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De Nueva Zelanda a la Argentina: la ingeniera que proyecta nuevos desafíos para la lechería

En Bustinza, Santa Fe, La Canducha desarrolla la actividad lechera con un profundo respeto por el bienestar de sus animales. La ingeniera agrónoma María José Travaglino relata la importancia de sus conocimientos adquiridos en Nueva Zelanda.

Lucas Mich
Por Lucas

Redactor en Infocampo.

Hablar de tambo es hablar de pasión. Indudablemente, un ejemplo de esto es María José Travaglino.

Una joven ingeniera agrónoma de la localidad santafesina de Bustinza, que al egresar decidió emprender un camino de aprendizaje y profesionalización en Nueva Zelanda, persiguiendo un sueño que hoy es real.

Allí, María José trabajó y estudió durante 6 años, sabiendo que es un país conocido por su avanzada tecnología en lechería, donde se nutrió de conocimientos y experiencias que luego aplicó en el tambo de su familia, que tiene más de 60 años de vigencia, recordando cómo su abuelo y su padre defendieron con orgullo las banderas de esta actividad.

Sin embargo, su viaje a Oceanía no solo le aportó especialización y profesionalismo: también encontró una familia que hoy disfruta con orgullo, junto a su esposo Luis, que es colombiano y la ayuda en las tareas de agricultura y fertilización de las pasturas, y su hija Sofía, quien nació en Nueva Zelanda. De ese amor, ya en la Argentina, nació Lucca, su otro pequeño hijo, quien también mira con amor al campo.

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“Para mí es importante colaborar con mis padres y mi hermana en este emprendimiento familiar. En cada jornada deseo aplicar lo aprendido en Nueva Zelanda para mejorar los niveles productivos y de calidad de la leche. Si bien es un mundo distinto, podemos imitarlo en Argentina”, cuenta María José en diálogo con INFOCAMPO.

UN TAMBO CON LOGROS

La Canducha es un tambo que, a lo largo de su historia, fue cumpliendo metas, aunque como todo proyecto lechero, tuvo que innovar para estabilizar su rentabilidad.

Tito José Travaglino, papá de María José y María Marta, entregó su total confianza en sus dos hijas y le dio un rol protagónico a cada unas de ellas dentro de su negocio. Además su esposa Marta, trabaja cado a codo en la pata financiera del tambo.

Bajo esa impronta, María José se convirtió hace siete años, cuando volvió de Nueva Zelanda, en la encargada administrativa del emprendimiento y puso su conocimiento al servicio del campo familiar.

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El tambo, ubicado sobre un campo que abarca 151 hectáreas, se dedica exclusivamente a la producción lechera con un plantel de 200 vacas en ordeñe.

Pero en otro campo, también propiedad de la familia, realiza cría y engorde de terneros holando para producción de carne, cerrando así el ciclo productivo de la empresa.

Gracias a la ingeniera agrónoma de la familia, el tambo se profesionalizó y se destaca por su estructura abierta a cambios, que prioriza la crianza y bienestar de sus terneros y terneras en las “guacheras”, alimentados exclusivamente con leche.

 

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Respecto a la etapa de cría, La Canducha tenía los terneros en estaca, separados de manera individual. “Ahora, los tenemos en grupos, en una guachera colectiva, donde observamos beneficios significativos”, diagnosticó María José.

La entrevistada cuenta que realizan “como un circuito completo, las hembras quedan como vaquillonas, como reposición, y luego se transforman en vacas para leche. Por su parte, los machos se llevan a otro campo propio y se engorda hasta 300 kilos aproximadamente”.

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El tambo de Bustinza es pastoril casi en su totalidad. Por ese motivo, depende mucho de las condiciones climáticas. “Hacemos alfalfa, pasturas consociadas y trigos forrajeros. Los animales hacen pastoreo directamente del campo bajo una forma racional”, dice la administradora de La Canducha.

EL SUEÑO DE LOS 7.000 LITROS

El trabajo en La Canducha pregona un camino de progreso y constancia. Si bien hoy se obtiene poco más de 4.700 litros por día, la familia aspira a llegar a los 7.000 litros diarios en el corto plazo, ya que planean contar con un plantel cuya carga supere las 260 vacas en ordeñe.

“Nuestros empleados son fundamentales para lograr los objetivos. Si ellos están bien, todos funcionamos mejor. Por eso, siempre vamos mejorando las condiciones de trabajo, sumamos más tecnologías y apuntamos a las mejoras continuas”, dice convencida María José, basando su afirmación en la experiencia neozelandesa.

Por su parte, el bienestar animal es pieza clave en los objetivos productivos de los Travaglino. “Es clave que los animales estén bien. Si una vaca está contenta brinda leche sin la necesidad de ordeñarla. Ni hablar de los aspectos productivos. Mejorar el bienestar de nuestros animales en un desafío corriente de nuestra empresa”, vaticinó.

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Desde su llegada al país en 2017, el tambo pasó de 10 a 16 bajadas, mejorando el trabajo del personal y el proceso de ordeñe en cada uno de los tres turnos, y logró aumentar la producción en 5 litros diarios por animal.

“Este tambo no contaba con agua en las parcelas, entonces copiamos de Nueva Zelanda un sistema que lo aplicamos acá, obviamente a nuestra forma, y nos dio mucho resultado. Esto nos brinda además una mejora sustancial en el bienestar”, destacó.

SU EXPERIENCIA EN NUEVA ZELANDA

“Nueva Zelanda fue una oportunidad, una experiencia que hoy nos sirve muchísimo”, afirma María José, quien en 6 años se nutrió de experiencia y conocimiento para avanzar ahora en la puesta a punto de su emprendimiento familiar.

Cuenta que allí estuvo como empleada de una importante empresa, donde aprendió herramientas y procesos sobre la cría de los animales y la producción de leche en particular.

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Hacia mediados del 2017, la ingeniera, con el nacimiento de su hija mediante, se replanteó su futuro profesional y la decisión fue contundente.

“Dije, me vuelvo y exploto lo mío, o me quedo allá y sigo ofreciendo mi trabajo a otra persona para que gane plata. La respuesta fue sencilla, me volví a meterle ganas, tiempo y esfuerzo a este proyecto propio”, indicó convencida.

Los cambios no son sencillos, según María José. A veces generan crisis y otras esfuerzo, ya que estas modificaciones significaron cambiar los hábitos de los trabajadores. El tambo es esfuerzo y pasión y así lo viven cada uno de quienes integran La Canducha.

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