Desde que diferentes actores políticos del Gobierno Nacional comenzaron a hablar de la producción ganadera en Argentina para atender las necesidades del consumo interno así como la demanda externa, mucho se debatió acerca del stock bovino de nuestras tierras.
A mediados de mayo, cuando el Gobierno decidió cerrar las exportaciones de carne vacuna por 30 días, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, y el ministro de Desarrollo Productivo de la Nación, Matías Kulfas, comenzaron a hacer hincapié en que Argentina debía aumentar su producción para poder abastecer correctamente al mercado interno con precios accesibles, y no exportar en detrimento del consumidor local.
Desde el sector ganadero explicaron que cerrar las exportaciones no resolvía el problema de los precios, dado que la inflación y los ingresos de la población son el problema, y no el valor de la carne. Según indicaron varias entidades, el problema se resolvía “produciendo más”.
El tema quedó planteado en la agenda nacional, donde públicos y privados coincidían en que se debe aumentar la producción. Mientras se confecciona el Plan Ganadero Nacional, se escuchan las primeras propuestas.
Es en ese marco que la Cámara Argentina de la Industria de Productos Veterinarios (CAPROVE), afirma que “con 10 puntos porcentuales de mejora en el promedio de destetes, Argentina podría aumentar la producción de terneros y de carne y así atender la demanda del mercado interno y de exportación, sin necesidad de aumentar el stock vacuno”.
“Los avances en genética, nutrición y manejo no lograron que la actividad supere el histórico 61% de destete que limita y tensiona el abastecimiento del mercado local y los externos”, afirma el vicepresidente de CAPROVE, Juan Carlos Aba.
Es que Aba lo ve con claridad: “El país se encuentra hoy en un punto de quiebre: la producción ganadera local no alcanza para cubrir la demanda externa creciente, y la demanda interna comienza a verse resentida por la falta de oferta y el aumento de los precios”.
Números
Para entender mejor la propuesta de CAPROVE, veamos algunos números. Se producen en Argentina alrededor de 14.000.000 de terneros, y se estima que faltan 2.300.000 más para abastecer el mercado interno y el externo.
“Esos 14.000.000 de terneros producidos corresponden al 61% de destete de las 23.000.000 de vacas existentes. Entonces, si queremos obtener los 2.000.000 de terneros extras sin cambiar las condiciones actuales, deberíamos aumentar el stock en alrededor de 3.000.000 de vacas. Esto es algo imposible en un país donde la ganadería perdió más de 15.000.000 de sus mejores hectáreas a manos de la agricultura”, analiza Aba.
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Entonces, la opción que sí es posible actualmente es aumentar la eficiencia del stock actual. ¿Cómo? Incrementando el índice de destete, ya que pasando del 61% al 71% se generaría un 10% extra en productividad y se lograrían los 2.300.000 terneros que faltan, señalan desde la Cámara.
$60.000 millones anuales perdidos
El otro de los problemas productivos ganaderos que tiene la Argentina, dejando de lado el destete es el inicio de la ecuación. ¿Cómo? Hablamos de los destetes que no llegan a hacerse porque el ternero no nació.
“En la Argentina todos los años se preñan solo 76 de cada 100 vacas, y de las 24 que quedaron vacías, 7 no se preñan por problemas sanitarios“, afirman desde la Cámara y continúan con el análisis: “De las 76 vacas preñadas nacen sólo 70 terneros, donde 5 de los 6 restantes no nacen por inconvenientes ligados a Brucelosis, IBR, DVB, Leptospirosis y otras patologías”.
Carlos Aba agrega además que “de los 70 terneros que comienzan su crianza al pie de la madre, 9 mueren por diarrea o neumonía, llegando al destete sólo 61 terneros. Entonces el 20% de los terneros que se perdieron, no nacieron por problemas 100% sanitarios“.
Y concluye: “Si le suman las generadas por parasitosis no tratadas o tratadas de manera incorrecta, las pérdidas producidas por las enfermedades metabólicas, como son las carencias vitamínico-minerales de las zonas de cría, más las enfermedades perinatales y las víricas y bacterianas, las pérdidas ascienden a $60.000 millones anuales por un deficiente plan sanitario.“