La historia que relata nuestra nota de tapa de hoy encierra una encrucijada muy difícil de dirimir.
Es la guerra, por ahora legal e idelógica, que mantienen un ambientalista que desea preservar un preciado enclave natural y un grupo de productores que desean desarrollar en ese mismo territorio un emprendimiento ganadero que, según dicen, es ecológico y sustentable.
El escenario del conflicto son los esteros del Iberá. En cuya cuenca reposa una de las reservas acuíferas más importantes del planeta.
Allí, un extranjero, Douglas Tompkins, se impuso un objetivo no abrazado seriamente por ningún hijo de estas tierras: convertir al hermoso paisaje y a su rica biodiversidad en una reserva natural y en un parque nacional.
Y un grupo de productores asociados a la empresa Forestal Andina, conocedores del enorme potencial productivo de esas tierras, se propuso construir allí mismo un proyecto casi antagónico: una cabaña de recría y engorde de ganado bovino.
Un camino de diez kilómetros elevado sobre los esteros es el catalizador de una disputa legal que desnuda no sólo los gruesos vacíos legales que subsisten en el país sino la desidia enquistada en los dirigentes políticos y en la Justicia, que aún impide la solución de un conflicto que, creemos, podría solucionarse a fuerza de buena voluntad y sentido común.
Conozca la guerra del Iberá, en este número de El Federal.