Gary Stutte, experto en cultivos espaciales de la Agencia de Aeronáutica y el Espacio de EE.UU. (NASA), aseguró que el aumento de la población y el deterioro de las zonas de cultivo, obligará que la agricultura controlada como las fincas verticales, sea una solución para proveer alimentos en las ciudades de Latinoamérica.
El investigador principal de experimentos en vuelos espaciales en la NASA, diseñados para cultivar plantas en microgravedad para los viajes a Marte, explicó que la oferta de alimentos actual a medida que la población crece resulta inadecuada y poco saludable.
“En Latinoamérica están varias de las ciudades más grandes del mundo, el agua escasea y las tierras son cada vez menos disponibles para cultivar, por ello, para que estas urbes tengan la capacidad de producir más alimentos y puedan exportar dependerá de la tecnología de la agricultura de ambiente controlado”, expresó Stutte.
Actualmente el 81% de los latinoamericanos vive en ciudades según un estudio de Población del Departamento de Asuntos Sociales y Económicos de la ONU.
“Es necesario que los países implementen nuevas tecnologías, debido a que las técnicas de agricultura ambiental controlada como las fincas verticales, la producción en invernadero y la agricultura interior se está desarrollando en todo el mundo, sobre todo para áreas urbanas”, señaló el experto.
“En los próximos 30 años habrá más de 3 billones de habitantes adicionales en el planeta que habrá que alimentar, y la agricultura transformará la forma en que producimos alimentos para las próximas poblaciones. Estos no son números abstractos, y no habrá otros caminos si no brindamos las respuestas adecuadas”, reflexionó el especialista.
A su vez, el presidente de la Fundación para el Desarrollo de la Agricultura en Ambiente controlado (Fundaac), David Proenza dijo que a largo plazo este tipo de cultivo dependerá cada vez más de las nuevas tecnologías, así como de importantes inversiones.
Comparó que una producción en fincas verticales de 1.000 metros es equivalente a 60 hectáreas cultivadas de forma tradicional, o a 5 hectáreas en invernaderos. Además, especificó que el retorno de la inversión de la primera se logra obtener en 36 meses, mientras que los cultivos en tierra tardan en recuperarse en 7 años.
A su vez, destacó que los beneficios de los nuevos cultivos se reflejan en la reducción de agua en un 85 %, el uso de pequeños espacios, el tiempo de cosecha reducido en un 50 %, la eliminación en químicos en las plantas, menos mano de obra y la no paralización de producir en el año.
El representante del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Gerardo Escudero, indicó que “para que las nuevas formas de producir alimentos y comercializarlos tengan impacto en las poblaciones, deben ir acompañadas de un mecanismo de innovación, conocimiento y políticas públicas”, remarcó Gerardo Escudero, representante del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).