Los fosfitos son denominados también fertilizantes o fitoestimulantes y en algunos casos como fungistáticos o fungicidas. Producen cambios anatómicos y bioquímicos dentro de la planta. Derivan del ácido fosforoso y se combinan con distintos elementos como Ca, K, Al, Mn, Mg, Zn y S.
Numerosos ensayos demuestran que estimulan la defensa de las plantas y se los incluye en los llamados inductores de la resistencia, pero poco se sabe sobre el efecto de los fosfitos acompañando al glifosato en el control de malezas. El glifosato reduce la eficiencia de la absorción y translocación en la planta, modificando la biología del suelo, la forma de los nutrientes o su disponibilidad en el medio ambiente.
En soja resistente a glifosato se reduce la captación de manganeso (Mn) y la eficiencia fisiológica entre un 10 y 50%, dependiendo de la cualidad genética en la captación de nutrientes de las variedades o híbridos. Otros efectos fisiológicos del glifosato son la reducción de la captación y traslocación de Fe, K y Mn, inmovilización de Mn, reducción de la nodulación y fijación de N, mayor estrés, madurez anticipada e incremento de enfermedades que en general pueden pasar desapercibidos.
Los cultivos de soja tolerantes al glifosato requirieron de un 50% más de Mn que las variedades convencionales. La deficiencia de Mn en soja se caracteriza por una clorosis internerval en las hojas jóvenes con niveles de 10 a 20 mg kg-1. El Mn es esencial en la síntesis de la clorofila y su función principal está relacionada con la activación de enzimas.