“Vamos a producir tanto trigo como demanda de fideos tengamos”, sintetiza Walter Cellario, director ejecutivo de Megaseed SA, para dar una idea de que el negocio que proyectan está traccionado por la demanda final de la cadena de valor del trigo, en vez de por la oferta.
Esta empresa nació hace dos años y tiene como socios al titular de la consultora Ecolatina, Alberto Guillermo Paz, y al genetista de trigo Enrique Thomas.
El eje del negocio es el MegaTrigo, que la empresa ya registró como marca, y con la que piensa hacer mucho ruido en el mercado. Se trata, según explican, de una mutación genética inducida en el trigo, que produjo un cultivar de muy alto contenido de gluten y proteína, y que además tiene un potencial de rendimiento extraordinario.
La compañía armó un centro de investigación en Necochea, en un campo adyacente al aeródromo, desde donde proyectan llevar adelante los negocios. “No somos un semillero”, puntualiza Cellario. “Hacemos investigación y desarrollo, y a partir de ahí nos vinculamos con el resto de los actores de la cadena de valor”, agrega.
El plan consiste en capturar las características sobresalientes de este cultivo en la industrialización integrándose a la molinería y a la industria alimentaria. “No vamos a vender la semilla, sino que se la daremos a los agricultores para que la cultiven y luego les compraremos la producción”, explica el directivo.
También tienen previsto participar como proveedores en programas sociales de alimentación, aunque no aclaran de qué forma piensan hacerlo.
Por lo pronto, la información que difunde la empresa sobre el MegaTrigo es que la agricultura podría estar frente a un producto asombroso, ya que combina calidad con muy altos rendimientos. “En Salta, esta última campaña, mientras el resto de los trigos rindieron 900 kg/ha (por la seca), el nuestro dio 3.500”, señala el ex subsecretario de Agricultura, Daniel Sabsay, gerente de Relaciones Institucionales de la compañía.
Los directivos aseguran que los pisos de rendimiento son los del Baguette, pero con contenidos proteicos de 13 a 15% y gluten húmedo que ha llegado hasta valores de 49%.
El caso es que este material todavía no está inscripto en el Inase y no ha participado de la Red Oficial de Ensayos Territoriales, obligatorio para cualquier trigo que se produzca comercialmente en la Argentina. “Pero hay que ver si esto es trigo o una subespecie”, deslizan en la empresa, anticipándose a la discusión que les espera para que su material sea aceptado en los registros.
