Este miércoles el descorche de cada vino malbec tendrá un significado especial, pero sobre todo en la Argentina: se celebra el “Día del Malbec”, y en la antesala a la celebración científicos argentinos determinaron el genoma de la variedad.
La iniciativa del festejo comenzó en 2011 a partir de una acción de Wines of Argentina, que promociona la producción vitivinícola de nuestro país ante los consumidores del mundo.
Y este año la celebración incluye también la novedad del trascendental avance que científicos argentinos que buscaron descifrar el genoma del malbec. Se trata de un equipo perteneciente al Vivero Mercier Argentina junto al Instituto de Biología Agrícola Mendoza.
El “Proyecto Iberogen”, como se lo determinó, revela el mapa genético de la variedad. Y una de las aplicaciones principales a las que se apuesta ahondar es la de poder hacerle frente, en un futuro no muy lejano, a los cambios productivos que obliga el cambio climático.
“Iberogen” es el nombre del proyecto compartido entre Vivero Mercier la Bodega Roda, española. Con dicho acuerdo ambas partes se comprometieron a colaborar y explotar los resultados obtenidos.
LA PUBLICACIÓN SOBRE EL GENOMA DEL MALBEC
La investigación había contado con el financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, que dependió del ahora exministerio de Ciencia y Técnica de la Nación. El área, en la actual gestión de La Libertad Avanza, depende directamente de la Jefatura de Gabinete bajo el nombre de “Ciencia y Tecnología”.
El trabajo fue realizado por los investigadores Luciano Calderón, Pablo Carbonell Bejerano, Claudio Muñoz, Laura Bree, Cristóbal Sola, Daniel Bergamín, Walter Tulle, Sebastián Gómez Talquenca, Christa Lanz, Carolina Royo, Javier Ibáñez, José Miguel Martínez Zapater y Diego Lijavetzky.
El estudio se publicó en la revista científica “Horticulture Research”, y con la misma se abre el camino para nuevos mejoramientos en aspectos productivos de la variedad.
Hasta la presentación del trabajo uno de los desafíos que se planteaba era el de que, ante el calentamiento global ineludible, varios de los especialistas analizaban “deslocalizar” la producción. Esta opción conllevaba el lento traslado de los polos productivos hacia zonas de menores temperaturas.
¿Algunos problemas detectados en la actualidad? El calor genera una mayor celeridad en la caída de los ácidos orgánicos de la uva, concentra los azúcares y el efecto podría derivar en un producto con menor color.
Por eso, la apuesta genética es uno de los caminos de la ciencia para poder darle pelea a un efecto climático que no da tregua.