Cuando nos enfermamos, no queremos salir de la cama, perdemos el apetito y, por lo general, tampoco queremos visitas. Esta estrategia de comportamiento para enfrentar las afecciones parece estar conservada en animales evolutivamente muy distantes, incluyendo los seres humanos. Ahora, un equipo de científicos argentinos reveló que las abejas pueden ser un modelo de estudio útil para entender cómo interaccionan, en las distintas especies, el cerebro y las defensas inmunitarias, según informó la Agencia CyTA del Instituto Leloir.
“Se sabe que el sistema inmune modula el funcionamiento del cerebro, pero los mecanismos mediante los cuales lo hace se conocen sólo parcialmente”, indicó a la Agencia CyTA-Leloir la doctora Amaicha Depino, investigadora del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE) que depende del CONICET y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
Tal como se describe en la revista “Frontiers in Physiology”, los investigadores, liderados por Depino y el doctor Fernando Locatelli, aplicaron en las abejas una molécula que las bacterias tienen en su pared y que dispara una respuesta inflamatoria. Posteriormente, estudiaron y caracterizaron los cambios de comportamiento verificados en los insectos, en particular, la falta de apetito, la pérdida de motivación y la disminución en la sociabilidad.
“El distanciamiento social de los insectos afectados podría ser una estrategia evolutiva para evitar el contagio en la colonia”, indicó Depino.
Cuando el sistema inmune está activado de manera crónica (por ejemplo en enfermedades autoinmunes o en tratamientos de algunas enfermedades), las alteraciones en la conducta que normalmente tienen valor adaptativo pueden volverse patológicas (llevar a ansiedad o depresión). “Por ello, entender los mecanismos que subyacen dicha comunicación podría permitir prevenir estos efectos adversos sobre el cerebro”, señaló la científica del IFIBYNE.
Asimismo, la investigadora puntualizó que la descripción del comportamiento asociado a la enfermedad puede ayudar a un manejo sano de las colmenas, “sobre todo en un contexto en el que se registra la muerte masiva de abejas en diferentes lugares del mundo a causa del uso de pesticidas, infecciones, estrés y otros factores”.
Del estudio también participaron los estudiantes de doctorado Nadia Kazlauskas y Martín Klappenbach, también investigadores del CONICET en el IFIBYNE.