El problema de las malezas de difícil control se agudiza campaña tras campaña y tiene a mal traer a los agricultores. Para lograr mantenerlas a raya, es fundamental realizar un manejo adecuado e implementar buenas prácticas, en definitiva, volver a la Agronomía con todas las herramientas que la ciencia y la tecnología ponen a disposición para producir de manera eficiente cuidando el ambiente.
“La aparición de malezas resistentes y tolerantes en un lote no es más que el resultado de prácticas rutinarias que incluyen, entre otras cosas, el uso de unos pocos herbicidas. Como consecuencia, la lista de especies de difícil control crece todos los años”, indicó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
En la búsqueda de soluciones y respuestas frente a este problema, un estudio del INTA Manfredi –Córdoba– determinó que la inclusión de trigo y maíz temprano al esquema de producción reduce la densidad de las malezas en los lotes.
En los últimos años, el sistema productivo en la región central de Córdoba se caracterizó por el aumento del monocultivo de soja, la disminución de la superficie sembrada con trigo y el retraso de la fecha de siembra del maíz. “Estos cambios tuvieron consecuencias negativas para los sistemas productivos como el incremento en el uso de unos pocos herbicidas y la aparición de malezas resistentes”, dijo Diego Ustarroz, especialista en control de malezas del INTA Manfredi,
De las 17 malezas resistentes a herbicidas confirmadas en la Argentina, al menos ocho se detectaron en Córdoba. “Sin dudas, esto es un indicador de las acciones y pone de relieve la importancia de transformar las prácticas agronómicas actuales. Hoy por hoy, el control de malezas no es sustentable y es necesario un cambio”, advirtió Ustarroz.
Según el INTA, períodos de barbechos (sin cultivar) muy largos sumado a una disminución en la rotación de herbicidas con diferente modo de acción derivó en la aparición de biotipos con resistencia múltiple. Para revertir la situación, Ustarroz propuso incorporar los cultivos de trigo y maíz temprano a los esquemas productivos de la región central de Córdoba. “Ambos son estratégicos. El primero reduce la cantidad de nacimientos de plántulas de malezas y compite por luz, agua y nutrientes; mientras que el segundo, permite la aplicación de herbicidas con modos de acción diferentes a los utilizados en soja”, explicó.
En los últimos años, la siembra de maíz en el suroeste, centro y norte de Córdoba se retrasó y pasó de septiembre-octubre a diciembre. Según Ustarroz, “este cambio en la fecha originó períodos de barbecho de ocho meses lo que trajo como consecuencia un incremento en las aplicaciones de herbicidas, como graminicidas, en forma repetida”.
Además, “esos maíces son cosechados a fines del invierno momento en el que las malezas de ciclo otoño-invernal adquirieron un gran desarrollo y en general se encuentran bajo estrés hídrico, dos condiciones que dificultan su control”, agregó el especialista del INTA.
Un estudio preliminar realizado en el INTA Manfredi demostró la importancia que tiene el trigo en la reducción de la población de Amaranthus hybridus, especie cuyos biotipos resistentes a herbicidas siguen diseminándose en la provincia.
“La implantación de trigo, luego de la cosecha de un cultivo de soja con alta infestación de esta maleza redujo los nacimientos y supervivencia de las plántulas nuevas de A. hybridus en primavera. Las parcelas con trigo llegaron a cosecha sin plantas de esta maleza, mientras que las que estaban en barbecho tuvieron una alta infestación”, detalló Ustarroz. Al tiempo que aclaró que en el norte de la provincia y hacia el norte del país, es más difícil pensar en siembras tempranas de maíz y trigo debido a que tienen mayores restricciones hídricas. “En ese caso, habrá que evaluar cuál es el mejor esquema en esas zonas y que permita un manejo sustentable de las malezas”, recomendó.
Manejo Integrado de Malezas (MIM)
El incremento de malezas con resistencia a herbicidas redujo las alternativas de control y ha incrementado los costos de producción. Los primeros casos confirmados de resistencia múltiple (a dos o más herbicidas con diferente sitio de acción) en la Argentina, son un indicador de que el manejo de malezas debe cambiar. “Está claro que necesitamos adoptar prácticas que se encuadren en un programa para el manejo integral”, afirmó Ustarroz.
En este contexto, el Manejo Integrado de Malezas (MIM) se posiciona como la única manera efectiva de contribuir a la sustentabilidad del agroecosistema con una mirada en el largo plazo.
El MIM descarta el manejo basado solo en el uso de herbicidas y propone otras alternativas como la rotación o secuencias de cultivos, el cambio de las fechas de siembra, la adopción de cultivares competitivos, la arquitectura de cultivo, el uso de cultivos de cobertura y de modelos predictivos de emergencia de malezas, entre otras.
“A futuro el control de malezas en la región central de Córdoba debe estar orientado a la reducción de los períodos de barbecho, mediante la inclusión de trigo en la rotación, la siembra de cultivos de cobertura y/o el cambio en la fecha de siembra de maíz”, resumió Ustarroz.
Períodos de barbechos muy largos sumado a una disminución en la rotación de herbicidas con diferente modo de acción derivó en la aparición de biotipos con resistencia múltiple.