“¿Y por qué no 200 millones de toneladas?”, preguntó casi con ingenuidad Cristina Fernández en aquel larguísimo discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, a principios de marzo pasado cuando enumeraba, cual letanía, las infinitas metas del Gobierno, y se refería a la cosecha argentina de granos.
Y bien, ¿por qué no 200 millones?
Es cierto que hoy, probablemente con menos de 80 millones de toneladas como cierre del ciclo 2011/12, semejante volumen pueda parecer demasiado lejano, pero la realidad muestra que a la Argentina le sobran tierras, y tiene las condiciones agroecológicas óptimas, en más de un caso, como para llegar a ese tonelaje.
También está el conocimiento técnico de los productores (que son considerados líderes a nivel mundial en varias disciplinas), las lluvias son las adecuadas (generalmente) y el agua dulce subterránea. Aunque esta, ni siquiera esté evaluada aún, y por lo tanto, casi no se aprovecha, excepto en producciones muy intensivas.
Objetivamente se podría afirmar entonces, que con la tecnología actual el país está en condiciones de producir por lo menos 50%/70% de lo que logra en la actualidad, aún sin considerar la sequía que provocó graves pérdidas en la última campaña.
Dicho de otra forma, de no haber mediado esa circunstancia, se habrían rondado las 100 millones de toneladas en lugar de las 75/80 actuales, pero el país podría haber llegado sin mayor esfuerzo a 125/130 millones, y más aún también.
Lo mismo podría haber sucedido con otros varios rubros agroindustriales, especialmente de alimentos.
¿Por qué entonces no se alcanzaron tales metas?
“¡Es la política, estúpido…!”, sería la respuesta, parafraseando al estadounidense Bill Clinton.
Es que si las restricciones a la producción no son técnicas ni humanas, entonces hay que buscarlas en la economía, y cuando a nivel internacional estas condiciones fueron extraordinariamente buenas para los productos agroindustriales en los últimos 5/7 años, entonces las causas hay que buscarlas en las políticas internas.
¿Alguien se pregunta hoy cuáles podrían ser los niveles productivos solo si se hubiera contado con políticas similares a la de los países vecinos? Esto es, sin retenciones, con esquemas impositivos no expropiatorios, con seguridad jurídica (especialmente para inversiones de mediano y largo plazo como muchas en el campo), con estabilidad en las reglas de juego, etc.
Si aún existiendo todas estas limitaciones todavía quedan unos 280.000 productores agropecuarios, el rodeo vacuno ronda los 48 millones de cabezas y anualmente se siembran 30 millones de hectáreas que, con clima razonable, pueden arrojar cosechas de granos de 95/98 millones de toneladas (“reales”), entonces es fácil prever que, en un contexto adecuado el crecimiento productivo habría rondado, al menos, en un 30%/40%.
No se necesitan más diagnósticos para saber cuánto puede producir la Argentina. Lo que hace falta es revisión de las políticas que se vienen aplicando y que, en el mejor de los casos, frenan el crecimiento, mientras que en los más graves, hacen retroceder y hasta desaparecer las producciones.
En tal sentido, tanto el achicamiento del rodeo vacuno (alrededor de 23%, unas 8/10 millones de cabezas) como la actual previsión de caída del área a sembrarse con trigo, en cerca de 30%, son apenas muestras de los resultados obtenidos por las políticas de Estado que se vienen siguiendo.
No puede sorprender el malestar en el interior cuando, a pesar de los precios récord que alcanzaron en el mundo muchos productos del campo, la rentabilidad agropecuaria es cada vez menor, y hoy, por razones de política económica bien conocidas, directamente están casi paradas las inversiones. No se compra, no se vende, no se paga.
Es lógico que así tampoco se produzca.
Pero tal vez, crecer productivamente tampoco sea la expectativa oficial. De hecho, en los últimos años casi no se hicieron inversiones en infraestructura, caminos, transporte, ferrocarriles, comunicaciones, etc.
De acuerdo al trabajo presentado por al Fundación Producir Conservando, “en los últimos 40 años se transportaron por las rutas argentinas más de 1.700 millones de toneladas de granos, el 70% de las mismas por las rutas nacionales 5, 7, 8 y 9, y ninguna de ellas registró mejoras de importancia”.
Se podría agregar además, que en 1970 la cosecha no llegaba a 30 millones de toneladas y ahora triplica esa cifra.
También que entonces la participación de los FF.CC. era mayor que la actual, y que el estado de los caminos era sensiblemente mejor.
O sea, que aunque el Gobierno habla de “metas” que ellos consideran casi extraordinarias (cuando en realidad se podrían lograr tranquilamente solo sin intervenir como lo hacen), no están haciendo nada para aumentar y mejorar la infraestructura necesaria para tales niveles productivos.
Es claro que si Argentina produjera hoy lo que potencialmente puede, es decir, unos 130 millones de toneladas de granos, no podría transportarlos porque no hay caminos, tampoco trenes, faltan accesos a los puertos, almacenamiento, profundizar y balizar la Hidrovía. Se necesitan más teléfonos, más energía, más combustible para los camiones y para los maquinas agrícolas. Hay que importar más agroquímicos, más fertilizantes, atraer inversiones, frenar a las que se van, etc., etc., etc.
En síntesis, a la pregunta; ¿por qué Argentina no produce todo lo que puede? La respuesta de Bill Clinton sería: “¡Es la política, estúpido…!”.
Por Susana Merlo. Consultora Agropecuaria