Según datos de la FAO, la producción paraguaya de trigo comenzó a cubrir la demanda nacional a mediados de los años ’80 y presenta saldo exportable sostenido a partir de 2002. El aumento en la producción se logró, principalmente, mediante el incremento del área de siembra, la cual alcanzó su máximo a partir del año 2010, promediando desde entonces 550 mil hectáreas cosechadas, las que produjeron en promedio de las últimas tres campañas 1.1 millones de toneladas anuales.
Parece poco factible que Paraguay pueda incrementar la producción de trigo a través de la ampliación de la superficie sembrada, dado que este cultivo compite por el uso de la tierra con otras actividades. El aumento de rendimiento parece ser la estrategia más viable para generar una mayor producción.
Por su parte, en la Argentina, la producción de trigo que se encontraba estancada en unos 6 millones de toneladas desde los años ’30, comenzó a aumentar en los años 70. Durante esos años, por ley nacional (Ley 12253 De granos y elevadores) se priorizó la calidad y la sanidad sobre el rendimiento de las variedades (actualmente denominadas “cultivares”) a inscribirse. La consecuencia de aplicar esta ley durante 37 años fue que se lograron cultivares de excelente calidad conocidos como “trigos correctores”, pero durante esos años, el aumento de rendimiento estuvo por debajo del promedio mundial. Con la introducción de los trigos semienanos en los años ’70, en un proceso de alcance mundial que se conoce como la “Revolución Verde”, la Argentina retomó el aumento de la producción de trigo gracias al aumento de rendimiento que se logró por medio de estos cultivares. Posteriormente, la introducción de trigos con sangre francesa a partir del año 2000, permitió continuar incrementando el rendimiento y la producción, la cual promedió 18.8 millones de toneladas anuales, en las últimas tres campañas.
A diferencia de lo ocurrido en Paraguay, desde 1970 el aumento de la producción argentina de trigo estuvo mucho más asociado al aumento del rendimiento que al de la superficie dedicada al cultivo. Esta tuvo oscilaciones de gran magnitud en respuesta a las expectativas político-económicas del país, promediando 5.8 millones en las últimas tres campañas.
Pese a las diferencias climáticas y de tradición triguera entre Paraguay y Argentina, el aumento de rendimiento desde 1970 fue similar en ambos países, promediando 1.7% por año. Sin embargo, los rendimientos que se obtienen en Argentina son mayores a los de Paraguay: 3.3 y 2.3 tn/ha promedio de las últimas tres campañas, respectivamente. Esta diferencia podría deberse (i) a que el clima de Paraguay es menos favorable para la producción de trigo que el de Argentina, (ii) a que el potencial de rendimiento de los cultivares paraguayos es menor que el de los argentinos o (iii) a que los cultivares paraguayos tienen ventajas en Paraguay y los argentinos en Argentina, es decir, a la interacción entre cultivar y ambiente.
En el marco del proyecto de tesis de Pedro Chávez Sanabria auspiciado por IPTA (Instituto Paraguayo de Tecnología Agropecuaria) y el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina), bajo la dirección de Pablo Abbate (INTA Balcarce) y con el asesoramiento de Man Mohan Kohli (CAPECO, Paraguay), se realizaron dos experimentos, uno en Balcarce (Argentina) durante la campaña 2015/16 y otro en Capitán Miranda (Paraguay) durante la campaña 2016. En ambas localidades se evaluaron 9 cultivares de origen paraguayo (Canindé 1, Canindé 3, Canindé 11, Canindé 12, Canindé 21, Itapúa 70, Itapúa 75, Itapúa 80 e Itapúa 85) con 5 cultivares argentinos de ciclo corto (ACA 906, Baguette 501, BIOINTA 1007, Buck Pleno y Klein Rayo). Los cultivares fueron elegidos teniendo en cuenta los antecedentes de altos niveles de rendimiento en su país de origen. Los ensayos fueron manejados con riego y sin limitaciones nutricionales.
El rendimiento promedio de todos los cultivares en Capitán Miranda (5.1 t/ha) fue 44% menor al obtenido en Balcarce (9.1 t/ha). El rendimiento de trigo es particularmente afectado por las altas temperaturas y la baja radiación a partir de mediados de encañazón. Podría suponerse entonces que las diferencias de rendimiento se debieron a la mayor temperatura de Capitán Miranda, ya que comparando las temperaturas mensuales, Capitán Miranda presenta en promedio 8.5 °C por arriba de Balcarce. Así, mientras en Balcarce la temperatura del mes más frío de (junio) es 7.8 °C, en Capitán Miranda alcanza 16.4 °C. Por su parte, las respectivas temperaturas del mes más cálido (diciembre) son 19.1 °C en Balcarce y 24.2 °C en Capitán Miranda. Sin embargo, la fecha de siembra y de floración optima son más tempranas en Capitán Miranda que en Balcarce (1-jun y 15-ago en Capitán Miranda y 20-jul y 5-nov en Balcarce), por lo cual, al realizar la comparación a igual estado de desarrollo, las temperaturas tienden a igualarse. No obstante, la temperatura continuó siendo 14% mayor en Capitán Miranda que en Balcarce, y la radiación en Capitán Miranda resultó 29% menor a la de Balcarce. En definitiva, la baja disponibilidad de radiación en primer lugar y la alta temperatura en segundo, determinan que el rendimiento potencial en Capitán Miranda sea menor que el de Balcarce.
Tanto en Capitán Miranda, Paraguay como en Balcarce se encontró que el rendimiento de los cultivares paraguayos fue igual al de los argentinos, es decir, el rendimiento no estuvo vinculado al país de origen de los cultivares. Además del rendimiento, se midieron unas 15 variables de cultivo a partir de las cuales se calcularon cerca de 40 variables adicionales. Algunas de estas 55 variables se asociaron con el rendimiento; sin embargo, no se encontraron diferencias entre cultivares vinculadas a su país de origen en ninguna de las variables excepto una, la producción de rastrojo (paja), resultado 16% mayor en favor de los cultivares paraguayos. El mayor aporte de rastrojo favorecería positivamente el balance de carbono del suelo y lo protegería de la erosión.
Los resultados obtenidos muestran que pese a que las condiciones ambientales en donde se seleccionaron los cultivares paraguayos y argentinos fueron contrastantes, no hubo diferencias en el rendimiento asociadas al país de origen; esto es, los programas de mejoramiento fueron efectivos en su respectiva zona de influencia.
Si bien Paraguay presenta limitaciones ambientales más importantes que las de Argentina, el trigo continua siendo un cultivo relevante en la rotación ya que permite generar rastrojo para proteger el suelo, obtener una doble cosecha anual en combinación con otros cultivos, contribuir con la seguridad alimentaria y diversificar la fecha de ingreso de divisas en ambos países.