La Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés), plantea que la energía resulta fundamental para el desarrollo sostenible y está estrechamente vinculada a la seguridad alimentaria y a la erradicación de la pobreza. Por esto, En el marco del proyecto Probiomasa –impulsado por el Ministerio de Agroindustria y el de Energía y Minería de la Nación–, el INTA y la FAO firmaron una carta acuerdo para analizar la oferta y distribución de biomasa vegetal disponible en la Argentina, y con eso realizar un mapa.
Las fuentes alternativas representan una oportunidad para que las comunidades puedan mejorar la productividad agrícola y para la generación de ingresos. Claudia González, coordinadora del Programa Nacional Agroindustria y Agregado de Valor del INTA, aseguró: “Es fundamental conocer con precisión qué tipo de biomasa vegetal tenemos en cada región y su disponibilidad”. Y afirmó: “En el país, tenemos un gran potencial para producir bioenergías”.
Las energías renovables constituyen actualmente el 15 % de la matriz energética mundial. Para promoverlas, la Asamblea General de la ONU declaró al periodo 2014-2024 como la “Década de la Energía Sostenible para Todos” (SE4ALL, por sus siglas en inglés).
Miguel Almada, coordinador nacional del proyecto Probiomasa, señaló: “esta tarea complementa las actividades que ya se vienen realizando y suma el relevamiento de la oferta y demanda de los recursos biomásicos, con el objetivo de promover la producción y el consumo de bioenergías”. Y aclaró: “El objetivo es poner en valor los recursos potencialmente disponibles en el país”.
“La gran diversidad de materiales que se engloban bajo el término bioenergía, la convierten en una fuente de energía versátil, a partir de la cual pueden obtenerse combustibles sólidos, líquidos y gaseosos”, expresó Almada y señaló: “Como su disponibilidad varía de región a región y depende del clima, el tipo de suelo, la geografía, la densidad de la población y las actividades productivas es importante hacer este análisis espacial”.
La FAO –que brinda asistencia técnica y administrativa al Probiomasa– tiene como objetivo promover el uso de bioenergías provenientes de desechos agropecuarios y de su cadena de transformación, como los residuos y subproductos forestoindustriales y de plantaciones forestales energéticas.
La mayoría de la población que vive en el medio rural depende de la madera, el carbón vegetal o los desechos animales para cocinar sus alimentos y calefaccionarse. “Cuando hablamos de biomasa hacemos referencia a materia orgánica, residuos agrícolas y forestales, residuos o subproductos forestoindustriales, cultivos energéticos, residuos de podas, residuos sólidos orgánicos y también, estiércol animal y efluentes agroindustriales y de frigoríficos”, describió Daniel Grasso, coordinador del proyecto específico Desarrollo de procesos para la transformación de biomasa en bioenergía.
El inventario
El objetivo del acuerdo es diagramar un mapa en el que se pueda ver la oferta y demanda de biomasa en cada una de las provincias. “En una primera etapa, el proyecto plantea el relevamiento de Buenos Aires, Chaco, Chubut, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Misiones y Santa Fe”, expresó González quien agregó: “A medida que avancemos en el análisis de la información iremos registrando más provincias hasta completar todo el país”.
Los intereses comunes y la complementariedad de capacidades resultaron claves en el origen del acuerdo. “La participación del INTA mediante el aporte de recursos humanos y producto de su inserción territorial ha permitido llevar adelante el relevamiento de tan extensa y variada información”, destacó González.
Para analizar la situación actual de la bioenergía, estimar su potencial y perspectivas para su desarrollo en la Argentina, “el equipo del INTA continuará con el uso de la metodología WISDOM (Mapeo de Oferta y Demanda Integrada de Dendrocombustibles) desarrollada por el Programa de Dendroenergías de la FAO, en cooperación con el Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)”, indicó Almada.
WISDOM es una herramienta que permite identificar, cuantificar y localizar la producción y el consumo de biocombustibles —y otros eventuales recursos dendroenergéticos— dentro de un área geográfica específica, y estimar su potencial. Para la representación y visualización de los datos e informaciones disponibles utilizan Sistemas de Información Geográfica (SIG).
“El uso de los SIG nos ayuda identificar las diferencias territoriales y los factores que pueden influir en la oferta de biomasa y en la aparición de problemas sociales y ambientales”, indicó González y explicó: “La energía que proviene de biomasa se diferencia de otros sistemas por el recurso primario utilizado, la heterogeneidad del origen, composición, recolección, tratamiento y en su distribución geográfica”.
Iniciado en 2012, el Probiomasa cuenta con información sobre Tucumán, Salta, La Pampa, Mendoza y Córdoba. “Los mapas provinciales se encuentran disponibles en el Portal de Datos Abiertos de la República Argentina (http://datos.gob.ar) y en el visor del Ministerio de Energía y Minería (http://sig.se.gob.ar/visor/visorsig.php?t=19), desde donde se puede descargar la información”, confirmó Almada y aseguró: “Nuestro objetivo es tener un mapa completo de la Argentina”.