiente por falta de inversiones, están bajando las reservas petroleras, las exportaciones y al mismo tiempo también falta gas natural, en este contexto los precios relativos del gasoil están por debajo de lo razonable y no somos una potencia petrolera como Venezuela que puede realizar estas maniobras. Un mayor precio no resuelve el tema inversiones, pero sí las importaciones se podrían hacer más libremente y no faltaría el combustible.
-¿Qué opina de los biocombustibles?, ¿pueden transformarse en una solución para la crisis energética?
-Ambientalmente es una de las grandes esperanzas de la humanidad. Pero desde el punto de vista energético y económico todavía faltan muchas cuestiones por resolver. El aceite de soja equivale a unos u$s 70 el barril mientras el petróleo tiene un precio cambiante que puede bajar. En ese caso, alguien tendría que pagar la diferencia que hay entre estas materias primas, ya sea el Gobierno o los consumidores, si no el biodiésel no sería conveniente.
