Millones de productores argentinos y de gran parte del mundo leyeron y escucharon en las últimas horas la noticia que esperaban: finalmente, la Comisión Europea (CE) anunció que renovará el permiso para el uso del glifosato por otros 10 años.
La determinación aún no se formalizó, pero la CE emitió un comunicado en el que anticipó esta decisión, pese a que no hubo acuerdo entre los Estados miembros sobre si extender otra vez el aval al herbicida o prohibir su utilización.
“La Comisión, basándose en las exhaustivas evaluaciones de seguridad llevadas a cabo por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos (ECHA), junto con los Estados miembros de la UE, procederá ahora a la renovación de la aprobación del glifosato por un periodo de 10 años, sujeta a ciertas condiciones y restricciones nuevas”, indicó la CE.
Entre estas restricciones, dijo que se incluirá la prohibición del uso como desecante antes de la cosecha y la necesidad de ciertas medidas para proteger a los organismos no objetivo.
LA VISIÓN DESDE ARGENTINA SOBRE EL AVAL AL GLIFOSATO
La novedad fue rápidamente celebrada por la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe), que difundió un documento en el que analizó los beneficios que esta significa para la producción agrícola nacional.
“La renovación del glifosato permite a los productores agropecuarios continuar la producción de alimentos con herramientas y tecnologías que evitan la erosión del suelo (siembra directa), facilitan la agricultura conservacionista y regenerativa, y mejoran la capacidad de retención de agua en suelo entre otros beneficios”, enfatizó Casafe.
Pero destacó sobre todo que la decisión de la Comisión Europea “revaloriza el rol de la evidencia científica por sobre la percepción pública y culmina un proceso muy bien documentado”.
Al respecto, recordó que el proceso de reevaluación llevó más de cuatro años, con la intervención de cuatro países (Francia, Hungría, Países Bajos y Suecia), que en grupo analizaron un dossier con más de 100 nuevos estudios que se suman a los 16.000 estudios científicos inicialmente considerados por la EFSA (más de 100 son nuevos).
“Es sabido que el glifosato es una de las moléculas más estudiadas del mundo y hoy, una vez más, el Sistema de Regulación se basó en la información científica de calidad internacionalmente reconocida para rectificar la seguridad del herbicida para la salud de las personas y el ambiente, siempre que se utilice respetando las condiciones de uso para las que fue aprobado”, agregó Casafe.
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LA IMPORTANCIA PRODUCTIVA Y ECONÓMICA DEL GLIFOSATO
Un aspecto que no quiso soslayar la Cámara fue también la relevancia que tiene este herbicida para garantizar buenos rendimientos agrícolas en Argentina, que se traducen en más cosecha y más dólares para el país.
“El glifosato es una herramienta tecnológica clave para las exportaciones anuales de Argentina, que permiten el ingreso de divisas al país. Este herbicida junto a otras innovaciones posibilitó la expansión del desarrollo competitivo del sector agrícola nacional que, entre otros aportes, contribuyó a sacar a la Argentina de la crisis económica de 2002”, recordó Casafe.
Y advirtió que “de no haberse revalidado el registro de glifosato, las exportaciones argentinas y nuestro sistema de producir basado en el cuidado de los recursos mediante la siembra directa se hubieran visto amenazados”.
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Sucede que Argentina exporta alimentos de origen vegetal por más de U$S 7.000 millones a la Unión Europea, casi en su totalidad aportados por los cereales y oleaginosas y sus procesos industriales.
“En un contexto político y económico tan incierto, la renovación del glifosato genera un marco regulatorio de normalidad a las principales exportaciones del país, asegurando previsibilidad a la cadena agroindustrial”, prosiguió Casafe.
Asimismo, hizo referencia que las decisiones de políticas internas de la Unión Europea muchas veces inciden en las decisiones que toman otros países.
El riesgo al respecto es que, si se aprobara el fin del glifosato en Europa y eso fuera copiado por otras naciones compradoras de alimentos, podría afectar otros mercados perjudicando al total de las exportaciones agrícolas argentinas, que son de aproximadamente U$S 50.000 millones.