La ganadería paraguaya ganó espacios en el ámbito del Mercosur y a su buen presente suma un interesante potencial. En la actualidad, cuenta con un rodeo bovino de 13,4 millones de cabezas y exporta el 70% de su producción a destinos como Chile, Israel y Taiwán.
La actividad ganadera es uno de los pilares de la economía de Paraguay, con una sólida proyección internacional.
En el marco del 3º Congreso Federal Ganadero “Sudamérica, reservorio mundial de carnes”, que se realizará el próximo 10 de octubre en la Bolsa de Comercio de Rosario y es organizado por Rosgan, uno de los temas que se abordará será precisamente el caso del vecino país.
PARAGUAY, UN MODELO PARA REPLICAR
Según explicó Marcos Medina Britos -ex ministro de Agricultura y Ganadería de Paraguay- el principal diferencial competitivo de esa cadena de valor es el precio. Y una de las llaves que permitió dar el salto de calidad fue la hibridación de las razas cebuinas con genética europea.
“Ahora Paraguay se prepara para poner sobre la mesa un gran atributo y seguir ganando mercados: el 90% de la producción es a pasto y esa es una característica que vale”, reconoció.
En la actualidad, Medina Britos se desempeña como decano de la Facultad de Ciencias de la Producción de la Universidad Rural de Paraguay. Al repasar algunos de los cambios que llevaron al posicionamiento paraguayo en el mapa ganadero internacional, destacó dos procesos.
3er Congreso Federal Ganadero de Rosgan el 10 de octubre en La Bolsa de Comercio de Rosario.
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CRISIS: UN ANTES Y UN DESPUÉS
“A partir del año 2000 hubo una crisis financiera muy profunda en el país y ahí empezaron una serie de reestructuraciones de la economía que derivan en una estabilidad macroeconómica muy importante para cualquier cadena de valor que pretende levantarse y fortalecerse”, sostuvo.
Entre estas variables, destacó la inflación definida, control del gasto fiscal, estabilidad de la moneda y tipo de cambio. En paralelo, el sector ganadero inició una estructura de alianzas público privadas que apuntaron principalmente a la erradicación de la fiebre aftosa.
“Hasta ese momento estaba en manos del sector público, pero que por condiciones de gestión o recursos presupuestarios era deficiente”, recordó. En esos años, la cobertura de vacunación contra la aftosa llegaba al 26%.
Con una nueva legislación y una fuerte alianza público-privada, se consolidó un nuevo esquema de vacunación, que permitió levantar el perfil productivo y exportador del sector ganadero.
Medina Britos también recordó que en la década del 90´ la OIE (Oficina Internacional de Epizootias, que luego se convirtió en la Organización Mundial de Sanidad Animal) determinó que se cerraban las fronteras de todo el país afectado por un brote de fiebre aftosa, y no una zona de 25 km a la redonda del establecimiento afectado, como era hasta ese entonces.
“Eso generó un cambio en toda la región de Sudamérica”, sostuvo.
La otra pata de este proceso fueron las inversiones que Paraguay comenzó a recibir, tanto para la producción como la industria frigorífica.
“Ahí el país empieza a despegar y también hay un cambio de modelo productivo, principalmente por la apertura del mercado chileno que hasta hoy sigue siendo el principal mercado de exportación”, sostuvo.
Y agregó: “Era un mercado que empezó a demandar un tipo diferente de animal al que veníamos produciendo hasta ese entonces, marcó un cambio en el sistema de producción a nivel país”.
EL APORTE DE LA GENÉTICA
La hibridación fue un paso clave en este proceso, que permitió dar el salto de un rodeo con mayoría de base cebuina a un híbrido, con el aporte de genética europea.
“Hoy el 40% de la exportación es de ganado híbrido, eso generó un impacto en la calidad de la carne disponible, con la característica que la mayor parte de nuestra producción es a pasto”, remarcó Medina Britos.
De este modo – a diferencia de Argentina- el 90% de la producción es en base a pasto, con ejemplares de 24 a 30 meses y un peso mínimo de faena de 450 kilos.
Medina Britos explicó que aún Paraguay no ha salido a los mercados mostrando el gran atributo que representa la producción a pasto, pero advirtió que el país podría estar capitalizando esta característica en el corto plazo.
“Estamos en un proceso de acomodarnos en términos de un diferencial, aún no tenemos una estructura o política pública que apunte a una diferenciación de nuestra carne por sus atributos. Hoy más bien la orientación es producir un commodity a granel, sin mucha diferenciación”, detalló.
En este sentido, explicó que la ganadería paraguaya compite por precio, no por los atributos de calidad.
PRECIOS, TRAZABILIDAD Y SOSTENIBILIDAD
Con respecto a las cotizaciones, Medina Britos calculó que el precio de la carne paraguaya está en la misma línea que Brasil, no así con Uruguay o Argentina.
Si se toma como base el mercado chileno, destacó que la carne paraguaya sube y baja en un rango de U$S 100 a U$S 200 en relación a Brasil, mientras que Uruguay y Argentina son más caros.
En este contexto, uno de los desafíos de la cadena ganadera es la diferenciación, para acceder a mejores cotizaciones.
“La tendencia es que Paraguay pueda seguir fortaleciendo su sistema productivo de carne bovina y seguir aspirando a mejores mercados y mejores precios”, subrayó.
El ex funcionario reconoció que Paraguay ya comenzó a transitar el sendero de adoptar tecnología para mejorar la producción. Un ejemplo es el proceso de identificación individual de los animales, que de manera paulatina apunta a que en los próximos cinco años todo el rodeo ganadero esté identificado individualmente
“Con cierta diferencia a lo que hizo Uruguay, pero estaríamos dando un valor agregado a los consumidores globales que hoy buscan ese tipo de información. Buscamos adecuarnos a las nuevas tendencias en términos de trazabilidad que es algo que los consumidores y los mercados buscan”, precisó.
La sostenibilidad en los procesos es otro tema en donde los paraguayos enfocan sus esfuerzos. Para Medina Britos, se trata de “una gran oportunidad, que por momentos se convierte en una gran amenaza”.
Sobre este tema, destacó que “tenemos un fuerte componente dentro de la dimensión ambiental, el 41% de superficie del país siguen siendo bosques nativos. Lo estamos trabajando y tratando de poner en equilibrio con las demandas de ciertos mercados, como en este caso la Unión Europea“.
Y concluyó: “Poner sobre la mesa nuestras prioridades también, somos un país productor de alimentos, producimos y utilizamos nuestros recursos naturales y definitivamente tenemos que buscar un equilibrio en torno a los requisitos que otros mercados pudieran pedir en este sentido”.