En 2019, un nuevo cultivo comenzó a instalarse en la geografía productiva argentina, a partir de su potencial productivo y económico: la carinata.
Es una oleaginosa de cobertura invernal, que se destina para la fabricación de biocombustibles para aviación, sin perder de vista que también es una opción rentable para ampliar la rotación.
Tras algunas experiencias en Uruguay, hace cuatro años se implantaron los primeros lotes en nuestro país, con campañas que comenzaron en unas 1.500 hectáreas y en la actualidad se extendieron en una superficie de 32.000 hectáreas.
De esa cifra, el 50% se ubican en Entre Ríos y el resto se reparte sobre todo entre Buenos Aires y Santa Fe y una participación menor de Santiago del Estero, Corrientes, Formosa y Chaco.
No va en tren, va en avión: la carinata se expande por seis provincias
Este cultivo está dando sus primeros pasos a nivel global. Según explicó Sebastián Bravo -gerente de Negocios de Carinata de la firma Nuseed– Argentina es pionero en el desarrollo de este cultivo y encabeza el listado de países con más hectáreas sembradas.
El resto de los países productores se completan con Uruguay, Estados Unidos -que el año pasado dio el puntapié inicial con 5.000 hectáreas-, Brasil, Paraguay, España y Francia.
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LA CARINATA LEVANTA VUELO
El mercado exclusivo de la carinata es la fabricación del Sustainable Aviation Fuel (SAF) y se trata de un cultivo que permite reducir de manera significativa el impacto ambiental, al recortar de manera significativa las emisiones de dióxido de carbono.
Esta tecnología, es adoptada por varias aerolíneas internacionales, incluyendo Qantas y United Airlines.
En diálogo con Infocampo, el directivo remarcó que el porcentaje de SAF empleado en la industria aeronáutica es mínimo, porque el potencial de crecimiento de la cadena de valor de la carinata es por demás significativo.
Sebastián Bravo: “En diez años, solamente en Sudamérica tiene que haber 1 millón de hectáreas sembradas”Al momento de proyectar el crecimiento de este cultivo, Bravo estimó que para la próxima campaña a nivel nacional – se siembra en abril/mayo y se cosecha en noviembre-, la superficie crecerá a 80.000 hectáreas.
“En 10 años, solamente en Sudamérica tiene que haber un millón de hectáreas sembradas”, pronosticó.
Con la mira puesta en mejorar la productividad a partir de la genética, Nuseed lanzó hace dos años el primer hibrido de carinata, el Nujet 400. Los resultados a campo fueron muy alentadores y los rindes crecieron en un 20%.
Y este año, está disponible Nujet 350, que cuenta con el mismo potencial de rinde, pero con un ciclo más corto; de esta manera el productor puede liberar más temprano el lote.
PRESTACIONES AGRÓNOMICAS
Se trata de un cultivo que brinda una muy buena cobertura en el suelo, con un aporte de 10 toneladas de materia verde por hectárea y de 6 toneladas de raíces.
“Es muy importante para la mejora del sistema y es muy bueno porque va a ser directamente transformarse en materia orgánica“, explicó Bravo.
Otro dato que suma puntos a favor para la carinata es que permite un mejor control de malezas. El secreto radica en que la planta no deja llegar el sol al suelo y eso impide el crecimiento de malezas, por lo que se reduce el uso de agroquímicos y se trabaja mejor tanto con tolerantes como resistentes.
Su nivel de rendimiento promedio a nivel nacional -desde Buenos Aires hasta Chaco– se ubica sobre los 1.500 kilos por hectáres. Y en regiones puntuales como Entre Ríos, Santa Fe y norte bonaerense, esta cifra puede llegar a los 1.800 kilos por hectárea.
Como consideración final, aquellos productores que opten por este cultivo trabajarán bajo modalidad de contrato, escenario que les permite asegurar un precio final por su cosecha. Con buenos niveles de rinde, la carinata maneja un margen rentable similares a un trigo de 3.500 quintales por hectárea.