La presencia de hongos en semillas perjudica el rendimiento de los cultivos y no solo eso sino también afecta la calidad de los granos.
Su tratamiento convencional es a través de fungicidas químicos pero, se debe tener en cuenta que una mala aplicación, puede provocar un potencial impacto negativo sobre los suelos y cursos de agua.
Para dar solución a estos problemas, un equipo interdisciplinario de investigación integrado por ingenieros electromecánicos y agrónomos, físicos y bioquímicos estudia un modo de controlar estos patógenos con bajo impacto sobre el medio ambiente: a través de la aplicación de descargas eléctricas de baja corriente que producen la formación de plasmas fríos.
¿Qué es un plasma?
Es un gas al que se le entrega energía a través de descargas eléctricas. En el caso de los plasmas térmicos (generados a partir de descargas de alta corriente) los electrones y el gas se encuentran a una temperatura en torno al orden de los 10 mil o 20 mil grados Celsius.
La cantidad de calor contenida en estos gases es tan alta que son capaces de fundir y volatilizar metales. Los plasmas fríos o no térmicos, en cambio, conservan la temperatura del gas en donde se desarrolla la descarga en un valor cercano a la temperatura ambiente, por lo que es posible usarlos para aplicaciones biológicas.
Karina Balestrasse, investigadora independiente del CONICET en el INBA y profesora de Bioquímica de la FAUBA contó que “en los últimos años nos hemos dedicado a estudiar la problemática de las infecciones fúngicas de semillas de soja, evaluando el daño oxidativo que los microorganismos le producían al cultivo. Dada nuestra experiencia, el GDE nos propuso empezar a aplicar plasmas fríos sobre semillas. Según resultados previos decidimos trabajar con semillas de soja infectadas con hongos del género Fusarium ya que es uno de los patógenos que más frecuentemente afecta a los cultivos comerciales de soja”
Resultados
La experiencia resultó más que exitosa, por un lado pudieron comprobar que a través de este tratamiento se lograba controlar casi en un 100% el desarrollo del patógeno, pero además advirtieron una mejora del poder germinativo y el vigor de las semillas sanas.
Este desarrollo tecnológico para optimizar el rendimiento de los cultivos resulta posible gracias al trabajo conjunto entre un equipo de investigación del Instituto de Investigaciones en Biociencias Agrícolas y Ambientales (INBA, CONICET-UBA), especializado en el estudio de la respuesta metabólica de plantas frente a diversas situaciones de estrés y el Grupo de Investigación de Descargas Eléctrica (GDE) de la Facultad Regional Venado Tuerto de la Universidad Tecnológica Nacional (FRVT, UTN) dedicado a la física de plasma y descargas eléctricas.