“Sostenibles por naturaleza” es el título del segundo de los cuatro ejes definidos por los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA) para el Congreso anual que se está desarrollando en el predio de la Sociedad Rural Argentina (SRA) de Palermo (Buenos Aires).
Y la primera conferencia de este jueves estuvo apuntada precisamente al establecimiento de las pautas y desafíos que enfrenta el agro argentino en la actualidad, para acompañar la demanda global de alimentos producidos con mayor sustentabilidad.
Esteban Jobbágy, un investigador que es especialista en la interacción entre la ecología de ecosistemas terrestres, la hidrología y los cambios en el uso de la Tierra, disertó bajo el título “Cuidando el agua” y apuntó precisamente a los cambios que se están dando en la hidrología de las zonas productivas, y que imponen nuevas formas de pensar los usos de la tierra.
UN ÉXITO, UNA SORPRESA Y CUATRO DESAFÍOS
Jobbágy inició su exposición destacando cuál fue uno de los principales “éxitos” que logró el campo argentino: “En los últimos 30 años, fabricamos otra pampa húmeda más y lo hicimos en tierras secas”.
Se refirió así al crecimiento de la frontera productiva, desde la zona núcleo tradicionalmente agrícola, hacia el oeste, el sur y el norte.
“En el caso del maíz, en zonas en las que llueven 200 milímetros menos que en la pampa tradicional, logramos rindes incluso mayores”, valoró Jobbágy.
Desde su punto de vista, esto se logró entre otras cosas con un mejor manejo del agua, gracias a la siembra directa que permitió almacenar humedad con la cobertura y evitar el consumo hídrico de las malezas, a la vez que “apareció un elemento que no estaba en el radar”: las napas.
Este “almacén de agua” ha sido uno de los principales aliados para “sacar muy buenas notas en tierras secas”, pero ahora enfrenta una amenaza: un nuevo escenario hidrológico.
Con el paso de los años, según Jobbágy, la “sorpresa” fue hidrológica: comenzaron a inundarse zonas hacia el norte y oeste de la región pampeana y las napas, en algunos casos, se convirtieron en un problema.
El experto comparó la situación con un mate: “Levantamos la bombilla a la mitad y si queremos cebar el mate con la misma agua que cuando la bombilla estaba al fondo, se va a inundar. Con la agricultura es igual, las napas ya subieron y no van a bajar, por lo que hay que prestar atención al manejo”.
DEFINIR LA SUSTENTABILIDAD
Por último, Jobbágy enumeró los que considera los cuatro desafíos que debe abordar el sector en este nuevo escenario climático y para ser “sostenibles por naturaleza”, como marca el eje definido por CREA.
1) Manejar el agua, desde el lote al “paisaje”. Para el especialista, es imposible tener una gestión exitosa del agua de manera aislada en un campo. Sí o sí se debe trabajar a nivel de cuencas o de “paisajes”, junto a los productores vecinos.
2) Aprender a regar con sabiduría. “Somos la llanura productora de granos que menos riega del planeta”, remarcó Jobbágy. Por eso, dijo que la incorporación de más hectáreas con riego podría incrementar aún más los indicadores de productividad.
3) Gobernanza del agua y los suelos. Sobre este punto, hizo hincapié en la relación público-privada y citó el Programa de Buenas Prácticas Agrícolas de Córdoba, así como también los consorcios camineros, de suelos y canaleros que funcionan en esa provincia, como un ejemplo a seguir.
4) Definir “sustentable” en términos propios. En este caso, Jobággy escogió un ejemplo concreto: un indicador que se utiliza a nivel global de que para producir un bife de 300 gramos, se consumen 4.500 litros de agua.
“Así como se habla de la huella de carbono, ahora se está hablando mucho de la huella del agua. Pero, ¿quién dice qué es sustentable y qué no? No es lo mismo un bife hecho con maíz producido bajo riego en Texas, que uno extraído de un novillo criado en pasturas inundadas de Argentina”, enfatizó.