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Farmers en brasil: regreso sin gloria

Parecía la tierra prometida para los productores estadounidenses imposibilitados de crecer en su país. Pero operar en Sudamérica no es sencillo para quien viene de un país estable y predecible.

Parecía la tierra prometida para los productores estadounidenses imposibilitados de crecer en su país. Pero operar en Sudamérica no es sencillo para quien viene de un país estable y predecible.
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Más de cien farmers sojeros estadounidenses se mudaron a Brasil en los últimos tres años, tentados por fondos de inversión norteamericanos como Brazil Iowa Farms, AGBrazil o South American Soy, que auguraban ganancias tres o cuatro veces superiores a las de América del Norte.

Ahora, el fenómeno se está revirtiendo.

La roya de la soja, el fuerte incremento en el costo de las tierras y los insumos, problemas climáticos y otras cuestiones, están provocando el “regreso a casa” de varios productores. Ron Osman, un farmer estadounidense que hace unos años compró 2.100 has cerca de la ciudad de Luis Eduardo (Bahía), reconoció a The Chicago Tribune que los inversores ofrecieron siempre una visión idealizada. “Nadie habla, por ejemplo, de la inseguridad”, dijo Osman, quien el año pasado fue emboscado mientras viajaba por la ruta.

Sin previo aviso, un grupo de desconocidos disparó sobre su pick up. Luego de una persecución al estilo road movie, Osman logró escapar arrojando por la ventanilla fajos con billetes para distraer a los agresores. David Carroll, otro farmer que se mudó a Brasil desde Illinois, descubrió una tarde que varios peones dormían en torno de un tractor. Habían decretado un paro argumentando que, dado el alto precio de la soja del que hablaban los diarios, merecían más dinero y condiciones por su trabajo. La disputa se resolvió con una promesa de aumentos en función de los precios.

Carroll también cuenta que pasó una tarde entera regateando por la última cosechadora -un modelo de U$S 300.000- que quedaba en una agencia de John Deere en Brasil.

Mientras esperaban que el cheque fuera autorizado, el dealer se echó atrás cuando apareció otro productor y le ofreció pagar en efectivo.

Burocracia y corrupción son dos factores irritantes para los estadounidenses. Carroll estima que pasa la mitad de su tiempo de trabajo discutiendo con funcionarios del gobierno y entregando “sobres” para que los trámites sean más rápidos.

“La cantidad de burocracia que hay aquí es increíble”, explica. En épocas de bonanza, los inconvenientes de operar en un país en vías de desarrollo eran minimizados.

Pero en las condiciones actuales, home sweet home es la frase que más se escucha en los campos de los farmers que todavía siguen en Brasil.

Sebastián Massana | Especial para Infocampo

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