El análisis de suelos es una herramienta muy útil, que permite orientar sobre el grado de suficiencia o deficiencia de los nutrientes del suelo, así como conocer otras características, tales como la acidez y la salinidad, que pueden tener influencia sobre el desarrollo de los cultivos.
Su implementación es fundamental cuando se intenta economizar y optimizar recursos en nutrición, aspecto que en tiempos de “vacas flacas” como los actuales son mayormente requerido por los productores.
En el marco de una jornada a campo, organizada por Nidera Semillas, el ingeniero agrónomo David Melión, extensionista del INTA Bragado, insistió en la necesidad de fortalecer el diagnóstico mediante el análisis de suelo para la planificación de la fertilización de los cultivos de gruesa rumbo a la presente campaña.
LA FERTILIZACIÓN COMIENZA POR EL DIAGNÓSTICO
“Partiendo de mejores diagnósticos vamos a tener la posibilidad de ajustar mejor el manejo nutricional y dentro de las decisiones y la gestión de cada empresa, tomar las medidas más adecuadas”, sostuvo el especialista en diálogo con Infocampo.
En ese sentido, comentó que a través de esta herramienta se puede optimizar la elección de un determinado paquete tecnológico en cada cultivo, y definir entre otras variables, la dosis a utilizar, el tipo de fertilizante y los nutrientes a agregar al sistema.
“Si uno parte de un buen diagnóstico también tiene la posibilidad de hacer números más precisos permitiendo tomar las mejores decisiones dentro de la rotación de cultivos más conveniente en cada región productiva”, destacó.
ENFOQUE INTEGRAL
Muchas veces, el clima de cada campaña afecta las decisiones, las prácticas de fertilización y la eficiencia de las mismas, situación por la cual, se recomienda aplicar un enfoque integral de la nutrición en la rotación de los cultivos.
“Podemos anticipar o inferir, gracias a las previsiones meteorológicas existentes, cuál puede ser el escenario climático al que los cultivos pueden llegar a estar expuestos. Esto nos permitirá tomar decisiones claves, pero no alcanza para diagramar un plan nutricional”, enfatizó.
Sobre esto, agregó que el análisis de suelo es la “principal herramienta” que permite conocer la situación de cada lote.
En relación a eso, el entrevistado comentó que en las últimas temporadas los productores “ajustaron tecnologías de fertilización”, por temor a la sequía, intentando reducir la exposición al riesgo económico.
“La situación climática puso al productor en una situación complicada y muchos redujeron la utilización de fertilizantes para proteger y optimizar su inversión. No obstante, deben ser conscientes que no es lo mismo ajustar por ajustar, sino hacerlo con mejor información mediante un buen diagnóstico con análisis de suelo y una caracterización ambiental adecuada en cada situación”, recomendó.
Por otra parte, Melión dijo que, al momento de planificar fertilizaciones, no se debe pensar solamente en la nutrición de un cultivo en sí, sino que es recomendable hacerlo pensando en la rotación completa y tener en cuenta que debe existir un adecuado balance entre la cantidad de nutriente agregado y la cantidad exportada por los cultivos.
“Tenemos que salir de la mirada particular sobre el cultivo y comenzar a mirar al suelo. Comprender que los nutrientes están en el suelo, en la materia orgánica y apoyarse en este indicador para mantener nuestros suelos lo más sanos posible a través de las rotaciones y las prácticas asociadas”, ejemplificó.
TECNOLOGÍAS COLABORATIVAS
El hecho de juntar información de los lotes para luego, a partir de ella poder caracterizar a los ambientes y trabajarlos de manera diferencial es fundamental.
En este punto coincidió completamente el entrevistado. “Con esto toma relevancia la agricultura por ambientes, con todo el paquete tecnológico asociado a la recolección de la información, su análisis y la maquinaria adaptada para llevar adelante prácticas que brindan un mejor resultado”, manifestó.
En ese sentido, concluyó que todas estas tecnologías hoy disponibles en la agricultura moderna, permiten “tomar decisiones de manejo que optimicen el uso de los recursos, eficientizar las prácticas agronómicas y proteger la rentabilidad de los cultivos beneficiando a los productores”.