La horticultura es un sector de gran importancia económica y social en Argentina. Sin ser una actividad exportadora significativa contribuye destacadamente a la alimentación de la población.
El valor del mercado local de semillas hortícolas oscila entre US$ 50 y 60 millones. En el país están presentes las principales empresas semilleras internacionales; en tanto, la mayoría de las nacionales actúan principalmente como representantes de las globalizadas y producen variedades tradicionales de polinización abierta, aunque con escaso trabajo de mejoramiento genético.
Así, las inscripciones en el Registro Nacional de Cultivares del Instituto Nacional de Semillas (INASE) corresponden mayormente a las originadas en otros países.
Del 2016 al 2019 se inscribieron 831 variedades de especies hortícolas, de las cuales solo 31 corresponden a la actividad de fitomejoramiento nacional, creadas preponderantemente por Semillerías Basso y el INTA y la mayor cantidad fue de especie tomate.
El 53 % fue de variedades híbridas, con Holanda, EEUU y Japón entre los países principales desde donde provinieron.
Argentina tiene entre 3.500 y 4.000 ha productoras de semilla hortícola –en el centro oeste–, con San Juan destacada por condiciones ambientales excelentes y la organización de los productores para promover la actividad.
El destino de la producción nacional es el mercado interno o la exportación. La especie de mayor valor es la cebolla por la fuerte presencia que sus semillas tiene en ambos.
En cuanto al balance entre exportación e importación de semillas hortícolas es tradicionalmente negativo para Argentina. Los registros aduaneros de las exportaciones en el 2018 y el 2019 fueron de US$ 17 y 12,5 millones respectivamente, rango en el que se han mantenido en los últimos años.
La principal forma de integración al mercado internacional como país productor de estas semillas es el contrato con empresas globalizadas que proveen el material madre a multiplicar. Para muchos productores este tipo de negocio resultó conveniente a lo largo de los años por la capacitación y la capitalización, y sería deseable incrementarlo a futuro.
Desde la legalidad, en el mercado interno es preponderante la semilla identificada con nominación de la variedad, mientras la fiscalizada solo está presente cuando es obligatoria. Esto es para el zapallito redondo del tronco, maíz y papa y está en evaluación ampliar a la semilla de cebolla, a solicitud de productores de la provincia de Buenos Aires.
Para desarrollar la actividad semillera hortícola argentina contribuyen varias instituciones y organizaciones. Con respecto al control y fiscalización se desempeñan el INASE, el SENASA y la Aduana.
El INTA, igual que algunas facultades de agronomía, está enfocado en investigación, mejoramiento genético, producción y venta de semillas, servicios de limpieza y análisis de laboratorio, capacitación y publicaciones. El INSEMI, en la provincia de San Juan, es responsable del fomento y difusión de la actividad, además del control, investigación y provisión de servicios.
Existen también organizaciones específicas de productores como ASPROSEM, en San Juan, y la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA). Esta última involucra a todos los segmentos con preponderancia de oleaginosas y cereales, pero entre sus socios tiene empresas netamente hortícolas.
Las semillas ecológicas están tomando impulso. El ProHuerta (INTA-MDS) promueve la huerta familiar, para lo cual provee gratuitamente colecciones de semillas producidas por FECOAGRO, la federación de cooperativas sanjuanina.
Dichas semillas cuentan con características diferenciales dado que deben incluir variedades o tipos varietales argentinos, no pueden tener tratamiento sanitario, ni ser híbridas. Este programa es también el resguardo de la diversidad genética hortícola nacional porque promueve entre los huerteros el uso de selecciones locales, con el Banco de Germoplasma Hortícola que funciona en el INTA La Consulta, con la misión de colectar y conservar semillas de diversos orígenes.
Las empleadas en las producciones orgánicas y biodinámicas son formas más específicas de semillas ecológicas que se deben obtener bajo el propio sistema. Es un mercado muy pequeño en el país: en el año 2018 se cosecharon 1.164 ha de hortalizas orgánicas, de las cuales el 64 % correspondió a ajo.
Existen antecedentes de producción bajo contrato de semillas hortícolas orgánicas con destino a la exportación. Con respecto a la agricultura biodinámica no hay datos publicados, pero se estima que la superficie es aún menor.
De lo expresado se desprende que la horticultura argentina cuenta con una buena provisión de semillas en cantidad y calidad. El desafío es incrementar la producción para exportación y la participación de la tecnología nacional para crear variedades, así como para su producción y procesamiento.
A tal fin es necesaria una activa participación de las empresas nacionales con el apoyo de los organismos de ciencia y técnica específicos.