Algunos más, otros menos… Lo cierto es que los pastizales de la Patagonia están degradados por el sobrepastoreo. Los campos pierden sus mejores pastos, cada vez pueden sostener menos cantidad de ovejas y los productores reclaman soluciones. En este marco, investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) analizaron la situación actual, comentaron casos exitosos de manejo adaptativo y alertaron sobre los riesgos de implementar las nuevas propuestas de manejo holístico de pastizales, según informó el sitio Sobre la Tierra (SLT), agencia de divulgación científica y de investigación de Fauba.
“Semanas atrás participé de un taller en Puerto Madryn. Asistieron técnicos de distintas regiones áridas de todo el país, incluyendo profesionales del INTA, de los gobiernos provinciales involucrados y hasta de las empresas petroleras, que suelen estar asociadas a grandes daños ambientales. El tema giró alrededor de si los procesos de restauración y desarrollo son compatibles o se contraponen”, contó Rodolfo Golluscio, profesor de la cátedra de Forrajicultura de la FAUBA, y añadió: “Como el concepto de desarrollo incluye siempre el bienestar humano, la restauración y el desarrollo son compatibles mientras las personas no tengan que dejar de vivir de esos ecosistemas. Si esto ocurre, los problemas sociales asociados seguramente serán aun más graves y difíciles de resolver que la degradación de los campos”.
Degradación: dónde y cuánto
Golluscio, quien también es investigador del Conicet, identificó distintos niveles de degradación en dos ambientes de la Patagonia. Por un lado, los pastizales de coirón blanco (pastos del género Festuca), ubicados al oeste de la región, donde esta forrajera es la más abundante y la más preferida por las ovejas. Por otro lado, los pastizales de coirón amargo (pastos del género Stipa), que quedan hacia el centro y están dominados por plantas mucho menos comestibles. “Es interesante que las áreas con coirón blanco están con condiciones ambientales más favorables, pero al mismo tiempo también están sujetas a un deterioro más severo porque como los animales se comen el pasto dominante, el suelo queda desnudo y se erosiona mucho más que el del coironal amargo, que está más cubierto, pero no por pastos palatables”.
En esta línea, el investigador identificó tres grados de deterioro en los pastizales de Patagonia.
Xerofitización leve: relacionada con la reducción de la cobertura de las plantas que más buscan los animales (que al ser poco resistentes a la sequía son de hojas relativamente blandas) y con el aumento de las xerofíticas, de características opuestas y casi no comestibles. En este caso, las más preferidas por las ovejas no desaparecen del todo.
Xerofitización grave: son los casos en los que ya casi no quedan plantas de las especies preferidas.
Aridización: en este caso, los mejores pastos se perdieron del sistema y no fueron reemplazados por otras plantas, con lo cual el suelo queda desnudo y crece el peligro de que se erosione por acción del viento.
“En el área de coirón amargo se dan los dos primeros, pero en el coironal blanco tienen lugar los tres niveles de deterioro”, afirmó Golluscio.
“Las posibilidades de revertir esos estados son distintas. Si la xerofitización es leve, quizás el sistema recupere los mejores pastos si se les da un descanso. O sea, si se quitan los animales del cuadro en las épocas del año en que hay condiciones favorables para que los pastos crezcan y recuperen vigor. Si la xerofitización es grave, es casi imposible resembrar los buenos pastos perdidos, y con sólo dar descanso no se revierte el deterioro. Por último, en los lugares aridizados, con un suelo ya totalmente distinto al que están adaptados los mejores pastos, la estrategia pasa por plantar arbustos u otros pastos como los usados para fijar médanos”, dijo el investigador.
El manejo adaptativo, un modelo virtuoso
En 2017, el grupo de Golluscio y otros docentes de la FAUBA cumplirá 30 años de una experiencia exitosa de manejo de establecimientos ganaderos en la Patagonia, que abarca más de 500.000 ha. Al respecto, señaló: “Usamos un sistema de manejo adaptativo. A partir de un diagnóstico inicial del estado productivo y del pastizal se hace una propuesta de manejo, se la implementa y se monitorean los resultados. Si el manejo da resultados que difieren de los esperados, se revisa el diagnóstico o la propuesta de manejo. Es un proceso virtuoso ya que en cada vuelta aprendemos todos: los técnicos y los encargados de manejar los animales en el campo”.
“Cuando empezamos —contó Rodolfo—, tuvimos contacto con las ideas de Allan Savory, creador de un sistema conocido comercialmente como manejo holístico. Él proponía un pastoreo rotativo con altísimas cargas durante tiempos muy cortos en cada potrero, y luego descansos muy largos. Sin dudas, el manejo holístico puede resultar adecuado en regiones con condiciones ambientales no tan extremas. Nuestro manejo adaptativo, en cambio, demostró que esas ideas eran impracticables en la Patagonia porque dejar que la vegetación descanse para que recobre vigor sólo tiene sentido si las plantas pueden aprovechar ese descanso. Como en la Patagonia hace mucho frío en invierno y hay sequía en verano, salvo por un período breve entre octubre y abril, aplicar todo el año el pastoreo holístico podría llegar a tener consecuencias negativas para el pastizal, para la condición de los animales y para los ganaderos”.
Golluscio comentó que tras 29 años de manejo adaptativo, él y sus colegas de la FAUBA lograron revertir la caída de los índices productivos de los establecimientos. “Pudimos elevar el número de animales, el porcentaje de corderos logrados y los kg de lana/ha. Para esto, en vez de tomar un tipo de manejo en particular como la panacea bajo cualquier circunstancia combinamos tres herramientas: pastoreo continuo y pastoreo rotativo en diferentes épocas y lugares, y pastoreo diferido (o sea, darle a los animales en invierno el pasto producido en primavera-verano). Es un trabajo en equipo muy importante”.
El dilema de rotar o no rotar
Nicolás Ciano, director del Centro Regional Patagonia Sur (INTA), sostuvo que “En estos ambientes tan contrastantes, donde las precipitaciones son escasas, erráticas y muy variables entre años, no existe una única propuesta de manejo posible. La experiencia, la evidencia científica y el trabajo del INTA en la región demuestran que planificar el uso ganadero del pastizal según la disponibilidad temporal y espacial de forraje, asignar distintas categorías de ovejas en diferentes cuadros de acuerdo a sus demandas y mejorar los aspectos técnicos de la producción ovina son la mejor forma de optimizar la producción”.
“Un problema a considerar es cómo se llevaría a la realidad el método de pastoreo holístico en establecimientos ganaderos como los patagónicos —se preguntó Gonzalo Irisarri, docente de la cátedra de Forrajicultura de la FAUBA—. Se deben enfrentar limitantes relacionadas tanto con la disponibilidad de personal para trabajar como con la estructura misma de los campos. Y ahí es donde aparecen todas las cuestiones propias de la heterogeneidad: ¿cuán distinto es y cuánto tiempo necesita un ambiente para recuperarse en un campo donde, por ejemplo, llueve 150 mm/año en una punta y casi 600 mm/año en la otra? Esto puede ocurrir perfectamente en campos de esta región por su extensión y variabilidad ambiental”.
“La Patagonia posee una alta heterogeneidad de ambientes”, señaló Pablo Cipriotti, docente de la cátedra de Métodos Cuantitativos de la FAUBA. “Uno de los varios talones de Aquiles para la implementación de un esquema rotativo como única forma de manejo es el gran tamaño de los campos y el grado de apotreramiento, que es muy bajo. No es una cuestión menor. Los cuadros son inmensos, miles de hectáreas, y las distancias son larguísimas. El movimiento constante de animales es impracticable en estas condiciones”.
En relación con este punto, Golluscio remarcó que hacer caminar largas distancias a las ovejas es peligroso cuando están preñadas, ya que aumenta el riesgo de que los corderos recién nacidos pierdan a la madre y mueran. “Nuestra experiencia muestra que con el manejo holístico, la señalada, que es el número de corderos logrados dividido por el número de ovejas, baja dramáticamente, y con ella baja la posibilidad de reponer las ovejas que se descartan por viejas. El productor cada vez gana menos plata y, a la vez, es cruel para los animales”.
“Actualmente, los sistemas de manejo que promueven el rebrote a través de pulsos de pastoreo intenso seguidos por largos períodos de descanso son presentados como una alternativa. En los casos documentados se obtuvieron resultados positivos en el estado de los pastizales, pero también se registraron pérdidas en la condición de los animales, caídas en la señalada y un aumento del riesgo”, aclaró Ciano.