En otro intento por aplacar la ola de revueltas de productores a lo largo de toda Europa, una constante durante el invierno local, ahora la Comisión Europea buscó salir a dar un fuerte mensaje hacia el agro.
“Proponemos la imposición de aranceles a estas importaciones rusas para mitigar el creciente riesgo para nuestros mercados y nuestros agricultores”, explicó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
¿De qué se trata? De que se apunta a reducir la capacidad de Rusia para explotar a la UE en beneficio de su maquinaria de guerra.
“Y mantenemos nuestro compromiso de preservar la seguridad alimentaria mundial, especialmente para los países en desarrollo”, aseguró la funcionaria.
Según comentó, de esa manera, Bruselas estaría logrando “el equilibrio adecuado entre el apoyo a nuestra economía y a las comunidades agrícolas”.
“Al mismo tiempo, mantenemos nuestro apoyo inquebrantable a Ucrania“, afirmó.
LA IMPOSICIÓN A RUSIA
Se trata de aranceles del 50% extra para cereales, semillas oleaginosas y productos derivados procedentes de Rusia y Bielorrusia. También incluye al trigo, maíz y harina de girasol.
“Rusia tiene muchos mercados de exportación alternativos para sus granos aparte de la Unión Europea”, declaró el pasado viernes el Kremlin, en respuesta.
Su portavoz, Dmitry Peskov, dijo que “sería necesario el trabajo de expertos para determinar si Rusia o la UE sufrirían más con tales restricciones”.
La sobretasa que se le cargará al valor de la tonelada de productos provenientes desde Rusia será de 95 euros por tonelada.
Otra de las sospechas que existen en la actualidad tiene que ver con la posibilidad de que parte de las exportaciones agrícolas rusas sean provenientes originalmente desde Ucrania. “Cereales robados”, resumen algunos portales de noticias europeos.
Se calcula que el “recorte” económico que esta jugada de Bruselas podría causar en la economía rusa es de 1.300 millones de euros.
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PROTESTAS EN LONDRES
“No farmers, no food, no future”, se pudo leer este lunes en uno de los tractores que circularon por Londres, la capital inglesa. Se trató de una nueva escena en la cual productores agropecuarios demostraron su disconformidad con las políticas hacia el sector.
Una decena de vehículos de trabajo para el campo marcharon a lenta velocidad hacia el Parlamento británico. Uno de los reclamos fue en sintonía con lo propuesto recientemente por Bruselas: “detener la importación de productos de calidad inferior”.
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“Las encuestas muestran que el público respalda la agricultura y la alimentación británicas y quiere mantener nuestros altos estándares alimentarios y apoyar a los productores locales”, dijo Liz Webster, una productora ganadera y de productos agrícolas del oeste de Inglaterra a la agencia AP.
“Necesitamos un cambio radical de política y una salida urgente de estos terribles acuerdos comerciales que diezmarán los alimentos británicos”, sumó y aseguró que “el gobierno nos ha traicionado totalmente a todos”.