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Cuando las Máquinas no perdonan

¿Qué cuesta más: tomar las medidas de seguridad apropiadas para evitar accidentes o pagar por no haberlas tomado? Los costos humanos son impagables, pero tener la máquina parada, atrasar la entrega del trabajo o no hacerlo en la forma acordada también genera un problema que el productor tendrá que resolver.

¿Qué cuesta más: tomar las medidas de seguridad apropiadas para evitar accidentes o pagar por no haberlas tomado? Los costos humanos son impagables, pero tener la máquina parada, atrasar la entrega del trabajo o no hacerlo en la forma acordada también genera un problema que el productor tendrá que resolver.
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Cuando un accidente se produce, generalmente se interrumpe totalmente la actividad que se está realizando o, en el mejor de los casos, no necesariamente hay una interrupción total pero sí una interferencia sobre el mismo.

Las empresas fabricantes de maquinaria se escudan en que las recomendaciones y medidas de precaución que hay que tomar están en el manual del operador. Podría decirse que lo escrito, escrito está, ahora bien. ¿Se cumple? ¿Somos responsables?

“Generalmente se pone en manos de un tractorista un vehículo de más de U$S 100.000 y no se le da el entrenamiento necesario, con lo que podríamos decir que la desidia del dueño de la maquinaria de no preocuparse es un problema”, explicó a Infocampo Juan Rodríguez, del INTA Balcarce.

Los programas nacionales existen, pero la cuestión es que se cumplan las medidas. “Yo creo que sería bueno tener un proceso educativo para quienes asumen riesgos porque las máquinas no perdonan. En la mayoría de los casos, cuando hay un descuido después se pagan severas consecuencias”, argumentó Sergio Bacalini, vicepresidente de la Asociación de Propietarios de Máquinas Rurales de Casilda (vinculada a la Federación de Contratistas). Aunque sentencia: “El problema es que en la Argentina no se respeta nada”.

El dato es que si bien las normas de seguridad fueron de la mano del desarrollo tecnológico también se generaron máquinas más complejas y nuevos peligros. Gran parte de los accidentes que se producen son consecuencias de ignorar advertencias, falta de directivas, instrucciones equivocadas o errores al seguir las normas de seguridad.

En lo que respecta al funcionamiento específico, Rodríguez especifica: “El problema más serio que tenemos es que las tomas de fuerza en general no cubren bien la cruceta. Además, no tienen un buen sistema para que giren en forma loca, se rompen con suma facilidad y el operario la saca con lo que es peor el remedio que la enfermedad”. En lo que respecta a los tractores, al especialista en poscosecha del INTA le preocupa que muchos no tengan cabina antivuelco.

La necesidad de trabajar en prevención para evitar accidentes (o que éstos tengan consecuencias mínimas) es imperiosa.

Prevenir es… perder menos

Siempre que hay un accidente hay costos que pagar. Los mismos pueden ser reducidos si se trabaja en la prevención de siniestros.

Un trabajo del ingeniero Guillermo Marrón, del INTA EEA Ascasubi (Balcarce) informa que la edad de los trabajadores en la cual los riesgos de sufrir accidentes son máximos ronda entre los 15 y 19 años, es elevada luego de los 60 años y es muy reducida entre los 40 y 44 años. La prevención de accidentes debería comenzar por hacerle tomar conciencia al operario de que lo más importante de la actividad es su integridad física. Ahora bien, más allá de la integridad física del accidentado, el accidente generará costos a la empresa agropecuaria, los cuales repercutirán sobre el resultado económico final de la misma.

Generalmente se tienen en cuenta los costos directos, los cuales son los que de algún modo pueden palparse inmediatamente ya que se materializan en dinero efectivo en el corto plazo. Entre éstos figuran los gastos médicos, traslados, indemnizaciones o daños materiales, que habitualmente cubren las compañías aseguradoras si es que las condiciones de trabajo del operario son las adecuadas.

Pero también hay que evaluar los costos indirectos, que repercutirán también sobre la empresa. Otro costo indirecto que se genera es la pérdida de producción que se produce no sólo por la interrupción del proceso sino por la merma en la labor que continúa cuando los compañeros del accidentado recuerdan el suceso.

Esto se puede potenciar aún más cuando un tercero no habituado al trabajo con la máquina sobre la que se ocasionó el accidente debe hacerse cargo de la misma. Asimismo, puede quedar la máquina con averías, ocasionando pérdidas de calidad del producto obtenido.

En general, toda disminución en el rendimiento de la cadena productiva repercutirá sobre la clientela prevista, pudiendo ocasionar hasta una pérdida de la misma. El cliente requerirá no sólo el producto pactado, sino con la calidad y volumen acordado en tiempo y forma, y muchas veces sus urgencias le pueden hacer cambiar aquel proveedor que no le cumple.

Juan Ignacio Martínez Dodda

jdodda@infobae.com

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