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F.O.D.A. del AGRO

Casi fin de año. Tercer cumpleaños de Infocampo y tiempo de balances. De sumas y restas, créditos y débitos, y de hacer lo que se llama el análisis de las fortalezas, las oportunidades, las debilidades y las amenazas, más conocido por su sigla FODA, del agro argentino. Arranquemos.

Casi fin de año. Tercer cumpleaños de Infocampo y tiempo de balances. De sumas y restas, créditos y débitos, y de hacer lo que se llama el análisis de las fortalezas, las oportunidades, las debilidades y las amenazas, más conocido por su sigla FODA, del agro argentino. Arranquemos.
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El mundo está ávido de proteínas animales y la Argentina tiene las condiciones para abastecerlo. La industria avícola, que tuvo la inteligencia de desarrollar un plan estratégico de crecimiento a diez años, logró pasar de las 60.000 toneladas que exportaban a la salida de la devaluación a 160.000 este año, casi tres veces más, en tanto que la producción saltó de 750.000 a 1,2 millón, para abastecer un consumo interno que creció de 22 a 29 kg por habitante por año.

¿Es determinante la suba del maíz para esta actividad? En la medida que pueda trasladarla al producto final, no. Después de 46 meses de crecimiento económico continuo, el mercado está en condiciones de absorber una suba. Es el pánico oficial a la inflación lo que se convierte en la variable que escapa al control de los empresarios. Ahí aparece una amenaza para el complejo agroindustrial argentino.

Pasemos al cerdo. La faena que en 2002 se había derrumbado por debajo de los dos millones de cabezas, subió en 2005 a 2,5 millones y apunta a terminar 2006 en torno de 3 millones, es decir, un crecimiento de 50% en cuatro años.

El sector, nucleado en la Asociación Argentina de Productores Porcinos, logró que el país haya accedido al estatus de libre de Peste Porcina Clásica, lo cual abre la gran puerta de exportación, como tiene Brasil.

La amenaza está dada, según el presidente de la asociación, Juan Uccelli, no por la suba de los cereales, sino por el precio del cerdo, que a su entender está artificialmente bajo por una jugada de los industriales, que importan stocks de Brasil a pérdida para fijarle precios a los productores.

Pero a futuro, tanto el cerdo como las aves son la posibilidad de fomentar la producción de ce-reales en áreas marginales, que hasta ahora no podían integrar la rotación agrícola porque el flete le quitaba toda la rentabilidad. La cuenta es evidente, un mismo valor de transporte tiene mucha más incidencia en una tonelada de maíz, que en el mejor de los casos vale u$s130, que en una tonelada de pollo de 1.200 dólares.

Esto es lo que vio la gente de Avex SA, un emprendimiento de u$s40 millones de empresarios argentinos, que entendieron que la oportunidad era jugar a lo grande instalándose en Río Cuarto (Córdoba), muy retirados del polo avícola de la costa este entrerriana. Y así lo están viendo quienes producen hoy cerdo en La Rioja, La Pampa o San Luis.
Llega el turno de la lechería, una actividad que en lo productivo se recuperó del cimbronazo de la salida de la convertibilidad y que está de vuelta en niveles récord de ordeñe, con una producción superior a los 10.000 millones de litros esperada para este año.

En lo industrial hay dos realidades conviviendo. La de La Serenísima y Sancor, con situaciones financieras muy delicadas, y la de empresas que se focalizaron en el negocio exportador, como La Sibila, o los peruanos del grupo Gloria, que se unieron a los santafesinos de La Ramada para armar una planta en Esperanza.

âNo hay otro lugar en el mundo mejor para la lechería que la Argentinaâ, asegura Mariano Bosch, líder de Adeco Agropecuaria, la empresa con capitales multinacionales que quiere ser la socia de Sancor y está dispuesta a inyectar un piso de u$s120 millones en el negocio.

La realidad es que las exportaciones se duplicaron entre 2001 y 2005, y siguen por la senda del crecimiento, a pesar de que el Gobierno aumentó las retenciones (las triplicaron en el caso de las leches) y quitó los reintegros a la exportación. De lo contrario, el crecimiento hubiera sido más explosivo todavía.

En tanto la carne vacuna enfrenta la presión de la lucha antiinflacionaria del Gobierno con una cadena de valor completamente descoordinada, en donde el ajuste lo terminan sufriendo los productores primarios y más precisamente los criadores. Esto quedó demostrado por un trabajo que a mediados de año Infocampo encargó a la consultora Estrateco, cuando se llegó a la situación extrema del cierre de las exportaciones. Ahora, nuevamente sobre el fin de año y con el pico estacional de la demanda, vuelve a aparecer la restricción a la exportación, que en 2005 había alcanzado la cifra récord de u$s1.500 millones. Todo apuntaba para repetir este año, pero terminó frustrándose.

Pasemos a los granos, donde un mundo ávido de consumo y la demanda creciente de los cultivos para generar energía llevaron a los cereales a los mejores precios desde mediados de los 90. Hoy, con retenciones e intervención sobre el mercado, los chacareros locales tienen un maíz que vale 130 dólares, que como plus arrastró al sorgo hacia arriba.

Los semilleros dicen que tuvieron una campaña muy buena de híbridos y que se quedaron sin stocks de sorgo, porque además la industria semillera está descubriendo el potencial de los mercados externos, sobre todo de países limítrofes para colocar ahí ese activo que es el conocimiento encapsulado en la genética.

El desafío, lo hablábamos con Gustavo Grobocopatel en la entrevista que se publica en esta edición, es llegar a 25 Mt de trigo. Una oferta de esa magnitud aliviaría las tensiones entre mercado interno y exportación. Y lo mismo pasaría con el maíz si llegáramos a 20 Mt.

Para Grobo, la debilidad es el esquema de retenciones que desestimula al chacarero a producir más. También dice que hay que acelerar las obras de infraestructura antes que otros desarrollen esa ventaja.

Es que el agronegocio global no solo mira a la Argentina y Brasil, este último país con una sensacional reserva de tierra cultivable en los Cerrados, sino también a Rusia, Ucrania y la Europa oriental, donde la productividad del campo sigue siendo baja por falta de aplicación de tecnología.

En síntesis: las condiciones están dadas pero es necesario no dejar que se impongan las debilidades y las amenazas.

Javier Preciado Patiño
jpreciado@infocampo.com.ar

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