A la hora de diagnosticar la fertilización nitrogenada del maíz existen distintas vías. Van desde el análisis del suelo antes de la siembra, determinando nitratos en los primeros 60 cm del suelo, lo cual se puede complementar con otra medición de cuando el cultivo desarrolló cinco o seis hojas, hasta el análisis de nitratos en la base del tallo de las plantas.
Dado que el maíz crece en una época del año (primavera y verano)en que la mineralización de la materia orgánica es alta, y como esto influye sobre la disponibilidad de nitrógeno para el cultivo, lo que buscan los agrónomos es dividir las dosis de nitrógeno para que la eficiencia del nutriente sea máxima. Dicho en otras palabras, que se produzca la mayor cantidad de kilos de grano por kilo de nitrógeno aplicado.
En principio, mediante una red de ensayos que llevan desde 2001/02, los técnicos de Aapresid encontraron que 20 ppm de nitrógeno de nitratos en el suelo (0 a 20 cm) cuando el cultivo de maíz está en V6 es un umbral lógico para esperar una buena respuesta a la aplicación del nutriente.
Sin embargo, un trabajo realizado por Ricardo Melchiori, del Inta Paraná (Entre Ríos), arroja que la respuesta a la fertilización nitrogenada es altamente variable de año a año. Por ejemplo, en 1997, con una dosis óptima de 75 kg/ha de nitrógeno se obtuvieron 10.106 kg/ha, es decir 134 kg de grano por kilo de nutriente. Al año siguiente, ocurrió algo similar.
Pero entre 2000 y 2002 ocurrió lo contrario: por cada kilo aplicado apenas se sacaron unos 45 kg de grano. El año 2003 fue intermedio, con 96 kg de grano por uno del nutriente.
“La variabilidad interanual es enorme”, opina Joaquín Rabasa, técnico de Aapresid, “y eso se debe al clima de cada campaña”. Por eso, desde la entidad pensaron en cambiar el enfoque: tomar como elemento diagnóstico el desarrollo vegetativo del cultivo, en comparación con una franja en donde los nutrientes fueron aplicados por demás (dosis de suficiencia).
La idea es que esa franja expresa el estado de un cultivo cuando no le falta nada de nutrición. Si se comparan los parámetros de masa foliar y verdor de esta “franja de suficiencia” contra el cultivo general, se puede determinar la dosis que habría que agregar para lograr una respuesta óptima.
Pero atención, la cosa no es tan fácil. Para que esto ocurra hay que dejar que el cultivo esté más avanzado en su crecimiento (V12 a V14), pero cuando esto sucede la “ventana” para aplicar el fertilizante, y que la planta lo absorba, es más estrecha.
Gracias a un convenio con la Universidad Estatal de Oklahoma, del que también participa la empresa Profertil, ahora se está probando el sistema denominado Índice Normalizado de Diferencias de Vegetación (Ndvi, según sus siglas en inglés), que utiliza un sensor llamado Green Seeker y un software para diagnosticar la dosis de fertilización. Con este sistema, utilizado en la Argentina en 2005 por Melchiori, se logró un ajuste de la respuesta muy superior a lo que se venía manejando por métodos tradicionales.
Con este sistema, la eficiencia en el uso del nitrógeno trepó a 160 kg de grano por kilo de nutriente en 2004/05, cuando esta metodología se aplicó en V14. Utilizada en V10, ese ratio cayó a 40 kg/kg.
En diálogo con Infocampo, Rabasa comentó que una vez tomada la medición se puede entrar al lote con una fumigadora que aplique UAN chorreado en el entresurco o bien con una fertilizadora que maneje urea, pero que tenga el suficiente despeje como para poder trabajar, ya que en ese momento el cultivo está muy próximo a entrar en floración.
Javier Preciado Patiño
jpreciado@infocampo.com.ar
