Como director de la Fundación Instituto de Negociaciones Agrícolas Internacionales, el Dr. Ernesto Liboreiro participó a fines de mayo de dos congresos internacionales realizados en Barcelona.
El primero de ellos, organizado por el Centro Internacional para el Comercio y el Desarrollo Sustentable y la U. de Barcelona se ocupó de los desafíos del comercio internacional, mientras que el segundo, al que se sumó el International Policy Council como organizador, llevó como leit motiv “El futuro de la agricultura: un diálogo entre las partes”.
De vuelta en Buenos Aires, y previo al seminario del que participa el Inai sobre Inserción Agrícola Global, Liboreiro conversó con Infocampo.
-¿Cuáles son los temas que usted rescata de los presentados en estos congresos?
-Por ejemplo, que algunos países estén volviendo a plantear el tema del autoabastecimiento de alimentos, en este contexto de altos precios internacionales y algunas restricciones a las exportaciones.
-¿De dónde proviene ese planteo?
-Diría que fundamentalmente de la Unión Europea. Para ponerlo en contexto, hay que decir que después de la Segunda Guerra Mundial uno de los objetivos que buscaron los países europeos fue el autoabastecimiento en materia de alimentos.
Eso quedó plasmado en el Tratado de Roma de 1958, que dio origen a lo que hoy es la Unión Europea. Con el paso del tiempo, se incrementó la productividad y el tema fue perdiendo relevancia. Pero con esta situación internacional, donde los precios han subido mucho, hay quienes plantean que hay que volver a protegerse, dado que hay países productores de alimentos que están limitando sus exportaciones.
-Lo que usted menciona es el origen de la Política Agrícola Común
-Y un gran daño a los países en desarrollo.
-¿Y se hizo mención de ello?
-No, para nada. Lo que pasa es que conozco el contexto cuando se habla de autoabastecimiento. De hecho, dentro de la misma Unión Europea hay países más proteccionistas, como Francia, Polonia o Irlanda, y otros más favorables al intercambio comercial en materia agrícola, como Suecia o el Reino Unido.
-Me imagino que también se habló sobre la ronda Doha.
-Sí, por supuesto. En este sentido hay países que piensan que se está cerca de un acuerdo en materia de agricultura, pero lejos en productos industriales. Sacando casos como Francia e Irlanda, el documento del coordinador (de la OMC) sobre agricultura fue bien recibido por muchos países, entre ellos la Argentina. No ocurrió lo mismo en el caso del documento sobre productos industriales. Hoy negociar estos productos se ha vuelto más difícil que los agrícolas.
–Esto implica un cambio respecto de lo que venía ocurriendo.
-En verdad, hoy pienso que los países interesados en proteger los sectores industriales argumentaban por los agropecuarios. Como se estaba muy lejos de llegar a un acuerdo en agricultura, se escudaban en ella y querían que los países con agricultura tomaran posiciones duras. Yo me fui dando cuenta con el tiempo. Me llamaba la atención que representantes de la industria estuvieran tan pendientes de lo que ocurría con la agricultura y fogonearan para que no hubiera acuerdo en esta última área. Era una estrategia del sector industrial pedir que en la Argentina y en otros países se exigiera más en agricultura para que nunca llegara el momento de hacer concesiones en industria.
-¿Se hizo mención a las restricciones en materia de exportaciones agroalimentarias?
-Hubo menciones por parte de personas de los países desarrollados y en desarrollo respecto de que la nueva agenda de negociaciones y la nueva prioridad para las investigaciones incluyan temas nuevos, como los altos precios de los alimentos, los biocombustibles, el cambio climático y las limitaciones a las exportaciones.
-¿Se abordó el tema de los biocombustibles?
-Es otro de los puntosque quería destacar.Lo que ahora seescucha es que en laUnión Europea y enlos Estados Unidoscomienza a habervoces críticas respecto de losbiocombustibles. El punto sensiblees la utilización de cultivosalimentarios en la producciónde energía, como puede ser elmaíz para etanol o los aceitesvegetales para el biodiésel. Laidea es que la producción debiocombustibles se base en lacelulosa, lo que se conoce como biocombustibles de segundageneración, en tierras que no seusan para producir alimentos.
-¿Se mencionó también el impacto ambiental de la producción de los biocombustibles de primera generación?
-No escuché al respecto. Sí hubo algunos cuestionamientos a la eficiencia o balance energético en el uso del maíz o el trigo la producción de etanol.
En cambio, parecería quedar claro que la producción de etanol a partir de caña sí tendría un balance positivo.
-¿Qué otra cuestión destaca de la agenda de los congresos?
-Por ejemplo se habló de los términos de intercambio, en términos de revisión. Históricamente hubo una cantidad de países como Rusia, China, la Argentina o la India, que privilegiaron el desarrollo industrial transfiriendo recursos desde sus sectores primarios, sea el agropecuario o el minero. Esta práctica encontró sustento teórico en la teoría de un argentino, Raúl Prebisch, que habló de los “términos de intercambio” (la caída de los precios agropecuarios en relación a los industriales), al cual se le sumó el germano-británico Hans Singer y que caló hondo en muchas economías. Incluso me ha llamado la atención, estando en la India, cómo había penetrado esa teoría. Pero hoy en día, con el cambio tecnológico y el aumento de la productividad agrícola, se plantea la legitimidad de esa transferencia de un sector a otro. Lo que se está diciendo es que habría que volver a investigar este asunto, a la luz del escenario actual.
-¿Algún tema más?
-Sí, el de cambio climático. Si bien es factible que en nuestro país no se perciba demasiado esta problemática, porque parecería que tenemos recursos en abundancia (fundamentalmente el agua), en países de Asia y África tiene una gran vigencia, porque se piensa que los problemas de la contaminación ambiental y el mal uso de las tierras agravarán las restricción a la producción de alimentos.