En primavera, lograr el equilibrio entre calidad de forraje cosechado y calidad de remanente no es tarea fácil. Mientras las primeras franjas se pastorean con calidad óptima, conforme avanza la estación se hace difícil controlar el exceso de pasto, lo que termina por afectar la ganancia de peso y la capacidad de rebrote de la pastura. Buscando ‘la voz de la experiencia’, traemos dos testimonios: uno desde el sur de Santa Fe y otro desde el oeste bonaerense.
Enrique Moro es productor Aapresid y hace ciclo completo de novillos en su establecimiento de Guaminí, al oeste de Buenos Aires, donde las pasturas ocupan un 20% de la superficie. En una zona semi marginal y dependiente de las precipitaciones, manejar el pastoreo no es cosa sencilla. “En años lluviosos no sabemos qué hacer con el pasto y en años como 2019 no sabemos qué hacer con el ganado”, explica. La variabilidad hace difícil prever recursos, por lo que la estrategia es: ‘donde hay excedente de forraje, hay reserva’, en general rollo.
“Tenemos pasturas puras de alfalfa o gramíneas, alguna mezcla de festuca y cebadilla y pasturas consociadas que en los últimos años decidimos simplificar, pasando de 10 a 3 ó 4 especies, generalmente alfalfa, ovillo y cebadilla”, señala Moro.
Moro apuesta al pastoreo rotativo, que maneja dependiendo del momento de la pastura y la categoría, pero con la premisa de nunca superar los siete días en una misma franja, para que las pasturas duren muchos años. Se ingresa con la pastura a punto y, tanto la carga como la categoría, se definen según disponibilidad de pasto. “Este año, la abundancia de pasto está siendo aprovechada por los novillos en terminación, los salidos de recría, los terneros salidos del destete, un lote de vaquillonas que van a segundo servicio – a las que ofrecemos el mejor forraje para no perder la segunda preñez – y hasta lotes de vacas de cría”, cuenta.
Pero sabe que en dos meses la situación puede dar un giro de 180° y tenga que sacar los animales porque el pasto se quemó o murió. “Lo difícil de la región es lograr estabilidad. El ciclo completo nos ayuda en ese sentido, así como la prevalencia de la ganadería sobre la agricultura, dos elecciones que nos dan plasticidad ante los drásticos vaivenes climáticos,” explica. La ganancia de peso ronda los 600 gramos. “En primaveras como esta estamos arriba de 1 kilo, sobre alfalfa pura con bolos para los novillos y pastizales”, dice el experto.
Anibal Bisio es productor Aapresid y también hace ciclo completo pero al sur de Santa Fe, en Las Bandurrias y Bigand. La cría se mantiene en campos naturales en suelos de menor aptitud, donde predominan gramíneas nativas anuales y perennes. La recría se hace en pasturas implantadas de base alfalfa con festuca, cebadilla y trébol blanco, en lotes que se rotan con cultivos agrícolas y forrajeros. El engorde final es a corral.
El pastoreo es rotativo, con frecuencias y duraciones variables según el recurso y la época del año. En campo natural los tiempos de ocupación van de 7 a 15 días, mientras que en pasturas implantadas de 2 a 7 días como máximo. “Tratamos de mantener estable la carga a lo largo del año, compensando con suplementación las variaciones en la productividad de las pasturas”, explica Bisio.
El pastoreo en primavera se realiza con animales de recría de entre 240 y 280 kilos, con alta carga instantánea y períodos de ocupación cortos, tratando de aprovechar las altas tasas de crecimiento. El momento de ingreso coincide con el inicio de floración de la alfalfa. Se pastorea a fondo dejando un remanente mínimo. Al mismo tiempo se van definiendo superficies a cortar para aprovechar los excedentes haciendo reservas.
“Con este manejo de primavera logramos aumentos medios diarios (AMD) de entre 500 y 600 gr/día, sin suplementación. El objetivo no es maximizar el AMD sino la eficiencia de pastoreo y la producción de carne por hectárea”, señala el productor. Además, con AMD superiores los novillos entran demasiado engrasados al corral de terminación. “Esto no es lo ideal teniendo en cuenta que los animales deben permanecer por lo menos 70 u 80 días para el blanqueo de la grasa, según requieran los compradores”. El peso de salida oscila entre los 360 y 400 kg.
Palabra de experto
En su paso por el Congreso Aapresid, German Berone (INTA Balcarce) dejó dos premisas fundamentales para un buen manejo del pastoreo en primavera. La primera: la calidad del remanente se define al entrar a la pastura, y no al salir. En pasturas base gramíneas el momento óptimo para entrar a la franja es con alturas de 15 cm. Al momento de reiniciar la vuelta conviene ir directo a las parcelas de 15 cm, salteando toda franja pasada (más de 30-40 cm) y destinándola a reserva.
En alfalfa hay que olvidarse de la regla del ‘10% de floración’ como parámetro para entrar y hacerlo cuando la altura ronda los 10-15 cm, lo que permite llegar a las últimas franjas con 35 cm. Ese límite asegura una proporción de hojas superior al 60% y, por tanto, calidad de forraje. Por encima de 50-60 cm, la franja va directo a reserva. Tanto en gramíneas como alfalfa, dejar remanentes de 5 cm permite rebrotes rápidos y de calidad.
La segunda premisa: quien maneja el pastoreo debe saber cuánto crece la pastura en una semana. Esto pone la lupa en la capacitación del personal y el monitoreo permanente. Pasturas en primavera monitoreadas mensualmente pueden requerir hasta 4 veces más de volumen de forraje para producir la misma cantidad de carne, versus aquellas monitoreadas con frecuencia semanal.