Hace unas semanas, el mercado local se sorprendió cuando se dieron a conocer los datos de las declaraciones juradas de ventas al exterior de trigo. Cifras muy por encima a las que se daban el año pasado a esta fecha generaron interrogantes acerca de las causas que originaban este fenómeno.
Como primer paso en la búsqueda de una explicación fundamentada, podemos analizar la evolución de los valores actuales de las declaraciones juradas. Para ello observamos el comportamiento histórico de las mismas, donde la evolución está expresada como porcentaje de los saldos exportables de cada temporada, considerando de ésta manera (y como debe ser) el comportamiento relativo y no el absoluto.
En el gráfico se puede apreciar el ritmo de declaraciones juradas históricas: la línea discontinua representa el promedio de los últimas 4 temporadas, y la línea continua representa la temporada actual (2006/07).
Conforme a lo informado por la Dirección de Mercados Agroalimentarios-SAGPyA, al 31 de julio se llevan declaradas ventas por 3.310.000 toneladas, cifra sustancialmente superior a las 95.000 toneladas que se llevaban declaradas el año pasado a la misma fecha.
Claramente se puede observar como las declaraciones juradas actuales (de acuerdo al saldo exportable estimado por el USDA para la 2006/07 de 9,5 millones de toneladas) se encuentran muy por encima del valor que normalmente debería presentar (8%). El valor actual es del 35%, valor que en promedio tendría que ser alcanzado en el mes de diciembre. Podríamos decir, a partir de estos datos, que las declaraciones juradas se adelantaron 5 meses.
La pregunta es: ¿que disparadores hay detrás de éste comportamiento? Por un lado, si observamos los precios en el mercado de referencia (Chicago Board of Trade), vemos valores actuales del contrato diciembre (151,8 dólares por tonelada) por encima de los valores promedios máximos de los últimos 5 años (131,9 dólares por tonelada). Por otro lado, existen factores institucionales, como la poca claridad y previsibilidad en las reglas de juego de la política agropecuaria del gobierno, que generan expectativas cortoplacistas.
Podríamos concluir que ambos factores (expectativas de buenos precios a nivel internacional y temores a cambios repentinos en las reglas de juego) estarían alimentado este comportamiento atípico en el ritmo de las declaraciones juradas. Los agentes saben que el gobierno no duda a la hora tomar decisiones para conseguir sus objetivos de política económica (en este caso estabilidad de precios), interviniendo en los mercados que desde su perspectiva pongan en jaque dichos objetivos. Basta con recordar lo que sucedió con las suspensiones temporarias a las exportaciones de carne y el revuelo que originó un rumor similar en el caso del trigo para entender el comportamiento de los agentes, que incorporan esta información a sus expectativas y actúan en consecuencia.
Luis María López
Director de Wingrain
Especial para Infocampo
