Quienes implementan la ganadería regenerativa (GR) se identifican como “aprendices de la naturaleza”, ya que es un sistema basado en la comprensión y optimización continua del vínculo entre los animales, el suelo y los pastos para lograr una alianza sustentable entre la producción, el ambiente y el negocio.
Este modelo se alinea con el de Agricultura Siempre Verde (ASV) que promueve la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid). Pero… ¿Cuáles son los beneficios de la GR? ¿Tiene ventajas económicas frente a planteos ganaderos más extensivos o intensificados?
Para hablar de números, referentes en el tema pasaron por el ciclo de entrevistas Agenda Aapresid. Los detalles en esta nota.
Medir los beneficios
Cuando hablamos de GR nos referimos a un sistema que persigue una meta desafiante: imita a la naturaleza mediante manejo holístico (MH). Con bajo o nulo nivel de uso de insumos aumenta el capital biológico y social y al mismo tiempo genera renta, servicios ambientales y productos diferenciales en el mercado, y es más resiliente ante un contexto cambiante de precios y de clima, resumió Gabriela Degorgue (Ovis 21).
Vale recordar que la GR se basa en la aplicación de ciclos de planificación, monitoreo, control y re-planificación, así como en el uso de ‘pulsos de pastoreo’: esquemas de descansos parciales y pastoreos continuos con baja carga que simulan un sistema de ‘bombeo de carbono (C)’. Este se basa en la alternancia de fases de acumulación de biomasa aérea y radicular – que fijan C – y de redistribución y desagote, cuando la descomposición de residuos devuelve al sistema C orgánico y nutrientes que facilitaran el incio de una nueva fase de acumulacion. (Más info ACÁ)
Los resultados económicos vienen de la mano de la ganancia ambiental, que incluye un aumento de la biodiversidad tanto por debajo como por encima del suelo, la captura del carbono atmosférico y la estabilización de la superficie del suelo con la consecuente reducción de la erosión, indicó la especialista.
Y estos beneficios son cuantificables a través de estándares como el Ecological Outcome Verification (EOV), cuyo protocolo consta de un monitoreo de corto plazo, anual, donde el mismo productor puede medir los resultados sobre salud de pastizal, y un monitoreo de largo plazo, que se realiza cada cinco años, donde una persona acreditada analiza variables en relación a la biodiversidad, presencia de grupos funcionales, tasa de infiltración y carbono en suelo, entre otros.
Casos testigo
En Patagonia, en la provincia de Chubut, los campos con GR aumentan su índice de salud ecológica y de pastizales, revierten los procesos de desertificación y ganan un 25% anual de receptividad ovina. De manera similar, el establecimiento San Carlos en Benito Juárez, desde sus inicios con MH en el año 2017 duplicó la receptividad invernal de 0,34 equivalente vaca (EV) por ha a 0,71 en 2019.
Hacia la Pampa Húmeda, la estancia “La Emma”, ubicada en Pipinas en la cuenca del Salado, provincia de Bs. As., es un ejemplo de éxito de GR. A partir de 2016 que apostaron al pastoreo holístico casi sin inversión en infraestructura, triplicaron la carga animal, los índices productivos, la biodiversidad y la salud del suelo. Registraron un aumento en la riqueza de especies del pastizal, mayor presencia de forrajeras deseables como pasto miel, leguminosas y raigrás, y disminución de gramíneas invasoras como el gramón o gaudinia.
La experiencia de Pablo Bourlot, Lic. en Economía y productor entrerriano que en 2003 pasó de sistemas intensificados a adoptar MH, fue transformadora. “Al producir más pasto pude dejar de dar grano, sustituir casi toda la cantidad de rollos que daba en invierno y ahorrar en insumos veterinarios tradicionales”, comentó. Esto representó para el ganadero de Urdinarrain un 40% de reducción en los costos, un mayor equilibrio en la producción y disminución del riesgo del negocio por volcarse a la GR e ir haciendo ajustes necesarios en el marco de un manejo adaptativo.
Márgenes brutos
Los campos que parten de pastoreo continuo con cargas entre 0,6 a 0,8 EV/ha y pasan a un MH, registran los mayores cambios sobre la receptividad, con un 60-100% de aumento a los 2-3 años. Por otro lado, cuando la situación inicial es de pastoreo rotativo con alto nivel de insumos con 1,1 a 1,4 EV/ha, el mayor impacto se da en la reducción de los costos variables, de hasta un 80%, precisó Degorgue.
Si se analizan los márgenes brutos de distintos sistemas para un modelo de cría en la cuenca del Salado, los números hablan por sí solos. En cuanto a producción anual (kg carne/ha) el manejo extensivo está en 79 kg., el intensificado (20% verdeos y 30% de pasturas) en casi 150 kg., el MH 1.0 (con menos de 10 potreros) está aprox. en 172 kg y el MH 2.0 (con más de 20 potreros), en 243 kg/ha.
Si bien el manejo intensificado duplica la producción del extensivo, el MH lleva la ventaja con prácticamente costos nulos en comparación con el sistema intensificado, elevando los márgenes brutos a 155 y 219 USD/ha en los MH 1.0 y 2.0 respectivamente. “Esto nos demuestra que regenerar la tierra y tener mejores resultados ambientales no está en contra de ninguna forma de la rentabilidad”, subrayó la especialista.
Certificaciones
Uno de los beneficios adicionales de implementar GR bajo MH tiene que ver con la diferenciación de los productos que salen de establecimientos que trabajan con esta metodología, coincidieron los especialistas.
Además del sello EOV que ya lleva más de 400.000 ha registradas en el Cono Sur, en el mercado existen nichos donde se puede acceder a un valor diferencial como por ejemplo el Responsible Wool Standard + EOV en el sector lanero, donde los productores posicionan productos certificados de orígen regenerativo.
Por otra parte, existen incipientes mercados de carbono y sellos de carnes de origen de pastizal que se están desarrollando a partir de procesos regenerativos en algunas experiencias privadas y de grupos de productores que están tratando de hacer crecer ese mercado.
Ciertamente, los beneficios sociales que trae aparejados la GR son un punto a favor para la diferenciación y certificación de sus productos. La evidencia indica que la gente involucrada en estos sistemas busca capacitarse, tiene mayor motivación y optimismo y se sienten más valorados en su trabajo. “Estamos en un ganar-ganar, un círculo de retroalimentación positiva desde lo ambiental a lo económico y lo social”, concluyeron.