En el inicio del furor de la lucha antiinflacionaria, el Ministerio de Economía había dictado en noviembre de 2005 una resolución eliminando los reintegros a la exportación de una serie de productos, comenzando por las carnes bovinas (luego la escalada terminaría con el cierre de la exportación) y concluyendo por los aceites vegetales refinados, es decir los que llegan directamente al consumidor a través de las góndolas del comercio minorista.
Los reintegros constituyen un mecanismo de promoción de las ventas externas, al devolvérsele al exportador parte de los impuestos locales. Por el contrario, quitarlos constituye un desestímulo que en este caso afecta a la agregación de valor de los productos.
Por ejemplo, según datos de la Afip, en junio se exportaron 110.400 toneladas de aceite de girasol en bruto, a un valor promedio de 566 u$s/t, mientras que en ese mismo lapso se vendieron 12.350 t de aceite de girasol refinado y envasado a un valor promedio de 804 u$s/t. Es decir, que el proceso de refinación, envasado y etiquetado, agregó 42% por sobre el valor de la materia prima.
El objetivo de los planificadores de Economía fue mantener el precio interno a raya, restándole competitividad a las exportaciones. Pero olvidaron incorporar el numeral arancelario correspondiente a los aceites mezcla refinados, que siguieron recibiendo sus correspondientes reintegros.
En 2005 se exportaron 141.200 toneladas de estos productos por u$s 98,1 millones, de los cuales el 89% tuvo como destino el vecino país de Chile. En tanto, al 30 de junio de este año se llevaban colocadas 113.023 toneladas por valor de u$s 76,3 millones, con una importante participación de Chile, pero también de otros mercados como Angola y los Estados Unidos. Comparando las exportaciones semestre contra semestre, en la primera mitad de 2006, las exportaciones de aceites refinados mezcla creció 81% en volumen (113.023 vs. 62.370 t) y 74% en valor (u$s 76,3 millones vs. u$s 44 millones). Además, creció el número de destinos, que suman 45, la mayoría economías en desarrollo (ver cuadro).
De ahí que la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina le haya enviado una nota a la ministra Miceli, expresando “su profunda preocupación” por la eliminación de los reintegros a la exportación de estos productos, sosteniendo “que no existe justificación para esta medida”.
Respecto de esto último, los aceiteros manifiestan que el precio interno de los aceites mezcla pasaron de 4,48 $/l en diciembre de 2004, a 4,55 $/l doce meses más tarde, para bajar a 4,27 $/l como promedio en junio de 2006. “En el ínterin, el rubro Alimentos y Bebidas subió 20,5% y el Índice de Precios al Consumidor, 17,8%”, se quejan los aceiteros.
Según Alberto Rodríguez, director ejecutivo de la entidad, la medida afecta a empresas como Nidera, Aceitera General Deheza, Tanoni o Molinos Río de la Plata, que operan en este negocio.
Un dato interesante, analizado por Infocampo, surge de la diferencia entre el valor FOB y el precio interno de estos aceites, ya que mientras el precio de un litro de aceite mezcla refinado y envasado, puesto arriba de un barco, es 67 centavos de dólar o $ 2, puesto en la góndola de un supermercado es u$s 1,40 o $ 4,27.
Quiere decir que si el valor FOB se considera como el de “paridad de exportación” (para eso trata Economía de desestimular su exportación), entonces entre salida de fábrica y el consumidor el producto aumenta 114%.
Javier Preciado Patiño
