En muchos países de América latina no necesitan cambiar las reglas de juego del mercado cada dos meses para intentar contener la inflación minorista. Les basta con aplicar un régimen de metas de inflación. La adopción de dicho régimen exige establecer una meta numérica explícita para la inflación por lograr en determinado horizonte de tiempo. Para lograr dicha meta, el banco central debe tener cierta independencia del poder político de turno. En este sentido, uno de los principales instrumentos de las autoridades monetarias es el control de la tasa de interés de referencia. En otras palabras: subir las tasas de interés cuando los precios se disparan. El régimen de metas de inflación fue adoptado por los bancos centrales de Chile en 1990, de Perú en 1994, y de México, Brasil y Colombia en 1999. En la Argentina estamos aprendiendo que una política económica “pro-industrial” (con tasas de interés bajas) combinada con expansión del gasto público genera, inevitablemente, un crecimiento de los precios minoristas. El problema reside en que el Gobierno -para salvar la situación- ha salido a buscar culpables de la inflación y se ha encontrado con un sector tan vasto como indefenso. En este escenario, lo mejor que pueden hacer los empresarios agropecuarios es rezar para que la inflación no siga subiendo.
Ezequiel Tambornini |
Especial para Infocampo