La “maquinaria agrícola” como rubro industrial ha dado saltos increíbles, tanto por la incorporación de nuevas tecnologías, como por la simbiosis con la agricultura de precisión. Lo que antes era impensado, por ejemplo una cosechadora que le entre a los cultivos en pala y te separe granito por granito, hoy, el sistema axial introducido en la década del ´70 es una condición obvia para el productor.
Pero lo que antes llevaba entre 10 y 20 años madurar como novedad, y posicionarse en el mercado agroindustrial, hoy tarda 1 o 2 años. ¿Por qué? Hay varios factores, y sin dudas la globalización es uno de los grandes motivos. Pero también porque las multinacionales han construido filiales por todo el mundo, ampliando su cantidad de equipos fabricados, de concesionarios, y ofreciendo la más variada paleta de productos. Pero eso es del lado de la oferta. ¿Qué requiere la demanda?
La demanda es más complicada. En mercados como el de Brasil o Paraguay, la figura del contratista es prácticamente inexistente y quienes compran los fierros son los dueños de los campos. En la Argentina, sucede lo contrario. Las “grandes” máquinas las compra el contratista, y las más “chiquitas”, son adquiridas por los productores.
Alguien se estará preguntando: ¿Y a mi qué me importa todo ésto? La cuestión es sencilla. Detrás de una maquina vieja (desarrollada y fabricada hace 20 años atrás, y pensada para la agricultura o ganadería de hace 20 años atrás), hay costos ocultos que resquebrajan la rentabilidad del productor y la del contratista. ¿Hace falta dar el ejemplo de los caminos rurales, que siguen siendo los mismos desde hace mínimo 50 años, y hoy, solo por hablar de granos, la cosecha nacional fue de 147 millones de toneladas?
Dejando de lado el tema del operario de la maquinaria, dado que eso es otro de los grandes factores de subutilización de la herramienta, cabe preguntarse: ¿Cuánto gasoil se desperdicia por andar metiendo marchas innecesarias en un tractor? ¿Cada cuánto hace falta un repuesto de una máquina nueva, en comparación a una vieja? ¿Cuánto dinero y tiempo pierdo por sembrar a 4 k/h, en vez de hacerlo con otra máquina que me permite hacer el trabajo a 8 k/hm? ¿Cuánto producto ahorro con aplicaciones variables de fitosanitarios, en vez de estar tirando baldazos de agroquímicos por las dudas? ¿Qué pasará cuando las aseguradoras decidan no asegurar más una máquina agrícola que tenga más de 5 años?
Para encontrar una respuesta firme a todas estas preguntas, Infocampo entrevistó en el marco de la edición N° 133 de la Exposición Rural de Palermo a Ignacio Armendariz, presidente de La Asociación de Fábricas y Distribuidores Argentinos de Tractores y otros equipamientos Agrícolas, Viales, Mineros, Industriales y Motores (AFAT), quien primero explicó cómo está el mercado argentino de maquinaria agrícola, y luego le entró al hueso del costo oculto: la flota obsoleta.