Independientemente del status sanitario del país de origen, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) informó que a raíz de la gripe aviar a partir de hoy habrá nuevas restricciones para la importación de genética en la actividad avícola.
La Resolución 230/2023 lleva la firma de la presidenta del organismo de control, Diana Guillén, y dispone un cuadro general de endurecimiento para la actividad avícola toda, ya sea para la producción primaria y para la cadena comercial de venta a los consumidores.
“Se establecen medidas extraordinarias para la autorización de ingreso de genética aviar a la República Argentina y su traslado dentro del país, independientemente de la situación sanitaria del país exportador”, remarca la resolución y aclara que se entiende como genética a las aves de “un día de vida y/o huevos fértiles”.
“Deberá realizarse por la vía aérea. En el caso de utilizar la vía terrestre se deberá realizar el trasbordo de la remesa en el punto de ingreso, bajo control oficial, a un vehículo lavado y desinfectado en el Territorio Nacional, o bien proceder a la desinfección del vehículo bajo supervisión oficial en el punto de ingreso con desinfectantes aprobados por el SENASA y según las dosificaciones recomendadas por el fabricante”, precisaron.
Quien fuera responsable de la operatoria deberá presentar ante las autoridades el itinerario del recorrido con anterioridad al ingreso al país. “En todos los casos deberá contemplar la menor distancia posible”, pidieron.
“Además deberá evitar las zonas de mayor densidad de producción avícola”, exigieron.
Dicho vehículo tendrá que contar con un seguimiento satelital. Y una vez en destino, el lavado y desinfección del mismo será obligatorio. Este último paso necesariamente debe ser aprobado por los lavaderos de camiones habilitados por el Senasa.
EL IMPACTO DE LA GRIPE AVIAR
El organismo detectó a mediados de febrero la primera muerte de un ave por esta afección en el país. Había sido en Jujuy, y se trató de un animal silvestre. Pero semanas después el cuadro se agravó y los funcionarios de control cerraron filas a darse el primer contagio en aves de corral. Fue en una granja de pollos en Río Negro, a 2.000 kilómetros de distancia.
A partir de allí el escenario cambió y Argentina suspendió sus exportaciones avícolas hacia el mundo, independientemente de la zona de contagio. Los coletazos no tardaron en llegar: la semana pasada el gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, pidió directamente a las autoridades de Estados Unidos que su provincia pueda exportar a pesar de los contagios en otras zonas.
Entre Ríos es la principal zona de producción de pollos y huevos, y exporta a más de 60 países. Y justamente por la cercanía de ese importante polo productivo de todo el tránsito vehicular que ingresa desde Brasil al ritmo de la comercialización de genética es que el Senasa profundizó las restricciones.
“Se prohíbe en todo el territorio nacional la realización de exposiciones, ferias, eventos y actividades recreativas que impliquen concentración y movimiento de aves de las especies domésticas como gallinas, gallos, pollos, pavos, gallinetas, faisanes, codornices, patos y gansos, por cualquier motivo y finalidad”, indicó la norma.
La medida también incluye al movimiento minorista desde y hacia comercios.
“El virus de la IA se elimina en las heces y las secreciones respiratorias y puede transmitirse a través del contacto directo con las secreciones de las aves infectadas o de modo indirecto, a través de los piensos y el agua contaminados”, explicaron.
LA RECONVERSIÓN DEL SECTOR PRIVADO
Modificar estructuras de las plantas de producción no es tarea sencilla aún cuando sucede de manera planificada. Y mucho menos si se trata de operativos de emergencia apurados por el rigor de no quedar fuera de la ley.
“Mientras que el Senasa trata el tema de campo para poder trabajar ordenadamente, también aparecen problemas de exportación. Hubo que suspenderse, porque esta es una enfermedad de declaración obligatoria, la declarás y te autosuspendés”, sostuvo Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA).
El CEPA además informó que se cambiaron todos los certificados de exportación ya que los anteriores decían que los productos o las aves dentro del contenedor provenían de un país “libre” de influenza aviar.
“Como nosotros ya no somos más libres tenemos que poner que las aves vinculadas al contenido de este contenedor provienen de una granja que, en los últimos 30 días o 60 días, no ha tenido en un radio de 10 o de 15 km ningún caso positivo”, resaltó.
“Estas modificaciones en los certificados son un primer paso, ya que el país importador debe aprobar las nuevas condiciones y, para eso, solicitará un plan de trabajo y vigilancia que conduzca al control y erradicación de la enfermedad. Allí comienzan las verdaderas negociaciones”, enfatizó.
Para Domenech todos estos factores “demandan una nueva organización” por parte de las empresas debido a que perdieron mucha mercadería en stock hasta que se libere este contexto.