Quienes andan ruteando, de campo en campo (sea agrónomo, contratista, productor, asesor o comercial), saben que las mejores comidas se obtienen en los lugares más recónditos. La estación de servicio tal, el cruce de rutas aquel o el almacén del pueblo equis.
Sucede que muchos de esos lugares tienen la particularidad de estar atendidos por sus propios dueños y la cocina (sean “sanguches”, asados o minutas) tienen la mano y el cariño del lugareño.
De esto se trata la nueva historia de la serie de podcasts ELLAS, en la que María Inés “Marinés” Campelo es la protagonista.
Hija de un reconocido amansador de caballos en el oeste de Buenos Aires -que trabajó para Héctor Barrantes primero y para Gonzalo Pieres después (dos emblemas del polo argentino)-, casada con un contratista (Guillermo González), cuando la sorprendió la pandemia, se fue al campo, en el pueblo de Lértora (a 28 kilómetros km de Trenque Lauquen) a acompañar a su marido y escapar del encierro.
Así surgió la posibilidad de reabrir un viejo almacén, “El boliche de Lértora”, un lugar que en 2024 cumple 100 años y que había quedado hace tiempo en la familia de Guillermo.
Hoy, allí se puede comprar casi de todo y los fines de semana, con reserva, se puede ir a comer. Cuenta María Inés que allí se hacen además reuniones (de Grupos CREA, de Los Grobo, entre otros) y eventos como cumpleaños y reuniones familiares.
– Contame de tu infancia, ¿dónde te criaste? ¿Cómo estaba constituida esa familia?
– Nos criamos en el campo. Mi papá era un hombre dedicado a las tareas rurales, más que nada al amanse de caballos para polo. Trabajó durante muchos años para Héctor Barrantes y después para Gonzalo Pieres. Y mi mamá lo acompañaba. Vivíamos en el campo.
– ¿Qué recuerdos tenés de niña del campo?
– Los más lindos. Tuve una infancia re linda. En el corral, con los caballos. Siempre pegada a mi papá. Viste que la vida de campo es muy linda.
– ¿Es cierto que tu padre domó caballos para la realeza de Inglaterra?
– Mi papá, Jorge José Campelo, aunque todos lo conocían como “Cachulo”, era un groso. Fue domador de caballos para Héctor Barrantes durante muchos años (N de la R: empezó a jugar polo a los 15 años en 1967, la vida lo conectó con Susan Ferguson, la madre de Sarah Ferguson, Duquesa de York) y en un momento, Barrantes le propuso a mi padre llevarlo a Inglaterra a domar caballos de polo. Así viajó una vez, domó caballos y como Barrantes estaba muy vinculado a la corona, había caballos que eran de la reina.
– ¿Cómo siguió esa historia?
– Los primeros siete caballos que domó en Inglaterra eran para el Príncipe Carlos. Fue a probarlos él en persona y su hermana Ana. Después aquel primer viaje la gente quedó muy contenta con su trabajo y le pidieron que vuelva a ir. Pero esa vez mi padre le dijo que iba, pero si podía llevar a toda la familia. Y así fue como viajamos todos a Inglaterra, estuvimos viviendo allá. Cuenta mi mamá que nosotros teníamos una credencial para ir a Buckingham y entrar por lugares que no podía entrar cualquiera. Cuando se vinieron para Argentina lo llamaron y le ofrecieron irse a Arabia Saudita, pero “Cachulo” dijo que no cambiaba Argentina, el asado y los amigos por ese trabajo (se ríe).
– ¿Lo admirabas a tu papá, no?
– Mi viejo era groso, groso en serio. Once años estuvo domando para Barrantes, se domaba por tropilla, eran 30-35 caballos. Si sumás eso a los años que estuvo después con Gonzalo Pieres, uff… fueron muchísimos caballos. Era un hombre que domaba y le ponía todo. No importaba que lo hiciera para vos, para un polista o para la reina de Inglaterra.
– ¿Algo que te acuerdes o alguna anécdota de aquellos viajes?
– Cuando viajamos por segunda vez, cuenta mi mamá que en el aeropuerto donde hacíamos escala los maleteros estaban de paro y había pocos trabajando y de poco humor y revoleaban las valijas para todos. El asunto es que a mi papá, Barrantes le había pedido que se traiga un cencerro para ponerle a una de las yeguas, y dice mi mamá que en un momento se abrió la valija porque la habían tirado y salió volando el cencerro rodando. Nos reímos mucho.
– ¡Qué lindas historias! Volvamos a la tuya. Con todo eso, ¿no pensaste en estudiar agronomía o veterinaria?
– No. Hice el secundario, pero no seguí ninguna carrera. Me casé muy joven y ahí me fui a vivir al campo de nuevo.
– Y te casaste con tu marido, Guillermo, que es contratista. ¿Cómo es ser la mujer de un contratista?
– Bien… no sé… yo siempre digo que el factor climático es fundamental en tu vida y nos cambia el humor. Los que trabajamos y vivimos en el campo el clima es casi todo.
– ¿Qué hacías en tu vida hasta que reabriste el noliche?
– Tengo mi casa en Trenque Lauquen y tengo mi negocio allí también que se dedica a la venta de plantas de interior y exterior, a su vez teníamos anexados muebles de jardín, adornos, macetas, insumos de vivero, de todo un poco.
– Pero en marzo de 2020 vino la pandemia y quedaste encerrada en tu casa de Trenque y tu marido trabajando en el campo. ¿Qué pasó ahí y cómo se te ocurrió reabrir el boliche?
– Esto había estado cerrado un buen tiempo. Guillermo que siempre trabajó en los alrededores se daba una vuelta, pero no veníamos acá y estaba cerrado. Cuando nos agarró la pandemia, él se empezó a quedar en el boliche porque entrar y salir de los pueblos era difícil, había horarios, y después de quedarse una semana, cuando volvió a casa en Trenque Lauquen me preguntó ¿Vos qué pensás hacer? ¿Cómo que pienso hacer?, le dije. “Y, si te vas a venir para allá, si querés hay mucho para hacer en el campo”. Y bueno, agarré mis cosas y con mi hijo, el que todavía vivía con nosotros, los otros dos estaban ya independizados, nos vinimos. Y empecé a hacer cosas, y viste que la vida de campo es más libre.
– ¿Y entonces?
– Me puse a hacer cosas y no paré. Y después de haber estado un par de semanas, que no sabía cómo seguía la cosa, que parecía que venía para largo, le dije a Guillermo que quería habilitar el almacén. Y así fue. De a poco lo fuimos acomodando. Y lo mismo que nosotros nos habíamos instalado ahí había otros que también habían hecho lo mismo, gente que vivía en Buenos Aires o Trenque Lauquen u otra ciudad, se vinieron. Y esa gente cuando se enteró que yo había reabierto el noliche de Lértora empezaron a venir. Y así empecé a trabajar.
– ¿Cómo es el boliche? De esos que está sobre calle de tierra, casona vieja…
– Es una casa grande, de hecho, el salón tiene 22 metros por 8. Tiene cuatro puertas dobles que dan al frente. Todo piso de madera, mostradores de pinotea. Las clásicas paneras de los antiguos almacenes. El boliche se conserva bastante original, que es lo que llama la atención, porque la construcción va a cumplir el año que viene 100 años. Y bueno, se fue mejorando y fuimos reciclando, tratando de no perder la esencia.
– ¿Qué te imaginaste cuando pensaste en reabrir el boliche? ¿Imaginabas lo que finalmente fue?
– Yo me lo imaginé. Me imaginé esa concurrencia. Y mirá, cuando hablé para poner Internet le dije a la empresa que yo quería una conexión que permita que 30-40 personas se puedan conectar. Yo ya mi imaginé esa cantidad de gente comiendo en el lugar.
– ¿Qué vendes ahí? ¿Qué busca la gente?
– Hay mercadería de todo tipo de almacén de barrio. Y después, los fines de semana, la gente viene, previa reserva, a almorzar.
– ¿Cocinás vos?
– Se hace todo en familia. Guillermo o alguno de mis hermanos hacen el asado. Mi madre en la cocina conmigo. Todos colaboran.
– ¿Vos aprendiste a cocinar de tu madre?
Si, claro.
– ¿Qué comida recordás de cuando eras chica?
– Uff… las tortillas, las empanadas, las milanesas, el tuco, los fideos caseros.
– ¿Cuál es tu plato preferido, el que a vos te sale rico?
– En la cocina, no tenemos un plato complicado. Pero te diría, las empanadas, estofado, milanesas… en realidad lo que hacemos mucho es asado, porque es algo que siempre gusta y a la hora de armar un menú para mucha gente no se complica. Después, hemos hecho en cantidad guiso de lenteja, locros… las comidas que hacemos son sencillas.
– ¿Y qué es lo que te gusta o te motiva de tu trabajo?
– El poder andar. Yo vivo afuera. Salir. Tengo mi huerta, mis gallinas, siempre algún bicho. Si a eso le sumamos lo otro. Hablar con la gente.
FUERA DEL SURCO
– Llegamos a la parte de la entrevista en que hablamos de otras cosas que no tienen que ver con el campo, sí con la vida diaria. ¿Tenés algún hobbie o algo que te saque de la cotidianeidad laboral?
– Caminar me gusta. Me encanta. Camino 10 kilómetros todos los días. Si no es a la mañana es a la tarde, la tardecita, le busco la vuelta para que las dos horas que me lleva las haga sí o sí.
– ¿Y cómo has visto la evolución de la participación de la mujer en el medio rural?
– Creo que hoy la mujer está más presente y fuera de la cocina e la casa de campo. Hay mujeres acá que manejan el tractor o me ha pasado cuando salgo a caminar y me encuentro con una chica que viene a cargar cereal en el camión.
– ¿Algún lugar, ciudad, país que te gustaría conocer?
– Inglaterra. Terminar de conocerla, porque he viajado alguna vez pero me gustaría volver.
– ¿Algún lugar que conozcas de nuestro país u otro lado que te haya gustado?
– Argentina es toda linda. Tenés lugares hermosos de sur a norte.
– ¿Música qué te gusta escuchar?
– Me gusta mucho el folclore, pero me gusta de todo. No hay un día en el que no escuche música, antes que las noticias.
– ¿Una mujer que haya sido tu inspiración o que admires?
– Mi mamá. Es una genia. La veo a ella y parece que no se cansara nunca.
– ¿Alguna frase de cabecera o algo que te inspire, que te motive?
– Más que una frase te diría una palabra, pasión. Es algo que no puede faltar en ningún aspecto de la vida.
MUJERES EN CAMPAÑA
“ELLAS” es una serie de podcasts realizados por Infocampo con mujeres de campo que inspiran por su historia emprendedora, y que cuenta con el acompañamiento de “Mujeres en Campaña”, una iniciativa de New Holland Agriculture que ya tiene un camino recorrido y embajadoras de distintos lugares del país.
La Iniciativa Mujeres en Campaña (MEC) surgió cuando comenzamos a notar que existen muchas mujeres involucradas en el campo con grandes capacidades y que todas teníamos algo en común: la necesidad de compartir experiencias vinculadas al campo y al trabajo rural, nuestro principal objetivo es visibilizar el rol de la mujer rural en cualquiera de sus tareas sea como cliente o como una referente para el sector”, señaló Natalia Álvarez, referente de Marketing New Holland Argentina.
Desde “Mujeres en Campaña” desarrollaron el concepto de “embajadoras” que permite conocer un poco más de cada una en su rubro y, a su vez, difundir cómo trabajan y cómo se sienten.
El objetivo de este maridaje entre ELLAS y Mujeres en Campaña es llegar a mujeres de distintas edades y distintas zonas geográficas. “Nos enorgullece cuando un padre nos comenta que le recomendó a su hija inscribirse en nuestra plataforma para capacitarse y realizar algún curso de los que ofrecemos”, agregó Álvarez.
Desde la plataforma de MEC, se puede acceder a capacitaciones, foros, talleres, entrevistas y contenido de interés, además, cuenta con una Feria de Emprendedoras para dar a conocer los proyectos que lideran las seguidoras.