El día 30 de noviembre de cada año se celebra en nuestro país el Día Nacional del Mate, donde se conmemora el nacimiento del caudillo federal argentino, Andrés Guacurarí y Artigas (también nombrado, Guazurarí; del guaraní: “ganado veloz”), más conocido como “Andresito”, primer y único gobernador indígena.
Por disposición del Congreso de La Nación, el día 17 de diciembre del 2014 se sancionó la Ley Nº 27.117, que invita a conmemorar el nacimiento de Andresito en la ciudad correntina de Santo Tomé, el 30 de noviembre de 1778; y quién entre 1811 y 1821 fue gobernador en la Provincia Grande de las Misiones, y tuvo de colaborador a José Gervasio de Artigas, quien lo apadrino y adoptó legalmente.
Este día nos recuerda a una, y por no decir la mayor, costumbre argentina, el mate. Se trata de una infusión muy conocida, popular en todo nivel social y que tiene su origen en nuestros pueblos originarios, más propiamente, los Guaraníes y Guaycurúes, dispersos en el alto Paraná y alto Uruguay. Con la conquista el hábito fue adoptado por los españoles y fue muy apreciada por la compañía de Jesús o misiones jesuíticas (llamada, también, “yerba de los Jesuitas”).
El nombre “mate” (del Quechua, “mati ”: calabacita), proviene de la calabaza en la cual se prepara dicha infusión. En su interior se coloca la yerba mate (Ilex Paraguariensis), ligeramente tostada y desmenuzada, para tal fin. Luego, se agrega el agua proveniente de la “pava” o caldera, a una temperatura de 80ºC; así, se obtiene una preparación espumosa de sabor propio, que se succionará a través de un canuto o bombilla.
El mate, para los argentinos, no trata sólo de una infusión, sino de un culto que al estar con amigos, pareja, familia, invita a la charla, a la reflexión, al debate: “¿Preparamos unos mates?”, la manera que tienen los argentinos para decir, “quiero pasar un rato con vos”.
El consumo puede darse también de manera individual, el cuál acompaña y constituye un paliativo a la soledad, mientras se hacen otras tareas.
Con respecto a su contenido, este posee cafeína (0,2% a 1,6%), del grupo químico de las Xantinas, sustancias estimulantes del sistema nervioso central, y un 10% de tanino (de acción astringente y que le da su sabor amargo). Al igual que otras bebidas caféicas (café, té, cola, guaraná, cacao) no generan adicción, pero si, habituación.