Ya próximo a iniciarse el año legislativo, a nivel Gobierno, y escolar de planificación para todo el año, para las familias, comienzan a hacerse los primeros ajustes de presupuestos, tras la suba estacional en los primeros meses por las fiestas, vacaciones y nuevos feriados de carnaval y otros.
Del lado del Gobierno se especula con la disponibilidad de unos u$s3.500 millones que adrede se habían pautado en el Presupuesto 2013, aprobado a ojos cerrados por el oficialismo, al no cumplirse la meta de un crecimiento del PBI en 2012 superior a 3,26% para disparar el pago del cupón PBI que incluye gran parte de la deuda ingresada al canje.
Sin embargo, esos fondos bien podrían no generarse, porque no sólo a diario se asiste a severos ajustes correctivos a la baja de las estimaciones de cosecha 2012/13: en trigo se perdieron 7 millones de toneladas, en soja ya se recortaron también 7 millones las previsiones iniciales.
En conjunto se tratan de unos u$s6.000 millones a precios de mercado internacional que no formarán parte del PBI y de más de u$s1.500 millones que la AFIP dejará de percibir por retenciones sobre las exportaciones de esos productos y derivados.
Pero también restarán las producciones de las economías regionales y de la ganadería, en especial la vacuna, al sumarse a las condiciones climáticas adversas la continuidad de la falta de una política cambiaria que no sólo aliente la conquista de mercados, sino que, al menos, impida perder los logrados con singular esfuerzo.
En un cuadro similar se puede incluir al amplio espectro del sector industrial. Al menos eso es lo que se pudo leer en el balance comercial con el exterior en el primer mes del año: la baja a la mitad del superávit por el intercambio no se explicó sólo por el impulso de las importaciones de combustibles y la caída de las exportaciones de los carburantes y energía. Todos los grandes agregados acusaron disminuciones en cantidades en comparación con un año atrás.
Caja con menos poder de gasto real
Esas contracciones implican además pérdidas de generación de riqueza, y consecuentemente de pago de impuestos, como IVA, Ganancias, al cheque, también por parte de los sectores del transporte, servicios comerciales y bancarios, contratistas y consumos de las familias asociadas a esas actividades.
Si a eso se agrega que el Presupuesto prevé un crecimiento del PBI de 4,4%, pero la realidad se perfila para un nuevo año con aumento amarrete e inclusive posible leve contracción, la recaudación no podrá mostrarse muy expansiva, excepto en valores nominales por efecto de la suba de los precios de los bienes y de los servicios públicos y privados.
En ese escenario, si al gasto público se suma a la inercia del año anterior la práctica de aceleración en un año electoral, se caerá en un déficit fiscal que cada vez más será complicado cubrirlo con emisión espúrea del Banco Central y allanará el camino para que, como en el pasado, se reactiven las leyes de emergencia económica.
Eso significará que en algún momento de este o del próximo año se dejará cumplir con la Ley de Movilidad de las Jubilaciones, se atrasarán más los pagos a los proveedores y se apelará a la colocación de un “bono patriótico” en las empresas y bancos.
Excedente que engaña
La balanza comercial con el exterior alcanzó en 2012 un superávit de más de u$s12.600 millones, superando en más de u$s2.600 millones a la meta que se había fijado el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, e hizo disparar la expectativa de que se flexibilizaría el control sobre las importaciones.
Sin embargo, más allá del publicitado déficit energético que disparó las importaciones de combustibles, y que se potenció en enero, los principales responsables de tan abultado excedente fueron la caída generalizada del resto de los componentes de las compras en el exterior, por la retracción de la industria y de la inversión, además de la liquidación de productos que estaban previstos vender en el mercado interno, pero que se encontraron sin demanda local, y por tanto atenuó la baja que hubiera ocurrido por efecto sólo de la suba de los costos en dólares.
Ahora el escenario es similar en cuanto a la actividad productiva, pero ya no habrá aquellos excedentes que posibilitaron disimular los efectos de la singular pérdida de competitividad cambiaria de los exportadores, por lo que el resultado del intercambio va camino a marcar otra vez disminución de las transacciones, con menor contribución a la generación de reservas.
Poder de compra efectivo
Con ese cuadro, las perspectivas para las familias no aparecen como promisorias, porque con freno o incluso caída de la actividad, no sólo será fácil que puedan sostener el ritmo de aumento nominal de sus ingresos, sino también de contar con excedentes para poder tratar de adelantar compras de bienes no perecederos para anticiparse a la inflación.
Las encuestas del Indec de ventas en shopping y supermercados dieron cuenta de que en el primer mes de 2013 el aumento nominal de la facturación promedio por establecimiento fue menor al de la inflación real, y el empleo por boca de expendio se contrajo levemente.
Con ese cuadro, muchos, como en 2012, volverán a sufrir el recorte de la jornada laboral, la reducción del cobro de horas extras y, también, la posible pérdida de empleos, con el consecuente alargamiento del tiempo para la reinserción laboral.
Para evitar caer en ese escenario que lleva a un círculo vicioso que generará más costos cuánto más tarde se busque romperlo, es clave atacar en forma integral la inflación alta y el severo aumento de los costos en dólares de la producción nacionales.
No bastarán medidas simplistas del tipo congelamiento de precios o devaluación. Es algo más complejo y, también, antipopular en el corto plazo, pero sin duda más beneficioso para todos.
Por eso no parece tiempo de gastar a cuenta, ni tampoco que los economistas construyan escenarios definitivos de generación de divisas para cubrir las necesidades financieras del Estado, porque aún no está definido el resultado de las cosechas y del resto de las producciones primarias, que explican la totalidad del resultado final.
Por Daniel Sticco. Economista
Fuente: Infobae