Mucho se ha trabajado desde distintos ámbitos y sectores en pos de una lechería competitiva, en desarrollo permanente, con sustentabilidad económica, social y ambiental, para abastecer a la Argentina y al mundo. Nuestro país puede y debe ser un gran productor y exportador mundial de productos de base láctea, por su clima, su genética y su gente.
¿Qué pensará al respecto un productor lechero de Santa Fe o de Córdoba que ha sufrido una inundación brutal y ahora observa en sus campos y vacas, los efectos retardados? Agregue el problema de precios que une a todos los lecheros en una Argentina en permanente cambio y con decisiones políticas que han venido para quedarse. La actualidad nos muestra: 1) maíz sin retenciones y soja con retenciones que seguirán disminuyendo; 2) insumos que aumentaron como resultado de la corrección cambiaria y lo siguen haciendo por incremento del costo interno como, por ejemplo, la energía (combustible, gas, luz); 3) paritarias el primer trimestre y las que vendrán en el segundo pues el asalariado no tiene la culpa.
Todos los actores de la cadena láctea, productores, transportistas, industrias, trabajadores de la industria representados por ATILRA, intermediarios, mayoristas, distribuidores, pequeños vendedores, supermercados y consumidores tienen su parte de razón y quieren para sí una porción de la torta que no están dispuestos a ceder. Los más vulnerables de esta cadena son los extremos: productores primarios TAMBEROS y los CONSUMIDORES.
La mayoría de los enunciados anteriormente agregan valor a la materia prima, pagan impuestos y cargan su ganancia. El productor no puede hacer lo mismo, su única posibilidad de supervivencia está en que su trabajo sea cada vez más eficiente bajando costos y aumentando metas productivas, aunque las etapas siguientes escondan sus ineficiencias en los costos de producción transfiriéndolas para adelante o castigando el precio hacia atrás.
El enfermo se nos muere ante nuestros ojos y nuestras manos. El tambero necesita $1,50 por litro para poder subsistir y este debe salir de la cadena.El precio no soluciona los problemas de la lechería del futuro, pero es indispensable para salvar a los tambos hoy. Si me muero hoy, ya no importa si mañana sale el sol.
¿Es tan difícil sentarse en una mesa que incluya a todos y logremos repartir la torta de otra manera, sin que se afecte el precio al consumidor y sin que el Estado utilice recursos que se necesitan en otras áreas más sensibles?
Si el tambero cierra el campo seguramente se llenará de trigo, maíz y soja y/o vacas de carne. Pero tambo que cierra son familias que se van a centros urbanos y, por ejemplo,escuelas rurales que disminuyen su matrícula o cierran. El tambo es ruralidad y desarrollo local.
La industria con menos leche tendrá un lucro cesante importante de su capacidad instalada que deberá amortizar; el supermercado venderá menos lácteos y sus góndolas serán ocupadas por otros productos diferentes. Todos los actores buscarán defenderse hasta que amaine el temporal. El tambero habrá quedado en el camino.
La discusión y el consenso entre los actores es indispensable. La coordinación del debate debe ser liderada por el Gobierno Nacional en forma integral con la participación de los ministerios de Agroindustria, Producción, Trabajo y demás áreas, por la diversidad de intereses. El Estado debe actuar de moderador y rector del problema poniendo orden y reglas claras para todos los actores, evitando excesos en los eslabones de la cadena.
CRA no propone ni quiere más intervenciones estatales, que tanto daño le hicieron al sector y a la economía nacional. Proponemos un Estado presente, inteligente, que modere la interrelación entre los privados para la construcción de una cadena sólida con crecimiento sustentable. Así habrá más tambos, más leche, más trabajo, en fin MÁS ARGENTINA.
Por Dardo Chiesa. Presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA)