Durante varios años la Chacra Experimental Blanca Grande perteneciente al Ministerio de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires permaneció cerrada. Hace cuatro volvió a la actividad. Recientemente realizó su primera jornada a Tranqueras Abiertas. El objetivo es servir de modelo productivo para un área de influencia que abarca los partidos de Tapalqué, Bolívar, Olavarría y Laprida, en plena Cuenca Deprimida del Salado. “Si aquí funciona, tiene que andar en la zona”, sostienen los productores de la región. Ubicada en el límite de los partidos de Bolívar y Olavarría, el eje de trabajo de la Chacra pasa por incrementar la producción de pasto y de esta forma aumentar la eficiencia ganadera. En lo que hace a rodeo de cría, el objetivo es mantener en el tiempo una carga superior a 0.85 EV/ha/año.
Para esto se experimenta sobre producción de materia seca con promociones de raigrás con diferentes antecesores.
El modelo. La Pampa Deprimida bonaerense está considerada la zona de cría más importante del país. Es común que los recursos forrajeros sean utilizados durante todo el año con variaciones no controladas en la carga animal, hecho que impacta en forma negativa sobre muchas especies valiosas.
Sobre el mejoramiento de suelos alcalinos, característicos de esta zona, el ingeniero Mariano de la Vega manifestó que hay dos opciones, continuar manejándolos como siempre, produciendo pocos kilogramos de carne/ha o introducir un cambio rotundo en el manejo, favoreciendo el desarrollo de especies adaptadas. Los campos naturales de bajos no mejorados en la zona pueden producir forraje dentro de un rango que va desde 500 a 2.000 kg de Ms/ha/año. Son suelos afectados por diferentes grados de alcalinidad y serias limitantes de drenaje. Se caracterizan por la disminución de las gramíneas invernales y el aumento de las malezas.
Para De la Vega, la clave es aumentar la producción de pasto y mejorar su aprovechamiento. En este sentido, el técnico recomendó controlar malezas con aplicaciones de glifosato para el barbecho químico, con un distanciamiento de 45 a 60 días, previo intenso pastoreo del lote durante la primavera.
Sobre la fecha de siembra, recomendó la necesidad de que la pastura tenga su sistema radicular desarrollado antes del invierno. En tanto que los materiales a utilizar son agropiro a razón de 30 kg/ha y una profundidad que no supere los 2 centímetros y Lotus tenius, 3 kg/ha sembrado al voleo. En algunas situaciones, según el técnico, puede resultar interesante agregar 1 kg/ha de trébol blanco.
Para De la Vega, es vital la fertilización a la siembra con nitrógeno y luego refertilizaciones con fósforo y nitrógeno cuando sea necesario a la salida del invierno, acción que permitirá triplicar la producción de materia seca por hectárea y adelantar 30 a 40 días la curva de producción de pasto primaveral. Con este manejo, el técnico expresó que se pueden obtener 3.000 kg/Ms/ha/año adicionales, teniendo en cuenta que 10 kgs/Ms corresponden a 1 kg de carne, obteniendo un ingreso neto por hectárea de 266.34 pesos y un margen bruto de 97,53 $/hectárea.
Milva Beloso | Especial para Infocampo