Podría decirse que por sus venas, las de Eva Encarnación Cafrune, corren numerosas pasiones.
En primer término, por la música, aquella que conoció de su padre, Jorge Cafrune, un reconocido músico del folclore argentino y también recopilador y difusor de la cultura nativa del país.
En segundo lugar, el amor por los animales: aunque se recibió como agrónoma, estuvo a punto de estudiar veterinaria, y hoy tiene 7 perros y 6 gatos, todos rescatados.
Por último, gratitud por el INTA, el lugar que cobijó sus sueños y desafíos desde los primeros años de facultad hasta la actualidad, lo que implica una trayectora de más de tres décadas.
En otro capítulo de la serie de podcasts ELLAS, Cafrune cuenta su historia de una niñez errante y una pérdida temprana, ya que su padre falleció cuando tenía apenas cinco años.
Radicada la familia en Córdoba, decidió estudiar agronomía porque para poder acceder a veterinaria tenía que ir hasta Río Cuarto y el dinero no alcanzaba, pero luchó por lo que le gustaba y terminó siendo doctora en Ciencias Biológicas y hace más de 30 años trabaja en el INTA, donde actualmente es directora del Instituto de Investigación Animal del Chaco Semiárido.
-Contame de tu infancia, ¿Cómo estaba conformado ese hogar? ¿Qué te gustaba hacer?
-Mi familia estaba compuesta por mi mamá, mi papá y somos cuatro hermanas mujeres. Yamila, que es la cantante, la más grande, yo soy la más chica. Vivimos un tiempo largo en Los Cardales, era un pueblito cerca de Capital Federal. Hoy ya no es más un pueblito pero en ese entonces era chico y por eso nací en Campana. Yamila en capital, Victoria en La Rioja, porque con esto de las giras de mi padre… Y teníamos una casa en Los Cardales donde pasé mis primeros años, rodeada de caballos, que le gustaban a mi papá mucho. Con Osiris dábamos vueltas por el campo.
-¿Y el resto de la familia?
-Bueno, también formaba parte mi abuela, la mamá de mi mamá, que nos acompañó siempre. Y mis abuelos paternos que estaban más lejos porque estaban en Salta.
-¿Qué te gustaba hacer? ¿Qué te acordás de esos años de vida errante? Porque para un niño no es fácil hacerse amigos todo el tiempo, cada mudanza es una sangría…
-Gracioso porque hacíamos cosas. Mi papá tenía un caballo, su caballo amado, El Zorzal, que se muere y lo entierran en el campo y le hicieron un cerco con maderas. Y nuestro paseo era ir a la tumba de El Zorzal y llevarle florcitas… Después sacábamos frutas del árbol medio calientes. Y yo era chica, pensá que cuando se murió mi viejo yo tenía 5 años. Pero se vé que en algún sitio de mi espíritu impactaron porque me quedó bien grabado.
-¿Y cuando muere tu padre?
-Nos fuimos a Santa Fe, porque mi mamá era santafesina. Yo me escolaricé ahí. Y nos fuimos cambiando de barrio todo el tiempo… me parece que a mi madre le había quedado eso de ser nómade de mi padre (se ríe). Después nos fuimos a Córdoba, que es, en parte, donde yo trabajo. Un poco en Córdoba, Tucumán y Salta.
-¿Cómo siguió la cosa?
-Mirá, en esa época de Córdoba, vivíamos en un barrio universitario, todos “viejos” para mí en esa época, estudiantes de universidad. Y me aferré con mucho amor a una perra… me tuvo que padecer pobre perra.
– Llegó el momento de estudiar y elegiste Agronomía. ¿Por qué? ¿Qué te imaginabas haciendo? ¿Tenías un plan B? ¿Te veías haciendo otra cosa que no sea vinculada al campo?
-Yo tenía otro plan de estudio en la cabeza. Agronomía fue mi plan b. Yo quería estudiar veterinaria en Río Cuarto. Pero en esa época, lo que se planteaba en la familia no se discutía mucho. Vivíamos en la casa: mi mamá, mi abuela y nosotras cuatro. Seis mujeres y dos perras. Y mi mamá me dijo que no, que no se podía costear que me vaya a otra ciudad. Y mi abuela me dijo ¿y por qué no agronomía? Y le pregunté qué era agronomía. Porque no sabía lo que era. Y mi abuela me dijo “eso que tiene que ver con el campo”. Esa fue toda la descripción que tuve de la carrera y fui y me anoté. Y hoy con 52 años, si tuviera que elegir una carrera la elegiría de nuevo. El plan a no era tan b… estuve super satisfecha con lo que elegí. Aun sin saber ni qué era. Y no me veo haciendo otra carrera. Ni siquiera veterinaria, que era el plan a.
-¿Y el INTA? Empezaste joven…
-Sí, claro, el 20 de febrero de 1990, con una compañera. Empecé palo y palo con la facu. Se fueron desenvolviendo las dos cosas juntas. Teoría y práctica.
-Más de 30 años después, dos preguntas en una: ¿Qué es el INTA para vos? ¿Qué creés que es para el país, para el campo?
-Para mí es mi segunda casa. Yo terminé el cole a los 17. Y empecé INTA junto con la facultad. Creo que es una institución muy grande, inmensa en el valor que tiene, de una impronta territorial. Muchas veces INTA y Vialidad Nacional están en todos lados. Cuando uno empieza a conocer el INTA en el interior, hay lugares en donde el único actor del estado que está es el INTA. Y el apoyo a las economías regionales. Esas cosas más chiquitas que a veces no se ven desde un lugar central. Cuando uno puede ir conociendo el territorio se da cuenta de la importancia de trabajar con lo local. INTA es una gran red con ojitos y manos en todos lados. Y capacidades co-construidas con los actores en el territorio.
–Rescato lo territorial, el co-desarrollo con los productores y agrego que no sólo va a ayudar a los pequeños productores, porque a los productores grandes también lo ayuda. ¿Cuáles son para vos los desafíos del norte productivo? ¿Qué te entusiasma de eso?
-El instituto nuestro, el de Chaco Semiárido, está en Santa Rosa de Leales, provincia de Tucumán. Tiene un pedacito en Salta. Y tiene que ver con la amplitud de trabajo. En nuestro caso puedo ver ahora más las necesidades del sector. El desarrollo de capacidades en el territorio es clave para dar respuesta a un gran abanico de necesidades. Va desde los pequeños productores hasta las grandes empresas.
-¿Qué es lo que más te gusta de lo que hacés hoy? Cuando te levantás y sentís “¡Qué bueno que me va a tocar hacer esto!”
-A mí me gusta mucho lo que hago. A veces son desafíos grandes pero seguimos. Poder generar cambios positivos, cosas que se vayan acomodando y se logren. Un colaborador de INTA me decía “gestionar es hacer que las cosas sucedan”. Cuando trabajás en gestión trata de lograr cambios para mejor.
FUERA DEL SURCO
-Los animales, especialmente los perros, los gatos… ¿Cuántos tenés? ¿Cómo se llaman?
-La primera perra es que te dije era Laica, una ovejero alemán. Ahora el problema es que todos los que tengo son animales rescatados. Y es algo que comparto con mis hijos. Candela es la más grande que estudia veterinaria en La Plata, y Pedro y Manuel que estudian en Córdoba. Los cuatro somos que no podemos ver un animalito tirado. Entonces tenemos 7 perros y 6 gatos. Los perros son Bruno, Aitana, Chicho, Rosita, que la rescatamos en Santa Rosa; India, que fue por una yegua de mi abuelo; Coca y Vene, que fue abandonada de cachorrita en la Plaza Venezuela cerca de casa.
-¿Y los gatos?
-Toreto, Gloria, Atima (este es por un libro bellísimo que se llama “El espejo africano” y Atima es la protagonista, una mujer negra); Bruna, Luna y Momi
-¿Hay alguna actividad por fuera del trabajo en la que busques resetearte?
-Me gusta la lectura y me gusta mucho juntarme con amigos. Tengo grupos de amigos de distintos lugares, con distintas cuestiones en común. Y compartir me gusta mucho. El último fin de semana nos fuimos con un grupo de madres de mi hijo que terminó hace 5 años el secundario y nos seguimos juntando. Nos conocemos desde que iban a 3er grado. Y realmente me resetea mucho. Recargo pilas y vuelvo e la trinchera.
-Cuando escuchás música, ¿por dónde vas? Tenés en la familia una fuerte impronta musical. ¿Qué tanto de la música se metió en tu sangre y tus entrañas?
-Me gusta mucho la música. Me gusta más cuando es en castellano. Porque la entiendo más. Pero me decís Queen o Elvis y me encantan. Hay músicas que trascienden el idioma. Y por elección el folclore siempre suena y sonó en casa. El artista favorito es mi viejo. Me gusta todo lo que simboliza. Además de cómo canta. Y con esto de viajar mucho por mi trabajo, siempre me cuentan historias caseras, que me van construyendo la identidad de mi padre, que me faltó porque falleció cuando era chiquita. Mi tema preferido es “La cautiva”, la versión cantada por mi viejo y la versión que hace con Yamila, un armado después que mi papá había muerto. Me gustó siempre la elección de canciones que hizo mi viejo. El era intérprete, no autor. Y no hay cosas que no hay tocado: hachero, algodonero, etc.
-Cuando mirás series o películas, ¿por dónde vas?
-Las de terror ni loca, porque las padezco. Las de acción me gustan pero por ahí quedás con la adrenalina alta. Me gusta mucho el cine argentino. Soy fanática. Cuando hay lindo cine argentino me gusta mucho. Las románticas y de aventuras también. Ponele, “Piratas del Caribe”. Y series no, porque me engancho y soné. Soy capaz que me quedo hasta las tres de la mañana mirando un capítulo tras otro y al otro día hay que ir a trabajar.
-¿Algún lugar que te gustaría conocer?
-Fiambalá, La Rioja. Me gustaría ir. Me gusta mucho Argentina. Los lugares que tenemos es hermosa. Uno de los proyectos jubilatorios es ir recorriendo lo que me falta. Y de afuera. México quizás. Y Machu Pichu, y las pirámides. Por la historia de la civilización y la cultura que implican esos lugares.
-¿Alguna frase de cierre? O mensaje…
-La frase la tengo pegada en el pizarrón en mi oficina. Es el que te dije, “gestionar es hacer que las cosas sucedan”. En eso es donde trabajo en lo laboral. Es lo que me motiva. Depende muchas veces de nosotros y de traccionar voluntades para que pasen las cosas. Había otra que me pareció bonita de un libro que se llama “Amadísimo patrón: Eugenia Castro, la manceba de Rosas”. No me puedo acordar de la autora (N de la R: Susana Bilbao), que cuenta la historia de Rosas y cuenta que cuando él está en el exilio, le decía creo que a su hija, que él escribía en el papel y cuando escribía sentía que podía descargar la angustia que lo agobiaba. Cuando el papel absorbía la tinta esos sentimientos quedaban en el papel. Esa imagen me quedó siempre muy grabada.
MUJERES EN CAMPAÑA
“ELLAS” es una serie de podcasts realizados por Infocampo con mujeres de campo que inspiran por su historia emprendedora, y que cuenta con el acompañamiento de “Mujeres en Campaña”, una iniciativa de New Holland Agriculture que ya tiene un camino recorrido y embajadoras de distintos lugares del país.
La Iniciativa Mujeres en Campaña (MEC) surgió cuando comenzamos a notar que existen muchas mujeres involucradas en el campo con grandes capacidades y que todas teníamos algo en común: la necesidad de compartir experiencias vinculadas al campo y al trabajo rural, nuestro principal objetivo es visibilizar el rol de la mujer rural en cualquiera de sus tareas sea como cliente o como una referente para el sector”, señaló Natalia Álvarez, referente de Marketing New Holland Argentina.
Desde “Mujeres en Campaña” desarrollaron el concepto de “embajadoras” que permite conocer un poco más de cada una en su rubro y, a su vez, difundir cómo trabajan y cómo se sienten.
El objetivo de este maridaje entre ELLAS y Mujeres en Campaña es llegar a mujeres de distintas edades y distintas zonas geográficas. “Nos enorgullece cuando un padre nos comenta que le recomendó a su hija inscribirse en nuestra plataforma para capacitarse y realizar algún curso de los que ofrecemos”, agregó Álvarez.
Desde la plataforma de MEC, se puede acceder a capacitaciones, foros, talleres, entrevistas y contenido de interés, además, cuenta con una Feria de Emprendedoras para dar a conocer los proyectos que lideran las seguidoras.