El presidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (FIFRA), Daniel Urcía, en su editorial de mayo aseguró que “el consumo interno creció entre 4 y 5 kilos por habitante” durante la pandemia, pero advirtió que “en abril la faena vacuna sumó 1,2 millón de animales y eso generó ciertas expectativas, pero nuestro análisis indica que en realidad cayó 5% respecto de los meses previos“.
En relación a la faena, lo que el titular expresa es que “el crecimiento en el número absoluto tuvo fue consecuencia de que hubo más días hábiles, pero en realidad la faena diaria fue menor“.
Para el caso del consumo interno argentino, que si bien sigue sosteniendo a la cadena cárnica y explica la demanda del 75 a 80% de la producción ganadera de nuestro país, Urcía manifiesta que el aumento “se basa en el precio competitivo que tiene la carne vacuna respecto al resto de los productos alimenticios. La situación que vive el mercado local, la demanda interna, que absorbe más carne vacuna a precios convenientes para el consumidor, afecta particularmente al sector porcino y eso se refleja en la muy importante caída del valor del capón”.
Cantidad no es sinónimo de rentabilidad
“El volumen ayudó a reducir costos y sirvió para amortiguar los efectos del coronavirus pero el escenario a futuro es absolutamente incierto. El valor de recupero de faena ha caído estrepitosamente, un cuero que representa un costo de disposición, pérdida de valor de menudencia, sebo y hueso, conllevan a que el matarife tenga que pagar por el servicio de faena y a que la industria también tenga mayores costos productivos”, señaló el presidente.
En efecto, “el ajuste de precios de la carne y esa suba de costos se trasladó al precio de la hacienda en mayor medida que al precio de venta al público. En ese marco la suba en los valores del pago a cuenta de IVA, herramienta ideada para controlar la marginalidad, complica aún más la situación del titular de faena generándole saldos técnicos de ese impuesto“, indicó.
Para el caso puntual de los frigoríficos, uno de los problemas centrales es el diferencial del IVA.
“Para evitar ese ‘sobrecosto’ en el titular de faena le solicitamos al gobierno anterior la modificación de la normativa correspondiente, adecuando la alícuota de faena al 10,5%, corrección que nunca comprendieron y que anhelamos que el nuevo Congreso que empieza a sesionar sea capaz de corregirlo”, explicó Daniel.
Y finalizó: “Esa corrección es necesaria porque la distorsión fiscal que se genera se traslada al valor de la carne vacuna en la góndola y, cómo lo demuestra FADA en su informe, es el Estado el responsable del mayor aporte en la composición del precio final ya que se queda con el 30% del ingreso de dinero a la cadena cárnica”.