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El desarrollo de la Argentina profunda

Se presenta la necesidad de comprender la realidad de los argentinos que viven en el interior.

infocampo

Siguiendo la premisa “Pobreza cero” establecida como línea de trabajo prioritaria por nuestro Presidente de la Nación, se presenta la necesidad de comprender la realidad de los argentinos que viven en el interior profundo, lejos de las grandes ciudades, y analizar la difícil situación que atraviesan las economías regionales.

A pesar de que nuestra Nación empezó su historia en el Norte -a través de las distintas gestas que han hecho nuestros patriotas- se ha convertido con el paso de los años en el centro de los más excluidos. Si analizamos nada más que la tasa de natalidad de la provincia de Jujuy, se registran 13.400 nacimientos por año mientras que migran 17.000 habitantes, de los cuales el 87% son jóvenes de entre 20 y 35 años (12 mil lo hacen por razones laborales y 5 mil por estudio, y al igual que la mayoría de los profesionales, cuando alcanzan un título no pueden regresar a sus lugares de origen para desarrollar la profesión).

La enorme contención que provocaron los 110 mil planes sociales y cerca de 85 mil empleados públicos (sólo hay 55 mil empleos privados), no logró reducir el éxodo porque claramente no satisfacen las expectativas de vida.

La pobreza estructural sigue siendo el principal factor que no puede contener a las generaciones emergentes que se trasladan a las grandes urbes para integrar las villas de emergencia de la Ciudad de Buenos Aires, conurbano bonaerense, Gran Rosario y Córdoba.

Otros ejemplos de desarraigo son las “comparsas” de esquiladores correntinos, las contrataciones para pesca en alta mar, la reconocida corriente migratoria de catamarqueños a la ciudad chubutense de Comodoro Rivadavia ante la demanda de las petroleras.

Pero el dato demográfico más impactante que revela la dimensión del desarraigo lo tiene la provincia de Santiago del Estero, donde viven 874.006 habitantes según el Censo del 2010, y se estima que alrededor de 1 millón lo hacen fuera de su provincia.

Por otra parte, si se analiza la competitividad empresarial, una firma que se radica cerca de un puerto con la tecnología de punta a su disposición y mano de obra calificada, abona menos carga impositiva que una fábrica radicada en el Norte. Y si a estas cuestiones adversas, se les suman además las distancias hacia los principales puertos, se dificulta aún más la atracción de inversores por el aumento del presupuesto asignado al transporte, y por ende, del valor del producto destinado a la exportación.

Esta realidad responde a una falta de visión de un país integrado y desarrollado armónicamente. No obstante, la gratitud de los gobernadores hacia el gobierno nacional por el constante apoyo financiero -porque dependen hasta para pagar los salarios de los empleados públicos- se ven condicionados a vivir eternamente pidiendo ayuda, solicitando subsidios y/o más planes sociales.

Esa es la foto que nos dejó el gobierno anterior. Los mandatarios aplaudían el modelo mientras las economías regionales se estaban fundiendo.

En 2015 citricultores entrerrianos han volcado toneladas de mandarinas en las rutas, lo mismo sucedió con los productores de peras y manzanas del Alto Valle de Río Negro y Neuquén que no han podido levantar su cosecha porque la actividad no es rentable y atraviesan la peor crisis de la historia.

Desde el 2001 no se realiza un censo agropecuario, pero se estima que desaparecieron en los últimos años un 30% de productores arroceros en Entre Ríos, y en San Juan -donde se llevó a cabo el triste “Velatorio de la vitivinicultura”- han quebrado 1/3 de los productores. Otro de los sectores más castigados es el tambero. En Entre Ríos -la provincia que tiene la mayor presión fiscal del país- hay un centenar de tambos esperando un turno para remate.

Frente a esta realidad, las primeras medidas del presidente Macri fueron vinculadas al sinceramiento del tipo de cambio, la reinserción Argentina en el mundo financiable, incentivos al primer empleo y la apertura de los mercados a la exportación e importación, porque hoy el desafío es recuperar la rentabilidad.

En este sentido, reuní a un centenar de dirigentes representando a más de 80 mil productores PyMES de todo el país, porque estoy convencido de que en ellos radica la posibilidad del verdadero cambio. En dicho encuentro, los productores adheridos a CAME, expusieron la propuesta de un Régimen de Promoción de las Economías Regionales para las provincias del NOA, NEA, Cuyo y Patagonia, entendiendo que son los pequeños y medianos productores los que movilizan los pueblos.

La brecha entre las provincias pampeanas y el resto del país marca la urgencia de establecer un rediseño de la estructura normativa que brinde un marco para garantizar al crecimiento equitativo de la Nación y evite el desarraigo mejorando sus niveles de crecimiento, competitividad y empleo de manera sostenida.

Un proyecto populista piensa en la próxima elección, un proyecto desarrollista en la próxima generación. Surge así un régimen complementario con el Plan Belgrano, cuya inversión en infraestructura abre la posibilidad de integrar el Norte y poner en marcha una estrategia que marque el progreso de la Nación en su conjunto, porque el primer y más injusto impuesto que tienen que pagar los productores es el impuesto a la distancia, y achicar esa brecha con incentivos fiscales es pensar en el desarrollo del interior profundo.

Por Marcelo Sorgente para Télam. Diputado nacional del Bloque Cambiemos

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