El Día Mundial del Suelo (WSD por sus siglas en inglés; World Soil Day) se celebra anualmente el cinco de diciembre como un medio para centrar la atención en la importancia de un suelo sano y abogar por la gestión sostenible de los recursos del suelo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) aprobó unánimemente el Día Mundial del Suelo en junio de 2013 y en diciembre, la Asamblea General de la ONU respondió al designar el 5 de diciembre de 2014 como el primer Día Mundial del Suelo (Resolución 68/232). El día del WSD conmemora el aniversario de H.M. King Bhumibol Adulyadej, el Rey de Tailandia, que autorizó oficialmente el acontecimiento.
Bajo el lema “detengamos la erosión del suelo, salvemos nuestro futuro”, la campaña intenta generar conciencia sobre la importancia de mantener ecosistemas saludables y su relación con el bienestar humano; abordar los desafíos crecientes en el manejo del suelo; generar una mayor conciencia sobre el cuidado de este recurso no renovable.
La FAO estima que el 95% de nuestros alimentos se produce directa o indirectamente en los suelos, por este motivo, la disponibilidad de alimentos nutritivos depende de la salud del suelo en el que se producen, es decir, un suelo vivo y sano es un aliado fundamental para contribuir a la seguridad alimentaria.
En cuanto a la hambruna, más de 820 millones de personas padecen hambre en el mundo. La seguridad alimentaria no es solo una cuestión de cantidad, sino también de calidad. “Si queremos tener una dieta saludable, debemos empezar por preguntarnos qué tan bien se nutren los cultivos. Los hombres y las mujeres que se dedican a la agricultura juegan un papel fundamental en la obtención de alimentos nutritivos y en el uso responsable de los suelos”, afirma Gustavo Elías, responsable de Desarrollo de Cultivos Extensivos de Yara; y agregó que de ellos depende que el suelo recupere elementos tan esenciales para la vida como el fósforo, potasio, calcio, hierro y zinc, entre otros.
La degradación del suelo pone en riesgo la viabilidad de las actividades agropecuarias, forestales y la seguridad alimentaria. En la Argentina, según un estudio del INTA y la PROSA, los procesos de erosión hídrica y eólica avanzaron en el último cuarto de siglo hasta ocupar un 36 % del país, lo que representa unas 100 millones de hectáreas distribuidas entre áreas agrícolas de la región húmeda y subhúmeda, y también en la zona semiárida y árida con bosques nativos y pastizales.
Se prevé que para el año 2050 la población mundial supere los 9 mil millones de habitantes, por este motivo, se debe buscar la forma de aumentar el rendimiento y la calidad de los alimentos mediante el cuidado del suelo y la reposición de los nutrientes que absorben los granos y se van con la cosecha.
La seguridad alimentaria dependerá de que se tomen acciones inmediatas para la conservación del suelo ya que el contenido nutricional de la producción, está directamente relacionado con la condición del suelo. “Hay algunos alimentos con mayor capacidad de absorción y concentración de nutrientes claves para el desarrollo humano. Sin embargo, si no logramos que estos nutrientes estén disponibles en las plantas a través de una fertilización mineral balanceada, el alimento será pobre nutricionalmente”, señala Elías.
Es importante involucrarse y tomar conciencia sobre la necesidad de proteger de manera inmediata y urgente los suelos para poder aprovechar los beneficios de estos, de una manera sana para una agricultura más sostenible y responsable.