Decidir la variedad de soja a sembrar es clave para los productores, por ello cada año miran algunos parámetros, ensayos o trabajos de redes para definirla.
La Red Nacional de Evaluación de Cultivares de Soja (RECSO) es uno de esas redes importantes que se realizan a en el país.
¿De qué se trata la RECSO? El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en convenio de asistencia técnica (CAT) con la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA) evalúan los cultivares comerciales de soja a nivel nacional.
Para esta finalidad, se conducen ensayos divididos por grupos de madurez (GM) en 13 sub-regiones de cultivo (Ver Mapa).
El plan de siembra incluye normalmente hasta 63 localidades con ensayos dispuestos en varias épocas de siembra y en los que se evalúan los grupo de madurez más adaptados, según ciclo de cultivo para cada lugar.
La Estación Experimental Agropecuaria INTA Marcos Juárez coordina los ensayos a nivel nacional, es la responsable de la preparación de los mismos y del análisis de los resultados, bajo el seguimiento de los ingenieros agrónomos Cristian Angel Vissani y Francisco Horacio Fuentes.
Respecto al último ciclo 2019/20, Vissani detalló a Infocampo que se sembraron 123 cultivares correspondientes a 14 empresas de semillas de soja en la Argentina.
DATO: Una tabla que muestra la mejores tres variedades de soja durante las últimas tres campañas por subregión y grupo de madurez. (VER ABAJO)
“El total de cultivares evaluados presentan tolerancia al herbicida glifosato (sojas RR), mientras que el 35% son cultivares tolerantes a insectos defoliadores (sojas Intacta RR2 IPRO), el 28,5% son sojas tolerantes a herbicidas sulfonilureas (sojas STS) y el 8,2 % adicionalmente reúnen tolerancias a insectos y herbicidas (IPRO y STS)”, explicó.
Esta campaña se analizaron 300 ensayos comparativos de rendimiento que entregaron 15.342 datos parcelarios.
Según Vissani, la campaña se desarrolló con diferencias en las condiciones hídricas al inicio del cultivo según la zona. Por ejemplo, en la región nucleó sojera, en diciembre, el cultivo sufrió algún estrés hídrico afectando sus estadios vegetativos, sin impactar sobre el rendimiento.
“En febrero también se hizo notar la falta de precipitaciones, generando algún tipo de estrés hídrico en algún periodo, ya complicando el rendimiento de los grupos de madurez más largo (esa región, II-4) ya que se encontraban en el periodo de llenado de granos. Al final del ciclo del cultivo las precipitaciones acompañaron con normalidad y se cerrando las tareas de cosecha en un tiempo récord de recolección”, describió.
MIRA LAS MEJORES VARIEDADES LAS ÚLTIMAS TRES CAMPAÑAS POR ZONA