Fotos y tráiler: Netflix
“Selección Antinatural” es una nueva miniserie de Netflix de reciente estreno y que cuenta con sólo cuatro capítulos entretenidos que harán reflexionar y pensar hasta al más dormido.
La esencia del documental es llevar a nuestras pantallas el debate mundial sobre la edición genética.
La ciencia como instrumento de revolución social con sus dilemas morales y bioéticos, enfermedades genéticas que hoy tendrían cura, plagas que se adaptan al ambiente y no se pueden combatir, biohackers que incitan a realizar nuestra propia modificación genética, proyectos para alterar una especie entera, y tantas cosas más.
Pero para entender el dilema planteado por la serie, primero debemos comprender qué es el ADN y la edición genética de éste.
El ADN es un ácido (desoxirribonucleico) que tiene las instrucciones genéticas de todas las especies vivas (animal y vegetal), o por decirlo de otro modo, es la “receta” de cada especie que habita el planeta Tierra.
Está compuesto por Adenina, Timina, Citosina o Guanina. Quizás para recordarlo les sirva la regla mnemotécnica criolla de los tangueros Aníbal Troilo – Carlos Gardel, ya que sacando sus iniciales tendrán las cuatro letras claves del ADN.
Entonces, el ADN es una combinación de esas letras específicamente puestas en un lugar determinado. Pero… ¿Cuántas letras tenemos? La especie humana tiene aproximadamente 6.400 millones de esas letras, y sólo por poner un ejemplo, cambiar una sola de esas genera que la persona quede ciega.
Cuando la ciencia dice que se logró “secuenciar el ADN” de una especie, significa que pudo escribir el orden exacto y correcto de esas letras de esa especie.
¿Y toda esta información para qué? Porque la edición genética mediante la tecnología “Crispr-Cas9” (una especie de tijera que nos permite cortar y pegar ADN con precisión como un documento de Word) se basa en poder modificar a voluntad una o varias de esas letras, y así atribuirle a esa especie una propiedad que antes no poseía.
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Para ejemplificar, en la Argentina se presentó el trigo transgénico HB4, que es nada más y nada menos, un trigo con un par de letras de girasol. ¿El resultado? Un trigo tolerante a la sequía que permite producir más alimentos para el mundo.
Uno de los ejemplos que relata el documental es sobre un niño llamado Jackson Kennedy al cual le faltan dos copias del gen RPE65, dicho de otro modo, le faltan un par de letras. La consecuencia de ello es que el niño que sueña con ser astronauta pronto quedará completamente ciego de por vida.
¿Existe cura? Sí. Gracias a esta herramienta de edición genética Jackson puede hacerse una cirugía en cada ojo y recuperar la vista de por vida. El procedimiento al que se somete, sí está documentado en la serie, es una modificación del ADN que “completa” las letras faltantes de sus ojos.
Para que se entienda la magnitud de este avance científico, la ganadora del “Nobel de Química” de este año Jennifer Doudna, quien junto a una colega descubrieron en 2012 el “Crispr-Cas9” o “bisturí molecular programable”, asegura que con esta técnica “se puede curar cualquier enfermedad que tenga una base genética”.
Pero… no todo es color de rosas en el mundo de la ciencia biológica. Modificar el genoma de una especie significa que la descendencia de esa especie replicará los cambios, con lo cual, la alteración no es solamente de un individuo sino de toda la especie.
¿Estamos preparados como humanidad para modificar completamente la existencia de una especie? ¿No lo hacemos ya al contaminar y poner en peligro de extinción a miles de animales y plantas? Hoy por hoy se puede modificar cualquier especie del planeta, pero… ¿deberíamos hacerlo?.
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Una de las especies que generan millones de muertes de humanos en el mundo son los mosquitos, que transmiten enfermedades de todo tipo como pueden ser la malaria, dengue, zika, chikungunya, etc.
En el documental se cuenta el caso de estudios de edición genética que lleva adelante Alekos Simoni, biólogo molecular, que crea mosquitos transgénicos en laboratorio para que cuando se reproduzcan la descendencia sólo sea machos.
“Esto es muy importante por dos razones. Una es que lo machos no pican y por ende no transmiten enfermedades, y la segunda es que habrá cada vez más machos y menos hembras, hasta el punto en que la población colapsará”, explica el científico.
Para quienes no son amantes de los agroquímicos, cabe destacar que la malaria se pudo erradicar de Europa gracias al insecticida DDT, y actualmente es el único método que se emplea en muchos países de África. Si tuviéramos que elegir: ¿Preferimos mosquitos transgénicos que no contagien enfermedades o seguir fumigando con DDT todas las tierras?
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Pero no sólo la ciencia tiene acceso a esta tecnología, sino que al no estar regulado aún cualquier persona puede adquirir por internet su kit de “Crispr-Cas9”, y realizar la edición genética que quiera.
Los llamados Biohacker son quienes prefieren que los avances científicos estén al alcance de toda la humanidad, y no que sean producto de un negocio de las farmacéuticas. Lo medicamentos pueden llegar a costar más de un millón de dólares haciendo que sólo sea accesible a un porcentaje casi ínfimo de la población padeciente.
En la serie están los testimonios de biochackers conocidos como Josiah Zayner, o David Ishee que prueba editar genéticamente a perros para que puedan brillar en la noche y así demostrar que la tecnología sirve, y una vez logrado ello, intentará conseguir la cura para cientos de enfermedades genéticas que sufren los canes, que según afirma él “son producto de las alteraciones que han realizado los humanos en los animales”.
¿Qué avance científico puede estar disociado de la sociedad? ¿Cuáles son las consecuencias de eliminar una especie entera? ¿Cuál es el costo ambiental de introducir una especie alterada genéticamente? ¿Cuánto se puede modificar un ecosistema sin que colapse?
