Alejandro Ballari (foto) integra, junto a sus hermanos, la empresa familiar “Ballari, Dardo Alfredo y otros”, en Bell Ville, provincia de Córdoba. Él reparte su tiempo entre las decisiones agronómicas y administrativas de la firma.
A lo largo de los años, este productor fue cambiando su estrategia productiva. Dejó el trigo de lado en esos ambientes, de aptitud productiva muy pareja del sudeste cordobés, para enfocarse en dotar del mayor potencial a los maíces. En este ajuste, tampoco escatima en la nutrición vegetal: práctica una triple fertilización para el maíz y se reconoce como muy gustoso por la genética norteamericana.
Para él, los altos rendimientos son su principal objetivo. Esta campaña, igualmente, y a partir de La Niña y la posible erraticidad de las lluvias, buscará ser más cauto con su estrategia de manejo en el cultivo.
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“El 70% de los campos que siembro son muy parejos, pero, en el restante 30%, hago prácticas sitio-específicas”, describe.
La empresa de los Ballari, además, cuenta con máquinas propias: dos sembradoras, un pulverizador, fertilizadora, cosechadora y transporte. Asimismo, aplican un manejo sitio-específico de la agricultura en ese 30% de la superficie que es un mosaico de suelos.
En el proceso de alcanzar estos altos rendimientos le recomiendan la genética de Stine, hace tres campañas. Él ya conocía al semillero por diferentes viajes que había hecho a Norteamérica.
PROBANDO Y COMPROBANDO
“Por medio de ensayos que hago en los que campos que siembro, con la mejor genética de distintos semilleros en ciclos cortos, notaba que un híbrido de excelente performance en redes de experimentación, solo conseguía un rendimiento promedio en mis lotes., confiesa, sobre la forma en la que decide y genera datos ajustados a su planteo.
A todos los maíces que prueba, agrega, lo hace con la mejor tecnología: triple fertilización nitrogenada y altos niveles de fósforo. Ballari, hasta la campaña pasada, decidía su manejo contando con la presencia cercana de la napa freática.
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El productor recuerda que, con la primera prueba que hizo de híbridos de Stine, había uno de ellos, que ya no está en la paleta de productos, que alcanzó los 205 quintales por hectárea. Quedó sorprendido.
“Me interesan mucho los materiales cortos de Stine, de unos 110 días de madurez fisiológica, porque logran rendimientos altísimos para el promedio argentino. Tal vez, en Estados Unidos son productividades normales, pero acá son atípicos”, dice y aclara que, además, le gustan por la buena estructura de planta y la sanidad.
LO QUE VIENE
En las últimas dos campañas, Ballari sembró el ST 9734-20, con tecnología Liberty Link. En el último ciclo 2021/22, el híbrido pudo sembrarse en fecha óptima y llegar con buena condición hasta el momento en se terminaron las precipitaciones, a mediados de diciembre de 2021.
“Considerando que parte del ciclo se cortó, el híbrido rindió 80 quintales”, subraya. Asimismo, explica que al 9734-20 lo fue sembrando en ambientes de inferior calidad por una cuestión de rotaciones.
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“Son ambientes con mosaicos de suelos y en las mejores partes, con siembra y fertilización variable aplicada, el híbrido llegó a picos de 170 quintales. En esos micrositios, se dosifica a razón de 180 kilos de nitrógeno elementos por hectárea y entre 85.000-87.000 plantas”, detalla.
Debido a que, entre julio y agosto, llovieron entre 40 a 60 milímetros, esta campaña no se pondrá altos objetivos: comentó que el techo serán los 150 quintales por hectárea, con una doble dosis de fertilización,
Asimismo, adelanta que, esta nueva campaña, probará un nuevo híbrido corto de Stine, el ST 9741-20 (Liberty Link y Agrisure Viptera 3), que “los técnicos ya me comentaron que es muy superior a ST 9734-20”, se entusiasma.